14/03/2022
 Actualizado a 14/03/2022
Guardar
Perdonará el lector que este cronista reincida con insistencia en lo de la ‘Guerra de Putin’ que ya lleva viva 20 días contados y ha provocado un desastre en destrucción y refugiados ucranianos insoportable. Pero es que, aún con 1 solo año de su edad, que es la que lucía él en septiembre de 1942, no pudo sustraerse a la angustia de aquella pobre gente rusa de la ciudad de Stalingrado acometida por las fuerzas invasoras de Hitler que traían la orden del ‘avance rápido’ (blitzcrieg) sobre las ciudades y campos hoy bajo la mano de hierro de Putin.

El paralelismo es tan grande que, de ser asesor de Zelenski, presidente de Ucrania, le aconsejaría firmar un decreto idéntico al que entonces firmara Iósif Stalin animando a sus hombres y mujeres, en la famosa orden 227, a que se dispusieran a poner en práctica la LUCHA DE RATAS (Rastenkrieg) como única defensa ante las avasalladoras fuerzas de un enemigo al parecer imparable. Lucha de ratas. Francotiradores desde los tejados y ventanas; esconderse en el subsuelo; no dar tregua al enemigo ni para beber un trago; no retroceder en ningún caso; abrazar al enemigo para que no pueda matarte. Toda la población, hombres y mujeres convertidos en soldados, dispuesta a sacrificarse.

Un táctica que sirvió a aquella generación y las siguientes para enfrentarse a una dictadura cruel y para sobrevivir en unos tiempos en los que el avance del capitalismo que apartando del camino a todos aquellos que siguieron manteniendo aquel espíritu de lucha, que se reveló útil solamente para el caso de invasión profunda y demencial y no para los embates de un discurrir de vida más racional y humano.

Si de alguna guerra se aprende algo es de las guerras más inútiles que provocan los humanos. De esas a las que se les ve enseguida el plumero, el cogollo, la matriz, la base. Como en este caso de la guerra de un autócrata ruso, que como aquel alemán, Hitler, de 1942, ansioso de masacre y holocausto, osainvadir un país libre produciendo una masacre. Eso sí, un país rico en minerales, cereales, y excelentemente situado.

¿Cómo se pudo enterar el cronista de lo que sucedía en el mundo cuando él tan solo tenía un año? Pues muy sencillo: volviendo a mamar la leche de una mujer sencilla del campo y agarrándose de la mano y escuchando los relatos de un padre, campesino pobre pero que en su juventud se vio obligado a coger un fusil y disparar a un enemigo que podía ser su hermano. Y después estudiando. Y viviendo abrazado al enemigo, claro.
Lo más leído