Camino (Covid Persistente): "Sentí mucho pavor y miedo el primer día que me perdí en el pueblo"

"Necesito poder volver a trabajar y sentirme útil, ahora me noto como una abuelina de la residencia"

C. Centeno
19/07/2021
 Actualizado a 19/07/2021
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Camino García trabajaba en una residencia de mayores de Mayorga (Valladolid) cuando se contagió. El 22 de septiembre saltó el primer positivo en el centro y se les realizó una prueba a trabajadores y residentes en la que dio positivo. Al igual que Marta Núñez, no llegó a estar ingresada, aunque cuando empeoró su situación llegó a tener un informe de ingreso para acudir al Hospital de León en caso de que su situación se agravara.

Los primeros días tras el positivo los pasó «muy bien», recuerda. Se recluyó en la parte de abajo de su casa, situada en la localidad leonesa de Matanza de los Oteros, y trató de seguir con su ritmo habitual. A partir del cuarto o quinto día, recuerda, «empecé con décimas de fiebre, perdí el olfato y el gusto y comía por comer» y, pocos días después, comenzaron las diarreas y «unos dolores de estómago impresionantes». Estuvo dando positivo durante dos meses, en los que también llegó la dificultad para respirar y «me empezó a doler muchísimo la musculatura y las articulaciones, aunque al principio lo achacábamos a la falta de actividad».

Fue el 23 de noviembre cuando la prueba de detección del SARS-Cov-2 dio negativo por primera vez tras su aislamiento. Desde ese momento, «empieza una segunda parte» en la que «tu vida se desestructura por completo, porque piensas que al dar negativo se acaba todo, y no», lamenta. Sus síntomas siguieron y muchos de ellos se mantienen a día de hoy. De hecho, no ha podido reincorporarse a trabajar hasta el momento.

Su situación empeoró, volvieron las décimas de fiebre que todavía tiene algunos días, tenía dolores de cabeza diarios y fallos de memoria «que al principio eran de pequeñas cosas que no das importancia pero luego se fueron agravando». También la cuesta leer e incluso escribir. «Es a días», reconoce. El primer día que se dio cuenta de que algo grave pasaba, fue «cuando me perdí dos calles más allá de mi casa en el pueblo, cuando volvía del consultorio médico». En ese momento, asegura, «sentí pavor y miedo». El episodio se repitió otro día e incluso «hay veces que en casa no sabes dónde estás».

También han seguido los dolores musculares, «muchas veces me falta el aire, estoy cansadísima sin hacer nada, tengo muchos dolores de cabeza, problemas para poder dormir, me salen moratones por cualquier roce, me pitan los oídos y he tenido muchos dolores de estómago y diarreas», cuenta.

Con todo ello se siente «perdida», en una enfermedad de la que «soy plenamente consciente de que es algo nuevo». Camino también forma parte del Grupo de Afectados por el Covid Persistente de Castilla y León.

Tiene la sensación de enfrentarse a lo «desconocido» y «vivir en una realidad paralela». A sus 47 años y con dos hijas, el contagio «ha cambiado mi vida». Como muchas de las personas que sufren Covid Persistente, Camino está en tratamiento y ha ido a consulta de diferentes especialistas para tratar las diferentes dolencias que la afectan. Entre ellos, se encuentra el psiquiatra, que ha supuesto para ella «una alegría» al asegurarla que «los problemas de memoria se pueden tratar».

En las últimas semanas ha ido mejorando, aunque «no llego a estar bien» y la enfermedad tiene muchos altibajos. «Cada día es una cosa nueva», cuenta asegurando que un día se encuentra bien y luego vuelve a retroceder. «Yo tengo una vida a cachos, a momentos y a días», lamenta, «no puedo hacer planes porque no sé cómo voy a estar por la tarde».

«La esperanza de recuperarte no la pierdes, pero aprendes a no ilusionarte con el plan de mañana», confiesa. En la actualidad «ya consigo andar un kilómetro y medio, que para mí es muchísimo, hace unas semanas me costaba llegar al médico, tenía que parar muchas veces y llegaba sudando y fatal», recuerda indicando que la consulta está a escasos metros de su casa.

«Estoy intentando volver a moverme, cada día un poco más», aunque es un proceso muy lento en el que «la alegría del principio al ver que mejoras ahora es... qué mierda, no termina». Por el momento, se encuentra en tratamiento y «no me ponen un plazo de recuperación», asegura.

Pide, al igual que el colectivo de afectados por el Covid Persistente de Castilla y León, que se codifique la enfermedad o las secuelas de la infección porque «necesitamos pautas, protocolos y un equipo multidisciplinar, porque tenemos mucho de todo».

Su vida ha cambiado por completo y, con ella, «la de toda mi familia», lamenta. Su gran deseo es «poder ir a trabajar, tener una vida y sentirme útil», asegura recordando que siempre fue una persona «muy activa y que no paraba en todo el día».

Para Camino, vacunarse «es la solución», aunque reconoce que a ella la sentó «como una patada en el culo». Además, afirma que «sigo teniendo miedo a la reinfección», por lo que pide a las personas que no se toman en serio las recomendaciones sanitarias para evitar contagios que no sean «irresponsables» e «insolidarios».
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