El alcalde que se viste por los pies

No está la actualidad para muchas gracias, por eso cualquier atisbo de color en medio de un panorama negro llama la atención de la mirada en mitad de una comparecencia pública. Para un periodista no es difícil despistarse en una rueda de prensa, micrófono o grabadora en ristre. Llega un punto en el que se caen los ojos al suelo con facilidad después de una intervención que puede ir, tranquilamente, pasando de los diez minutos y es entonces cuando al bajar la cabeza un momento se encuentra uno con algo que contemplar y que si es José Antonio Diez el que habla, son sus calcetines.

La sobriedad de los colores oscuros de los trajes con los que viste el alcalde de León se desbarajusta al llegar a los tobillos. El bajo del pantalón deja al descubierto lunares, fantasmas, búhos y demás fauna entre la que no falta el león. Y es que el regidor, que siempre ha sido muy de rugir y defender el leonesismo, también tiene en su vestidor un estampado de leones. No podía ser de otra manera.

Visita unas obras, reunión con empresarios, pleno, junta de gobierno, más reuniones, más visitas. Un poco de polémica por aquí, el chaparrón de un vecino descontento por allá… La agenda del alcalde hace a los leoneses partícipes de la vida municipal de una ciudad que patea con paso firme y aparentemente sobrio hasta que el periodista ya no puede ni con el bolígrafo, no aguanta el ínfimo peso del micrófono ni el chaparrón del discurso. La mirada entonces se cae y los ojos se posan en los calcetines de Diez que camina con lunares y fantasmas en los fantasmas en los pies. Con los búhos al acecho y los leones rugiendo.

El toque de color del alcalde de León, que se viste por los pies.