El pueblo de Pardollán pertenece al municipio de Rubiá en la provincia de Orense. Se trata de un pueblo «invisible», apenasperceptible desde los lugares de tránsito habitual, a no ser que alguien te indique expresamente su situación. Está franqueado y protegido por los farallones calizos que configuran su paisaje de contorno, lo que le confiere tanto un abrigo climático, como una morfología singular, similar a la del cercano pueblo despoblado de La Balouta, del que lo separa la garganta del río Sil.
Las primeras referencias a ésta localidad datan de mediados del siglo XI, tomadas del Tumbo de San Pedro de Montes. Destaca la ermita de Santo Estevo, en estado de semiabandono aunque en fase de recuperación. Situada en las afueras del pueblo, en un paraje solitario y montañoso y al lado del manantial más caudaloso del pueblo, recuerda los antiguos emplazamientos eremitas. Se cree que la iglesia pertenece al románico tardío, dispone de una sola nave con una fachada principal dividida en dos cuerpos y consta que fue restaurada a finales del siglo XVII o principios del XVIII.
En el cuerpo superior está el campanario con dos ventanas iguales y una tercera más pequeña. Según el historiador Antonio Castro Voces: «sus escasos restos conservan algunas de las mejores muestras del precario y maltrecho patrimoniorománico con el que cuenta Valdeorras», se hace urgente la recuperación y conservación de ésta antiquísima ermita. Al lado de la misma, y aprovechando la existencia de un caudaloso manantial subterráneo, se adivinan los restos de un antiguo molino del que se conserva, en buen estado, el banzao circular que lo alimentaba. Constituye el molino de cabecera de un conjunto de ellos que funcionaban en serie, aprovechando el mismo caudal y el fuerte desnivel del terreno hasta llegar al pueblo. La iglesia de Pardollán, de nueva construcción, conserva la imagen de Santo Tomás, que cariñosamente se le conoce como San Arangaño o Arangañín, al poseer el poder milagroso de curar la enfermedad infantil del «arangaño», padecimiento de los pequeños que, al no querer comer, presentaban un aspecto raquítico y enfermizo. Tras un ritual muy ceremonioso, el «santo» procedía a la curación, por lo que se considera «milagroso».
Es tal el atractivo, tanto del paisaje como del paisanaje, que varios jóvenes alemanes enamorados del pueblo y de su sencilla forma de vida, han elegido el mismo como residencia habitual. Están plenamente integrados, participando en la vida social y cultural como un vecino más, donde han construido sus propias casas como una mezcla entre la arquitectura tradicional valdeorresa y la arquitectura popular alemana, lo que ha configurado, a la entrada del pueblo, lo que se puede denominar el «barrio alemán». La botánica que se desarrolla en la zona está condicionada por los terrenos predominantemente calizos/dolomíticos que la constituyen, roca muy escasa en Galicia y que aquí presenta el mayor afloramiento de Galicia. Esto da lugar a la existencia de endemismos de carácter rupícola, únicos de la Sierra (que se prolonga por las Peñas de Ferradillo y los doce Apóstoles hasta Peñalba de Santiago, ya en tierras leonesas). Podemos mencionar la rara y endémica Petrocoptis grandiflora, que podremos encontrar desplomada sobre los acantilados calizos a lo largo de recorrido del sendero del cura; la Santolina (Santolina semidentata) con capacidades medicinales; la Soldaconsolda (Saxifraga trifurcata); Leontodon farinosus o la Campanula adsurgens y, con suerte, otro endemismo conocido como Rhamnus legionensis, que tamiza los roquedos a modo de bonsáis,aunque es más abundante en los afloramientos del lado berciano.
La vegetación que veremos en todo el recorrido nos recuerda el paisaje mediterráneo. Es muy abundante el Almez (Celtis australis), árbol de hábitat mediterráneo y climas atemperados, que constituye un indicador del microclima del que goza Pardollán. Los terrenos que vamos a pisar durante el recorrido se componen de calizas de edad ordovícica (periodo que abarca de los 500 a los 435 millones de años), y pizarras de edad silúrica (entre los 435 y los 395 millones de años). La zona de contacto entre ellas constituye en nivel ferruginoso de Pardollán, donde se explotaron las minas de pintura. El nivel ferruginoso constituye el techo de la formación geológica de las calizas de la Aquiana, estando por encima del mismo las pizarras con nódulos de pirita que podemos encontrar en la carretera de acceso de Quereño a Pardollán, que se extienden por el oeste a la localidad de O Castelo, y por el este, hacia Yeres. Estas pizarras, de edad silúrica, contienen unos fósiles característicos denominados «graptolitos», que significa, literalmente, «escrito en la piedra». Eran animales marinos formados por colonias de pequeños seres invertebrados que, flotando sobre la superficie marina, eran transportados por las corrientes oceánicas. Durante el recorrido podremos encontrar graptolitos sobre algunos afloramientos pizarrosos. También trilobites sobre las pizarras verdosas con aspecto de arenisca, predominando los géneros Cromus y Struzcia. También bivalvos y crinoideos, lo que demuestra que estamos caminado sobre el fondo de un antiguo mar paleozoico.Los depósitos limolíticos de las minas de pintura constituyen, desde el punto de vista estratigráfico, un nivel guía de gran importancia. Por este motivo, ha sido declarado como uno de los puntos de interés geológico de Galicia. A nivel geológico se le define como un «hard ground»(literalmente suelo o costra endurecida), superficie encostrada de óxidos de hierro que está aterrada por animales perforantes. Son propias de los sedimentos marinos poco profundos con lecho calcáreo y con importante acción bacteriana y bioquímica –en relación con un periodo climático muy cálido- y que, posteriormente, quedó cubierto de nuevo por el mar que generó las capas silúricas.
Cercano a la brecha ferruginosa de Pardollán podemos encontrar una roca característica que la acompaña, constituida por un conglomerado de matriz ferruginosa (denominada pudinga) que se extiende hasta Castroquilame y que da origen a un material muy usado en la construcción, conocido en la zona de Valdeorras como «barrollo» o «pedra do Pardollán». También, la ermita de Santo Estevo está cercada con un curioso material de construcción de origen cárstico, recogido probablemente en las inmediaciones, que técnicamente está constituido por caliza pisolítica. Una roca formada por agregación de pisolitas (la pisolita o perla de las cavernas, son cuerpos acrecionales esféricos producidos por el depósito de finas capas de calcita alrededor de un núcleo constituido por cualquier material).
La geología también es responsable, desde la perspectiva hidráulica, de la abundancia de agua que tiene Pardollán y la ausencia de la misma que padece Villar de Silva. Gracias a la existencia de terrenos impermeables en el lado de Pardollán, las pizarras silúricas, hace que las aguas que precipitan en forma de lluvia sobre los terrenos permeables calizos de Villar de Silva, afloren en Pardollán a través de las trayectorias preferentes de fallas, fracturas o las zona de contacto de las rocas permeables (caliza) con las impermeables (pizarras). Llueve en los dos pueblos por igual pero los manantiales afloran en Pardollán.
La fuente de Aguayo, que podemos visitar durante el recorrido, adquiere su personalidad ferruginosa cuando el nivel freático atraviesa las capas de hierro de Pardollán y los nódulos piritosos de las pizarras silúricas. Contiene 2,4 mg de hierro por litro de agua y se utilizaba antiguamente (quizás ligada a los milagros de San Arangaño) para curar en los tratamientos de anemia, y en las situaciones en las que se necesita un aumento de las exigencias de hierro como son: embarazo, crecimiento, menstruación, hemorragias, etc. El camino continúa en sentido ascendente por la vallina deforestada de O Carvallal (dedicado en la actualidad al pasto para el ganado y que en el pasado se utilizó para el cultivo de cereales) hasta alcanzar el alto de O Carvallín, desde donde se puede otear uno de los hermosos paisajes del Parque Natural de la Sierra da Enciña da Lastra. A partir de aquí el camino inicia su fase de descenso, rodeando los farallones calizos de Valello, un acantilado con forma de corredor que constituye también un mirador excepcional del paisaje de la Sierra. Dejando a nuestra izquierda las praderías del piedemonte del Monte da Fraga, nos acercamos hacia la localidad de Villar de Silva, que se descuelga, como un graderío a la solana, hacia el embalse de Peñarrubia.
A medio camino entre Villar de Silva y Pardollán y justo donde el camino corta los acantilados calizos del Monte Da Fraga, aparece el mirador de La Cruz. Desde aquí se observa la imponente mole caliza de Peñarrubia y, a sus pies, la presa del mismo nombre, que embalsa el poderoso río Sil para alimentar la central hidráulica de Quereño a través de una canal de casi 5 km de longitud.A continuación y en continuo descenso hacia el pueblo, podremos observar, a nuestra izquierda, antiguas plantaciones de olivos con los que se producía aceite para consumo propio, gracias a las favorables condiciones de estos terrenos. En Pardollán podremos ver un trozo de paisaje mediterráneo en los límites del Bierzo. La excursión finaliza con un merecido trago de agua en la fuente carbonatada del Regueiro, en Pardollán.
Monte da Fraga
En esta ruta descubrimos Pardollán, un pueblo 'invisible' en el municipio de Rubiá. Situado en la provincia de Orense, en los límites del Bierzo
03/06/2018
Actualizado a
17/09/2019

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