"Me gustaría conocer Japón y visitar una fábrica de papel"

Cristina Ibáñez es una artista de larga trayectoria que aúna los saberes orientales con el arte occidental creando un todo unificado que resulta agradable a los sentido. Prueba de ello es su exposición de El Albéitar

Vicente García
14/12/2019
 Actualizado a 14/12/2019
La artista Cristina Ibáñez con una de las piezas que expone en el Ateneo Cultural El Albéitar. | VICENTE GARCÍA
La artista Cristina Ibáñez con una de las piezas que expone en el Ateneo Cultural El Albéitar. | VICENTE GARCÍA
La exposición que presenta Cristina Ibáñez en las salas del Ateneo Cultural El Albéitar muestra su trabajo personal y emocional de los últimos quince años, aunque con muchos espacios vacíos, imbuida de la espiritualidad japonesa, pero con las características propias de su autora, que siempre ha vivido en el ambiente cultural leonés
Cristina nos comenta que Luis García, comisario de la exposición, ha puesto orden en su trabajo y le ha hecho reflexionar acerca de sus obras, que ha creado sin ver su significación citando la espiritualidad japonesa que impregna su obra, porque ‘Kami’ es un concepto que hace referencia a la espiritualidad dentro de la Naturaleza y es la mención de los dioses o del panteísmo en Japón. Para ellos todo es dios, el aire es dios, entonces esa divinidad tan cotidiana, íntima o grandiosa es lo que la autora quiere reflejar.

«El cauce a través del que yo me expreso, donde mejor lo vivo, es en la montaña. Para mí la montaña es el referente y el territorio que yo conozco, que es Valdeteja, es donde yo me siento reflejada», dice Cristina y son las montañas del Bodón, de Sancenas, la Peña del Pueblo, la Verde, Barcaliente, Bucioso los lugares que rodean ese hermoso valle donde la artista se siente tan feliz.

La exposición se compone de obras colocadas en tres salas diferentes, además del pasillo. En la sala más amplia se pueden ver los cuadros realizados por la autora con motivos de esa naturaleza con la que se encuentra tan unida, tienen un sentido circular, empiezan con oraciones en blanco, recorren un bucle que va siguiendo una línea para volver a las oraciones en blanco, una especie de eterno retorno a lo largo de formas variadas asociadas a la espiritualidad oriental y a su forma de ser leonesa empapado de sus esencias. Son cuadros donde el color, la materia y las formas nos recuerdan siempre el medio natural que desea evocar la autora, quien cuenta que le gustaría en el momento de pintar estar empapada de esa espiritualidad oriental, pero que ella es occidental y dice: «yo sé que no puedo porque soy occidental, soy española, y leonesa, criada con cecina y pan y pimentón. Me encanta y adoro la estética japonesa y el amor al trabajo, pero el trabajo con amor y la dedicación que son capaces de emplear para cosas tan sencillas como la escritura. Me gustaría visitar Japón, su medio rural, pero sobre todo conocer una fábrica de papel».

El dibujo del árbol que se encuentra en el pasillo es el árbol destruido, sacrificado, torturado, desechado que, ya sin vida, da sus frutos convertido en ventanas, puertas, en leña, muebles o cualquier recurso para abrir y cerrar al mundo ese refugio que es la casa y en su interior a calentarlo, acomodarse y vivir.

Otra de las salas está dedicada a los lares o la casa no casa, en la que se intenta presentar ese lugar como un refugio para el artista, un refugio espiritual y poético donde la autora pueda presentar sus emociones con la representación de esa casa rural. Además de realizar hermosos cuadros de motivos naturales ha introducido su experimentación con el pirograbado sobre puertas y ventanas procedentes de la cercana localidad de Valverde, en las que ha realizado dibujos con diversas técnicas, con un resultado excelente en especial en esta sala.

La instalación de las cinco islas se encuentra en otra sala y en una oscuridad casi total se puede ver un montón circular de basura, papel triturado, y en su interior cinco círculos que son las cinco islas y según comenta Cristina «al principio pensaba que iba a ser una instalación en la que iba a recrear el agua como un elemento bucólico, pero no nos podemos olvidar de la realidad y tiene un aspecto muy poético, aunque hacer poesía con la basura puede resultar una pequeña obscenidad de alguna manera y el material con el que trabajo es reutilizable».

Son cuadros donde el color, la materia y las formas nos recuerdan el medio natural que la autora quiere evocarHay además un audiovisual que comenzó a realizar fijándose en los suelos «porque las texturas del suelo me fascinan y empecé a hacer haikus e hice una pequeñísima edición de haikus con fotos editadas y poemas breves, sin que se vieran demasiado, similar a le escritura que se ve pero no se ve y se adivina pero no está presente del todo y a partir de ahí fui haciendo unos montajes jugando en el ordenador e hice una presentación con música de Miguel Angel Viñuela y de ahí ha salido el ‘paseo de la nieve’, hecha en Vegarada, la ‘hierba de julio’ hecha en Valdeteja, cerca de mi casa, las otras, de mar-hierba están dedicadas al ciclo del agua y están en diferentes lugares como Galicia, Asturias y León», comenta la autora. Se trata de un viaje a través de las cuatro estaciones. Para la autora es novedad disfrutar de su trabajo en la imagen, tanto audiovisual como la fotografía utilizándolas como un medio de expresión personal.

Cristina Ibáñez finaliza su presentación de toda la obra expuesta comentando: «Para mí hay mucha desnudez personal, en mi obra, pero en esa desnudez es donde yo pienso que me puedo comunicar con cualquier otro ser, porque desnudos somos todos iguales y esto es la parte que más me interesa explorar y comunica directamente a través de lo espiritual, de las emociones, de lo trascendente. No me puedo considerar budista, pero mi acercamiento al oriente tiene mucho que ver con la práctica del yoga y la meditación». Eso se puede sentir en su obra que ha sido comisariada y presentada por Luis García en un pequeño catálogo patrocinado por Ferecor, el bar y con la colaboración de la Universidad de León, la Galería Ármaga y la sala Espacio E.

La exposición estará en la sala de exposiciones del Ateneo Cultural El Albéitar hasta el día 19 de diciembre.
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