Una selva de zarzas, cuyos vecinos aseguran que motiva el nombre del lugar, dan la bienvenida al pueblo. También a la entrada de Espinosa se encuentran los corderos que son atendidos diariamente por estos dos hermanos. "Nos levantamos, atendemos a las ovejas y luego vida normal", resume Virgilio sobre la rutina de esta aldea leonesa.
Una paz que en Espinosa solo se rompe cada fin de semana con la llegada de los seis nietos de Virgilio y Carmen. Por ello, en las calles de esta aldea no faltan ni las porterías, ni las canastas, ni los juegos para niños. El futuro de un pueblo y de unas calles hechas a su medida. "Cuando los chavales vienen lloran y dicen que no marchan", comenta esta abuela.

Aunque a veces se pasean corzos y jabalíes por las calles, ningún día es tan ajetreado en Espinosa como en el de La Magdalena, en el mes de julio. Y es que a esta familia se suman los amigos de localidades cercanas para reunir hasta 70 personas con motivo de sus fiestas patronales. Tan solo en esta jornada y en Todos Los Santos se abre su iglesia, la cual fue levantada por los propios vecinos.
El recuerdo del día en que se vino abajo y aparecieron "no sé cuántos curas a ver si había algo de valor" es uno de los más comentados por estos vecinos. También el día que llegó Carmen procedente de la localidad de Sahelices del Río o cuando eran "cerca de 20" alumnos en la escuela de Espinosa. "La luz llegó hace solo 40 años y el agua corriente hace menos", aseguran junto al cartel de entrada al pueblo.
"Ya somos para echar un tute"
El día que este periódico se desplazó hasta Espinosa coincidió con una jornada que casi se puede calificar de histórica para este pueblo. Eutasio, el único varón de los cuatro hijos de Virgilio y Carmen, se empadronó en el Ayuntamiento de Almanza, por lo que ya son cuatro los vecinos censados en esta pedanía. 'Tasio', como todos le conocen, rejuvenece además un padrón que hasta ahora solo contaba 75, 77 y 82 años. "Ya somos para echar una partida de tute", bromean.
El paisanaje de Espinosa asegura que tiene cuanto necesita y cuando requiere de alguna compra "llamamos y nos la traen de Almanza". En este pueblo tan pequeño como entrañable, la tranquilidad es la única forma de entender la vida. Una vida que Virgilio, Carmen y Anselmo eligieron y que cumple con creces el objetivo de toda existencia: ser feliz, cada cual a su manera.