"Con tres añitos ya pensaba en aviones, lo que siento yo es pasión por el sector"

La leonesa Carla Fernández es desde el 1 de marzo directora de la planta de aviones comerciales de Airbus en Getafe, un trabajo que asume con "ilusión y respeto"

R. Álvarez
09/04/2023
 Actualizado a 09/04/2023
La leonesa Carla Fernández, durante la entrevista. | SAÚL ARÉN
La leonesa Carla Fernández, durante la entrevista. | SAÚL ARÉN
Carla Fernández siempre lo ha tenido claro, lo que ella siente es «pasión» por el sector aeronáutico. Con solo tres años esta joven leonesa «ya pensaba en aviones», jugaba con ellos. Creció siendo muy consciente de que la Ingeniería Aeronáutica era el camino hacia el que quería enfocar su vida y Airbus fue el lugar que le abrió las puertas para dar los primeros pasos en su trayectoria profesional. Fue hace solo 12 años y esa misma planta en la que entró entonces de prácticas, la de Airbus Getafe, es la que ahora mismo tiene la oportunidad de dirigir. Desde el pasado 1 de marzo ocupa su nuevo puesto con «ilusión y respeto», con ganas de dejar en la empresa su propio «sello». Cuenta, según dice, con un equipo «potentísimo», junto al que desarrollará un trabajo que asegura que disfruta «cada día», porque es dentro de un avión el lugar en el que se siente «más feliz».

– El pasado 1 de marzo empezabas una nueva etapa profesional como directora de la planta de aviones comerciales de Airbus en Getafe. ¿Cómo fue recibir este nuevo nombramiento?
– Con muchísima ilusión. Con infinita ilusión y respeto porque es un cargo importante que necesita su curva de aprendizaje, que es en la que estoy ahora embarcada. Empiezo a tener ya ideas sobre cómo transformar la planta. Una planta que, además, me hace particular ilusión dirigir porque me crie en ella. Fui becaria en esta planta hace 12 años, así que dirigirla ahora es para mí un sueño.

– ¿Es un poco como volver a ‘casa’ y hacerlo por la puerta grande?
– Totalmente.

Disfruto cada día y durante toda mi andadura siempre he elegido puestos que me han hecho feliz– ¿Cómo han sido estas primeras semanas? ¿Cómo ha sido este aterrizaje en la empresa?
– ¿Este mes? Forzoso. Ha sido un aterrizaje forzoso (sonríe). Ahora mismo la planta tiene una situación, pero yolo que quiero es dejar mi huella y hacerlo con el equipo, que es potentísimo y eso es algo que me da muchísima tranquilidad. Ahora es el momento de dejar la seña de Carla Fernández y ahí entra mi responsabilidad y autoexigencia, que tienen su parte positiva y negativa. La parte negativa es que eso es algo que te añade mucho estrés y la positiva es que creces mucho más rápido y de ahí, quizá, que mi carrera haya sido también más rápida.

– ¿Cuáles son los retos de cara a este nuevo puesto de trabajo? ¿Cuál es ese sello de Carla Fernández que quieres dejar en la empresa?
– Hay muchos, pero al final el sello principal tiene que ver un poco con mi estilo de liderazgo, que está basado en las personas. Yo siempre digo que una planta puede funcionar mejor o peor, pero que ese mejor o peor quien lo hace es la gente. Si la gente está comprometida y contenta en el trabajo eso es lo ideal y esa es un poco mi seña de identidad. Mi madre me preguntaba siempre: «¿Pero cuántas horas trabajas?», pero es que para mí esto no es trabajo, es un hobby. Disfruto cada día y durante toda mi andadura siempre he elegido puestos que me han hecho feliz. Hacemos tantas horas en el trabajo que esa es la clave. Como en el trabajo estés mal eso es algo que te llevas a casa y vas a estar mal. Yo tengo la suerte de poder hacer algo que disfruto cada día y quiero transmitir eso a la planta.

Dentro de un avión es el lugar en el que me siento más feliz, para mí es un momento de paz – ¿Siempre has tenido claro que lo que querías hacer era Ingeniería Aeronáutica?
– Sí. Desconozco en qué momento empezó todo, pero es verdad que con tres añitos yo ya pensaba en aviones. Siempre en aviones. No sé por qué, es algo innato. Lo que siento yo es pasión por el sector. Nadie en mi entorno tiene ninguna relación y a mis padres les resultaba curioso, pero yo siempre lo tuve claro. Mientras la gente pedía una muñeca o una moto como regalo, yo quería un avión. Siempre quise eso y día de hoy cada vez que veo un avión me emociono. Puede que parezca algo tonto, pero cuando estoy volando siempre digo que dentro de un avión es el lugar en el que me siento más feliz. Siempre hay sol, estás por encima de las nubes y para mí es un momento de paz. Es verdad que ahora esto está cambiando, pero no hay wifi, no hay perturbaciones…

– Cursaste Ingeniería Aeronáutica en Madrid. No sé si entonces había ya esa opción en León y por qué elegiste una y no la otra.
– También es algo que tenía claro. Fui al instituto Juan del Enzina, hice selectividad y en la lista solo puse la Politécnica de Madrid, solo esa línea. ¿Por qué? Porque yo quería hacer Aeronáutica y quería hacer la carrera superior y en ese momento en León solo existía la técnica y, además, solamente la técnica de motores y fue por eso por lo que me fui a Madrid.

Los sueños que tenía la Carla que entró en Airbus hace 12 años no tienen nada que ver con dónde estoy ahora– ¿Es aquí, en este punto en el que te encuentras profesionalmente, en el que te veías entonces?
– Para nada, pero he aprendido a soñar. Mi carrera ha ido quizá más rápido de lo normal y he aprendido a soñar cada vez más amplio, pero los sueños que tenía esa Carla que entró en Airbus hace 12 años no tienen nada que ver con dónde estoy ahora. Airbus cuenta con más de 130.000 trabajadores en todo el mundo... Empecé la Ingeniería y pensé: ¿Y ahora dónde voy? Estudias, ves las posibilidades y vas decidiendo y pensando que quizá algún día puedas llegar a ocupar algún puesto, pero esto... Ha sido una maravilla. Siempre digo que hay que soñar para alcanzar las metas y que cuando tú trabajas y eres constante estas se cumplen. No hay que ver barreras y eso es algo que aprendí de mi madre. Mucha gente se cohíbe o piensa que no puede llegar y eso es algo que mi madre nunca ha entendido y así me lo ha transmitido, así que lo que pienso es un «vamos a por ello y luego ya veremos».

– ¿Y entre esas prácticas de hace 12 años en Airbus y tu cargo actual, qué pasos en tu carrera profesional destacarías como los que te han ido preparando para el punto en el que estás ahora?
–Cada paso ha sido importante. Empecé en el sector puramente de Ingeniería en Toulouse, construyendo una base técnica que me está ayudando a lo largo de mi carrera. Después, me cambié al área de gestión –o programas, como le llamamos en Airbus–, también en Toulouse, y más tarde en Hamburgo aprendiendo a manejar equipos grandes, crisis, a tomar decisiones difíciles, a definir un camino y una visión... Luego ya me vine al área de Operaciones, a aprender de taller. También he trabajado en el ámbito corporativo, tratando temas más políticos...

Siempre he venido a León como mínimo una vez cada dos meses. Me encanta. Para mí León es el paraíso– ¿Cómo es tu vínculo actualmente con León? ¿Sigues viniendo siempre que puedes?
– Me encantaría venir más y es verdad que ahora desde Madrid es mucho más fácil o va a serlo, porque cuando estaba en Toulouse al final eran ocho horas de carretera o coger un vuelo a Madrid y el AVE a León. Era mucho más tedioso y Hamburgo ya no te quiero contar… Era mucho más difícil. De todas formas siempre he venido como mínimo una vez cada dos meses. Tengo a mi familia aquí y me encanta. León para mí es el paraíso y tengo la suerte de tener un marido riojano que adora las tapas de León. Le encantan. Viene del mundo de los pinchos y le encantan.

– ¿Qué es lo que más echas de menos y qué es lo que más disfrutas siempre que vuelves?
– La respuesta es la misma. La familia y mis amigos de siempre. Cada vez que vengo, aunque sea poco tiempo y en modo comprimido, intento verlos a todos. Intento tomar unas cañas con mis amigos, ver a mi familia…

– Hay otro leonés, Pablo Álvarez, nuevo astronauta de la Agencia Espacial Europea (ESA), que también trabaja en Airbus o lo ha hecho al menos hasta finales de marzo. ¿Os conocíais anteriormente?
– Sí, siguió hasta finales de marzo. Él trabajaba en la planta que dirijo y, como yo digo, le conocí hace dos vidas. Hace dos puestos de trabajo, cuando yo estaba en esa misma planta en la parte más de gestión y él en el taller llevando una nueva transferencia de trabajo que venía de Hamburgo. Ahí nos conocimos por primera vez y tirando del hilo, hablando de nuestros apellidos, empezamos a decir «tú eres Álvarez Fernández, yo Fernández Álvarez», nos preguntamos de dónde éramos y resultó que éramos de pueblos situados a un kilómetro de distancia. Siempre he vivido en la capital, pero mi familia materna es de Vega de Gordón y él tiene familia en la Pola de Gordón. Ahí conectamos y desde entonces nos hemos llevado bien.

Hay que soñar para alcanzar las metas y cuando trabajas y eres constante se cumplen. No hay que ver barreras–¿Qué te parece que hayan sido precisamente dos leoneses, Pablo y Sara García, los elegidos entre los 22.000 aspirantes a astronauta?
– Es algo que he vivido con muchísima ilusión. Por un lado porque por lo que conozco a Pablo, se lo merece. Es una persona excepcional. Es humilde, es llano, es una persona absolutamente espectacular. A Sara no la conozco, pero este logro de los dos es una forma de llevar nuestro granito leonés a todas partes y también al espacio. Qué mejor bandera que ellos dos.

– Dicen que cada vez son más las mujeres que se inclinan por carreras o profesiones relacionadas con el mundo la ciencia, ingenierías… Pero la balanza está lejos de estar equilibrada. ¿Por qué crees que sigue costando tanto?
– Creo que es una cuestión de falta de referentes. No los hay. Si tienes la suerte de que la vocación sea algo innato, como lo fue en mi caso, está bien, pero si no... Existen también mitos como que ser ingeniero es algo muy difícil o que ser ingeniero de producción es muy tedioso, que necesitas echar muchas horas o de que a nivel familiar es muy complicado. No lo es o lo es como todo. Esto es algo que hay que desmitificar. ¿Y quién lo desmitifica? Los referentes. Yo en mi entorno todo lo que pueda contribuir lo estoy haciendo y lo seguiré haciendo porque es lo que necesitamos.

Me hace particular ilusión dirigir esta planta porque me crie en ella. En ella empecé como becaria hace 12 años – Hace poco que has podido participar en la ceremonia de graduación de la Escuela de Ingenierías Industrial, Informática y Aeroespacial de la Universidad de León. ¿Cómo ha sido esta visita al centro? ¿Cómo surgió la oportunidad de participar en este acto?
– Efectivamente, el director de la Escuela de Ingenierías Industrial, Informática y Aeroespacial se puso en contacto conmigo hace unos meses y me ofreció la posibilidad de amadrinar y poder dirigir unas palabras a los estudiantes que se graduaron el pasado 24 de marzo. La verdad es que fue un momento muy emotivo y toda una satisfacción ver el entusiasmo y la dedicación de los casi 300 jóvenes que asistieron al acto junto con sus familias.

– ¿Qué quisiste transmitir a los nuevos graduados?
– Fue una charla bastante personal, en la que intenté compartir con ellos parte de mi experiencia y de mi trayectoria vital y profesional y algunas de las herramientas que a mí me han sido útiles durante mi carrera hasta ahora. Sobre todo, intenté transmitirles parte de mi pasión por la ingeniería y lo importante que es dedicarse a algo que amas, como es mi caso. Además, les transmití que un ingeniero es muy versátil en el mundo laboral y puede dedicarse prácticamente a lo que quiera, que no tengan miedo a equivocarse de camino, que sean valientes, prueben y rectifiquen, pero que siempre lo hagan buscando puestos de trabajo que les apasionen. Espero haberlo conseguido.
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