El tapial vuelve a ocupar su espacio

Pablo Meana, de Mansilla Mayor, ha apostado por esta técnica para su caseta del huerto

María Herrero
10/10/2021
 Actualizado a 10/10/2021
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Pedir prestado a la naturaleza es algo que la sociedad lleva haciendo desde hace siglos: Un préstamo de recursos, de espacio y también de tranquilidad. Pero, ¿ha habido alguna vez intención de devolvérselo?

La idea de poder darle a la tierra lo que es suyo una vez usado es una de las razones que empujó a Pablo Meana a utilizar las técnicas tradicionales de construcción para su caseta del huerto en Mansilla Mayor: "Lo que quede en un futuro será otra vez tierra, es un préstamo que la naturaleza te da y cuando su uso termina tú se lo devuelves más o menos como ella te lo ha entregado", explica el dueño de la edificación. Aunque reconoce que su principal motivación fue el respeto hacia el medioambiente: "Creo que estas construcciones no deberían haberse perdido porque la naturaleza no sufre con ellas".

Desde un primer momento, este hombre nacido en Mansilla Mayor tenía muy claro de qué manera quería que se levantara la caseta que alberga sus aperos del huerto y que también le dará cobijo durante sus jornadas de trabajo; y es utilizando las técnicas más tradicionales de la arquitectura vernácula para su construcción.

La construcción


La caseta de huerta de Pablo es de tapial, y se ha utilizado cal hidráulica, agua y tierra para hacerla. "Vale todo tipo de tierra, no importa que sea más o menos arcillosa, y hemos usado la tierra del pueblo", explica el dueño, "es más, la tierra que ha sobrado la hemos echado al huerto, por lo que de ahí también saldrán mis hortalizas", añade. Este material se coloca en unos encofrados, "como un cajón", donde se vierte la tierra con una humedad conveniente: "se riega ligeramente", detalla Pablo. Después, se compacta con un pisón, en una tarea completamente manual. El muro avanza a medida que se suman los bloques, que se colocan cruzados, para darle más consistencia al muro. Finalmente se remata con arena, agua y cal hidráulica, "un material que le da consistencia y también le protege de la lluvia", cuenta Pablo Meana.

La techumbre, por su parte, está hecha de madera y en el tejado se ha colocado teja árabe reciclada "que viene de otras edificaciones", explica el dueño de la construcción, ya que su intención era la de utilizar materiales sostenibles y también reciclados. Finalmente, para el revoco o revestimiento exterior, Pablo quiso originalidad y "la arena húmeda y la cal están compactadas, no se ha utilizado una llana". Además, para aportarle el toque diferente "y de belleza adicional" se ha utilizado la mezcla de arena roja y arena blanca para darle otro cromatismo. Un remate especial totalmente intencionado para que "se valore la tierra", explica Pablo, "un aliciente para que la gente sepa que hay otras maneras de embellecer las fachadas", añade.En peligro de extinciónPara esta tarea, el mansillés ha contado con dos trabajadores de los que apenas quedan, "yo diría que están en peligro de extinción", reflexiona. Un vecino de Villaverde de Sandoval y otro de Mansilla de las Mulas han sido los encargados de construir esta caseta de huerto para Pablo. "Es todo de proximidad, tanto los materiales como también la mano de obra", apostilla. Asimismo, ha contado con el "asesoramiento decisivo" de unos arquitectos que también apuestan por un trabajo más tradicional. "Creo que en las escuelas no se motivan mucho este tipo de construcciones, y deberían beneficiarse porque son más sostenibles", explica.La construcción de la caseta que está al frente de su huerto, además, no ha sido muy costosa y tampoco han tardado mucho en levantarla. Cuenta Pablo Meana que "han sido dos meses de trabajo y se han reducido los costes porque tampoco ha habido mucho gasto de energía". Además, y hablando de energía, esta caseta ubicada en Mansilla Mayor es completamente autosuficiente. Se han instalado unas placas solares para no tener que conectarse a ninguna red eléctrica, y la energía generada se utiliza para el sistema de riego del huerto y también para la iluminación interior y exterior de la caseta. Tampoco necesita la edificación un mantenimiento específico ya que "aguantan muy bien el paso del tiempo", cuenta Pablo.

Además, y por si fueran pocos los beneficios que explica el mansillés sobre su caseta del huerto, el clima de la zona también es ideal para este tipo de construcciones, que aguantan bien las temperaturas tanto en verano como en invierno: "Cuando llega la noche van desprendiendo el calor que albergan durante el día", cuenta Pablo Meana. Las paredes, según explica, son también muy adecuadas para la habitabilidad "y para todo", añade.

Sin duda, Pablo Meana, además de enamorado de la naturaleza, lo es también de la sostenibilidad y apuesta firmemente por un futuro más justo con el medioambiente. Su casa en el pueblo, "heredada de mi abuelo", está arreglada con las mismas técnicas construcción de tapial. Sin duda, una manera más honesta de ‘devolverle a la tierra lo que de la tierra saliera’.
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