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Ministerio de la verdad, Gobierno de la mentira

13/11/2020
 Actualizado a 13/11/2020
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En mi entorno de amigos defensores de los principios liberales, encuentras a los que ponen siempre como pilar el liberalismo económico, otros que defienden el liberalismo social y hay hasta los que te intentan justificar que Trump, por ejemplo, es un gran defensor del liberalismo, siendo todo lo contrario.

Como en alguna ocasión ya les he comentado desde esta columna, mi visión del liberalismo es más ‘natural’ y se fundamenta en la libertad individual para elegir y equivocarse, respetando la libertad de los que me rodean, con máxima importancia al derecho a la vida, a la dignidad y a elegir el propio camino con la menor injerencia del Estado o de cualquier organización que anteponga sus intereses a los míos más allá de intentar crear el escenario que nos permita a todos tener las mismas oportunidades.

Muchos de esos derechos recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos son protegidos por la justicia en los países desarrollados y, lo que en muchas ocasiones aún es más importante, protegidos también por la libertad de prensa.

El Gobierno de Sánchez, como siempre suele ocurrir en gobiernos de izquierda, tiende a limitar y coartar estas libertades individuales en la búsqueda de una supuesta satisfacción común, que al final lo que termina provocando es precisamente lo contrario. La insatisfacción colectiva y la frustración individual.

En ese sentido, la penúltima tropelía que se han sacado de la manga, es una ‘comisión permanente contra la desinformación’, lo que algunos llaman el Ministerio de la Verdad al más estilo orwelliano.

Esta comisión o ministerillo contra las noticias falsas o ‘fake news,‘ está compuesta por varios ministros y secretarios de Estado dirigidos por el vicepresidente en la sombra Iván Redondo y se supone que van a ser los que nos digan qué podemos o no podemos decir en nuestras redes sociales o qué es verdad o mentira de lo que publican los medios.

Que me digan a mí lo que puedo o no puedo poner en mis redes sociales o fiscalicen a los medios de comunicación, atenta contra los principios básicos de libertad de expresión y de información. Libertades que solo pueden verse limitadas por el respeto a la Ley y a la dignidad y el honor de terceros. Imaginen esa comisión prohibiendo expresiones artísticas como el cubismo o el surrealismo porque no se ajustan a la realidad, o censurando viñetas de humor en los periódicos porque son exageradas y pueden inducir a tener una percepción falsa de la realidad o censurando a los imitadores de la tele porque se hacen pasar por otras personas.

Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces. Dejen a la gente que decida por sí misma. Esa comisión contra la desinformación, lo primero que debe hacer es pedir responsabilidades a los miembros del Gobierno y a Fernando Simón que cada día mienten sin ruborizarse haciéndonos pasar, encima, por tontos.
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