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Molinos de viento

26/06/2018
 Actualizado a 14/09/2019
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Llevamos tiempo en esta tierra con una idea instalada mayoritariamente en nuestras cabezas: la de que la suerte ya está echada. Un tipo de fatalismo cargado de complejos que es la causa de tantas cabezas de avestruz metidas bajo la tierra. Y por ello es normal que cualquier clase de reacción, ya no digo de rebelión, se considere como un intento descabellado de luchar contra molinos de viento. Es posible que sí sea luchar contra molinos de viento el intentar evitar que se nos lleven hasta los molinos. Que la compañía Vestas pretenda ahora llevarse varias líneas de producción a China, India o Argentina es un clásico de esas llamadas multinacionales, aunque más apropiadamente deberíamos denominarlas transnacionales, e incluso anacionales. Un clásico inevitable. Son monstruos que no tienen ni patria ni ley. Dios, sí. Pero no es al que llevamos acostumbrados durante siglos por estos lares.

Con su marcha, nos quedará la melancolía del recuerdo de aquellos aparentemente razonables argumentos que nos empujaban a creer que una región en acelerado proceso de desindustrialización como la nuestra, debía hacer más que nadie por el futuro del planeta y abandonar la explotación de algunas fuentes de energía (y de riqueza) y liderar la apuesta por las renovables. Pues parece que con las renovables tampoco va a ser.

Mientras tanto, algunos seguirán creyendo en los Reyes Magos, en que nuestro futuro depende de magnates y fondos extranjeros que dadivosamente decidan crear industria y empleo en nuestra región. También en que instituciones que dicen representarnos aporten fondos o regalen subvenciones para mantener la ficción, cediendo al chantaje, al igual que suelen hacer en esa otra parte de nuestra comunidad autónoma que lleva siglos llamándose Castilla.

La buena noticia es que cada vez hay más personas dispuestas a llamar a las cosas por su nombre. Cada vez son más los que apuestan por que les digan que luchan contra molinos de viento. Saben que en realidad son gigantes y ya han perdido el miedo.
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