Música y palabras para amansar el tiempo

Marta Muñiz Rueda dice escribir poesía «por la gracia de Lorca y de Neruda», autores con los que comparte temas y musicalidad, sin quedarse en el lado cómodo de la misma

Mercedes G. Rojo
13/02/2018
 Actualizado a 18/09/2019
La poeta y escritora asturiana Marta Muñiz Rueda.
La poeta y escritora asturiana Marta Muñiz Rueda.
"Me cortejan helechos con corazón de sal. La memoria escarpada va trazando en las rocas
un vaivén exquisito, armónico y sutil
que desvela un acorde lejano de la infancia…"
(De su poema ‘Torimbia’)

La música y el paisaje, el mar, siempre deslizándose por sus letras. Así es Marta Muñiz Rueda (Gijón, 1970), uno de esos casos de mujer inquieta, escritora polifacética que navega con soltura por aguas poéticas, novelísticas o de relatos, participando incluso como columnista en diversos medios, como este mismo diario. Asidua participante en muchos de los actos literarios que se suceden día a día en León es una de esas autoras que se sienten de donde en cada momento están. Y, así, a sus raíces asturianas se une su estar y su sentir leonés de ahora mismo no exento de la melancolía por lugares que para ella tanto significan, como su México querido, país que siente como su segunda patria, lugares que hace continuamente presentes en los senderos de sus obras.

«Hija de madre poeta y pintora de rastro anónimo y un padre que vivió como marinero frustrado», tal vez sean dichas circunstancias las que hacen continua la presencia del mar en su obra; la minuciosa descripción de obras pictóricas –‘Tiempo de cerezas’, es un ejemplo– que nos permiten percibir incluso el olor de la pintura, sentir el rasguear del pincel o del lápiz sobre la superficie del lienzo o del papel; los paisajes descritos como si de un lienzo, una acuarela, una fotografía o un fotograma de nuestra película preferida se tratara. También está siempre presente la música a la que profesionalmente se dedica, de la que confiesa no poder prescindir y que, formando parte intrínseca de su ser, se deja sentir de una u otra forma, deslizándose enredada entre las palabras con las que construye sus versos, sus relatos, sus novelas,… que de todo hay en su obra, porque todos los formatos son inherentes a su propia personalidad literaria, saltando de uno a otro, entrelazándolos siempre, buscando la complementariedad que cada uno puede aportarle al otro en cada momento de la vida, en cada momento de la escritura, incapaz de serle fiel en exclusiva a ninguno de ellos porque no concibe las barreras en la literatura más allá de la forma en la que concatena las palabras.

Conocí a Marta Muñiz en Astorga, como ganadora de la desgraciadamente última edición del hoy tristemente desaparecido premio ‘Con esencia de mujer’, en 2015 con su poema Mujer. Recuerdo haber hablado con ella largo rato tras la entrega de los premios para reencontrarla luego, a mi retorno a León, en diversidad de actos literarios, compartiendo versos, relatos, presentaciones de otras compañeras, programas de radio, …, pues Marta es una activa participante en todo tipo de eventos; una de esas escritoras metódicas que escribe a diario y que siempre tiene en sus cuadernos poemas nuevos que compartir con sus compañeros de letras, como suele hacer en cada edición del Ágora de la Poesía, a la que es fiel cada fin de mes para regalar a los demás su último poema escrito.

Dice escribir «poesía por la gracia de Lorca y de Neruda», con los que comparte temas y musicalidad, sin quedarse en el lado cómodo de la misma ese que, imbuido del espíritu materialista que concibe que todo ha de tener un final feliz, parece considerar de mal gusto hablar de las realidades de la vida, de lo que nos duele, de lo que nos entristece, aspectos de los que es necesario liberarse para seguir creciendo, compartiéndolos por si sirven de ayuda, papel que muy bien ejerce la poesía. Por eso los versos de Marta Muñiz no siempre resultan cómodos ya que profundizan en el yo de sí misma y de sus personajes, moviéndose continuamente entre los paraísos buscados «frágiles y efímeros, a la vez tan escurridizos como mágicos» y los infiernos presentes «que viven a nuestro lado cada día» en el dolor, el hambre, la muerte, la soledad, la tristeza, la enfermedad…

Su prosa está claramente influida por el «realismo mágico» que tiene sus máximos exponentes en la literatura sudamericana, entre la que reconoce su gran pasión por García Márquez, un estilo por el que claramente navegan tanto ‘Tiempo de cerezas’, su primer novela publicada, como muchos de sus relatos, plagados de situaciones entre lo real y lo fantástico, con una fuerte presencia de lo sensorial y en las que quedan atrapadas su pasión por la música, por el cine, por los viajes, por la pintura…, marcando su personal impronta en cada página.

Esta es Marta Muñiz Rueda, una escritora que continuamente nos ofrece paisajes, a menudo recuperados de la infancia, para amansar el tiempo en el que vive y establecer raíces que la unan a quienes completan y continúan su pasar por la vida.
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