"Nadie les esperaba vivos"

El estreno de 'Los últimos de Filipinas' multiplica los reportajes sobre los personajes que protagonizaron la gesta en realidad, no en la ficción, y se van descubriendo sus biografías, dos de ellas vinculadas a León, las de Sixto Muñiz y Jesús García Quijano

Fulgencio Fernández
06/12/2016
 Actualizado a 19/09/2019
Un bisnieto de García Quijano ha recreado la gesta.
Un bisnieto de García Quijano ha recreado la gesta.
"Una vez de vuelta en Palencia, donde ya nadie (salvo quizá Inés) le esperaba con vida, retoma el trabajo de labrador y el recorrido burocrático por la administración para reclamar su pensión de invalidez"; escribe Jesús Valbuena García en el impagable trabajo El palentino Jesús García Quijano en el sitio de Baler. Los últimos de Filipinas’. Pepín Muñiz, nieto de Sixto Muñiz,el leonés que participó en esta gesta, recordaba en un reportaje publicado el domingo que "ya no esperaban con vida al abuelo pues volvieron aquellos 33 y él no estaba", a causa de una increíble peripecia por la que primero fue aprisionado por los filipinos, después por los americanos, además, se lanzó al mar en un bote salvavidas. Regresó a España varios meses después que el resto, por lo que no aparece en las imágenes tomadas en Barcelona a su regreso.

Otro que tampoco está en esas imágenes, otro caso similar al del Muñiz, es el protagonista de un reportaje que el suplemento Crónica, de El Mundo, publicaba esta misma semana, escrito por Carlos Guisasola, quien desvela otra peripecia realmente de película, la de Luis, el recluta Checa, de quien dice que "sí fue el último de Filipinas" pues este antiguo jornalero no regresó a España hasta 1903, tres años más tarde que el resto.

Luis Checa era excedente pero el que iba delante pasó 2.000 pesetas para no hacer la mili y él debió ir La historia de Luis Checa —que realmente era excedente de cupo pero el que iba delante de él pagó dos mil pesetas por no hacer la mili y le reclutaron a él primero y después fue enviado a Filipinas—fue muy parecida a la del leonés Sixto Muñiz. Los dos fueron hechos prisioneros unas semanas antes de que se firmara la paz. Acabaron en un poblado filipino y a los dos les propusieron que se casaran con una hija de los jefes de aquel pueblo. Luis no quiso y acabó prácticamente como un esclavo, era uncido con una vaca para arar las tierras. Sixto Muñiz tampoco se quiso casar pero arriesgó más y con otros compañeros se lanzó al mar, donde naufragaron y fueron nuevamente apresados, en esta ocasión por los americanos. Su cautiverio fue más corto y unos meses después ya estaba en España, donde tampoco le esperaban.

Luis, como el leonés Muñiz, fue apresado, le quisieron casar y acabó como esclavo, araba con una vacaMuchas menos esperanzas de que viviera había con Luis Checa. Cansado de esperar el momento de huir, mirando a las estrellas a ver cuándo era el día, según le contaba un nieto a Guisasola, una mañana cogió el borrico para ir a por agua, como tantos días, "y echó a correr" en busca de una libertad que encontró después de múltiples peripecias, que acabaron cuando en un grupo de gente escuchó que hablaban español. Esperaban un barco hacia España y enél regresó aquel soldado al que ya nadie esperaba. Ya era 1903, Filipinas ya era de Estados Unidos y ‘Los últimos de Filipinas’ ya eran más leyenda que recuerdo. Sin embargo, su antigua novia fue recibirlo, con los tres hijos de su matrimonio pensando que había muerto. A los pocos meses murió la novia, todos dicen que de pena.

Como a Sixto Muñiz le llenaron el pecho de medallas. Como a Sixto Muñiz pronto lo olvidaron y mientras el leonés acabó de topo en un pajar de Represa del Condado, el campesino de San Clemente recorrió y recorrió estancias buscando un retiro, una jubilación que se había ganado y murió sin obtenerla.

El cabo Jesús García Quijano

La otra historia con vertiente leonesa es la del cabo palentino Jesús García Quijano, éste sí regresó en el grupo de los 33 de la foto de Barcelona. Pero, como todos los demás, fue olvidado e ignorado, hasta que un biznieto suyo, Jesús Valbuena García, se reveló contra el olvido y primero viajó a los escenarios donde todo ocurrió, después fue guionista de un documental ‘y muñidor’ del único homenaje que se le ha hecho a aquellos soldados heroicos y, finalmente, ha escrito un documentado y cuidado trabajo que ilustra toda la epopeya y sobre todo recupera la biografía de su bisabuelo, el cabo García Quijano. Una buena parte de los descendientes de «este último»viven desde hace décadas en León.

De regreso a Palencia, donde no le esperaban, retoma el trabajo y no logra nunca su pensiónCuenta de su bisabuelo que "nació en 1875 en el seno de una familia de labradores de Viduerna de la Peña, en plena Montaña Palentina. Con apenas 22 años tuvo dejar en el pueblo a su novia Inés y sustituir a su hermano Venancio en el reclutamiento para la guerra con los Estados Unidos, que acabaría convirtiéndose en el final del imperio español. La redención del servicio militar en ultramar costaba entonces nada menos que 2.000 pesetas. Jesús ascendió a cabo del Ejército español y fue destinado a Filipinas, para sofocar la insurrección en Luzón. En Baler había 50 hombres bajo mando de Juan Alonso Zayas. El cabo García Quijano embarca en Manila rumbo a Baler a principios de 1898. El 30 de junio, durante una patrulla rutinaria, García Quijano cae en una emboscada de los insurgentes tagalos y resulta herido de bala en el pie izquierdo. Esa bala, que le dejaría cojo de por vida, derrama la primera sangre del legendario sitio a la iglesia de Baler. Concluido el sitio, en un final sin precedentes en la historiografía militar moderna por la duración del asedio y por la reacción del vencedor hacia el vencido. Traumatizados y dispersos por la geografía española, los últimos de Baler no volverían a reunirse nunca más. Una vez de vuelta en Palencia, donde ya nadie (salvo quizá Inés) le esperaba con vida, retoma el trabajo de labrador y el recorrido burocrático por la administración para reclamar su pensión de invalidez". Otro denominador común, tampoco él cobró su pensión.
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