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Menos Twitter e mais trabalhar

22/05/2021
 Actualizado a 22/05/2021
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No encuentro mejor título para la columna de hoy que esta versión remasterizada del mítico sketch protagonizado por Emilio Aragón en el programa ‘Ni en vino, ni en directo’ en los años ochenta. Reconocer eso sí que los padres ideológicos de esta reflexión son una política y un periodista, que en un corto espacio de tiempo han coincidido en su diagnóstico sobre la calidad de la imagen que nos regala el espejo de las redes sociales.

Aunque sea de Perogrullo, es necesario viralizar la obviedad de que lo que se ve en las redes sociales no es el reflejo de la realidad, sino una imagen distorsionada y deformada por ciertos intereses más o menos espurios. Pero éste no es el verdadero problema, lo realmente fatídico es que cada vez más partidos políticos, grandes empresas e individuos toman sus decisiones para la vida real fijándose en ese reflejo virtual.

La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, afirmó recientemente que «menos Twitter, menos ruido y menos grandes titulares y que la buena política es la que se centra en los problemas de la ciudadanía», dando a entender y de manera acertada, a mi juicio, que existe una gran diferencia entre la política virtual y la real. Claro está, es mucho más sencillo y menos sacrificado realizar pseudopolítica en redes sociales que aplicar y cambiar leyes para mejorar la vida de la ciudadanía. La pareja de baile de Yolanda Díaz en esta columna es el periodista Iker Jiménez, quien en el comentario final de su último programa de Cuarto Milenio tiró de valentía para, incluso poniendo ejemplos propios, alertar del error cada vez más común que está llevando a personas con diferentes responsabilidades a tomar decisiones exclusivamente por el ruido y la inmediatez que emanan de las redes.

Ha sido un proceso sibilino, pero sin darnos cuenta se ha invertido el juego de espejos y si bien las redes deberían presentar la imagen de la realidad, lo que aportan al espectador es una deformidad alentada por extremismos, crispación e intolerancia, que a su vez rige las conductas de muchas personas en la vida de carne y hueso. Siendo en la mayoría de las ocasiones el miedo a la reacción virtual el ingrediente principal para adoptar una u otra decisión.

Las redes sociales nos han aportado ciertos aspectos positivos, pero no debemos perder el foco y permitir que la brújula de nuestras vidas no funcione por el magnetismo terrestre, sino por uno virtual, detrás del cual hay personas, algoritmos y robots que deberían estar al servicio de nosotros y no a la inversa.
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