"Madrecita" Amparo, una riañesa para el Nobel de la Paz

Amparo nació en Riaño, en una familia de 13 hermanos. Se hizo monja y fue como misionera a Bolivia, donde colgó los hábitos para luchar por los Derechos Humanos. Propuesta para el Nobel de la Paz

Fulgencio Fernández
02/01/2022
 Actualizado a 02/01/2022
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Pocas formas mejores de empezar el año que de la mano de una de esas mujeres leonesas admirables, repartidas por el mundo, realizando una impagable labor, a veces poco reconocida e, incluso, desconocida y olvidada. Podría ser el caso de Amparo Carvajal Baños (Riaño, 1939), que acaba de ser noticia en el país donde decidió quedarse, Bolivia, pues ha sido nombrada Personaje del Año 2021, un galardón que concede el Diario Independiente Página Siete y que argumenta la elección por «su inquebrantable defensa de los Derechos Humanos» desde la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia, que ella misma fundó. Ya es la segunda ocasión que la riañesa obtiene este galardón.

En 1974, aún monja y en la clandestinidad, forma parte del grupo que funda la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia, que en la actualidad presideSu postura en defensa de los Derechos Humanos y «su postura valiente frente a todas las injusticias desde el año 1971» también supusieron que la leonesa fuera propuesta para el Premio Nobel de la Paz: «Mi voto es por Amparo Carvajal, toda una vida dedicada a la defensa de los derechos humanos en Bolivia, dejando atrás su país y su familia y enfrentando en Bolivia a todas las dictaduras y gobiernos autoritarios desde 1971».

Se repite la fecha de 1971 porque fue ese el año en el que la leonesa llegó a Bolivia, como monja, en la congregación de las Mercedarias Misioneras de Bérriz, una organización dedicada a visitar a los presos y detenidos y con mucho trabajo en aquel país, entonces bajo la dictadura de Bánzer. Tres años más tarde forma parte del grupo que desde la clandestinidad funda la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia (APDHB), de la que es presidenta desde 2016.

1980 es la segunda fecha importante en la trayectoria de lucha de la leonesa. La congregación a la que pertenece es expulsada del país, para acabar con el trabajo de gente como la leonesa, pero ésta, la riañesa Amparo  Carvajal, decide colgar los hábitos y ser libre para mantener su clara defensa de los Derechos Humanos en Bolivia. Cincuenta años de lucha que han encontrado el reconocimiento (segundo) con el Premio Personaje del Año 2021 en Bolivia.

Amparo Carvajal nació en 1939 en Riaño, en una muy larga familia, de 13 hermanos, que aún viven la mayor parte de ellos. Como en tantas familias numerosas una de las salidas de la época era irse a estudiar con alguna institución  religiosa, ella lo hizo en las Mercedarias Misioneras de Bérriz, en las que —por su especial dedicación a los desfavorecidos y olvidados— pudo desarrollar su alto sentido de la Justicia; de ahí que no dudara en abandonar la congregación cuando «la presionaron» para que dejara su lucha.

En la argumentación del galardón que le acaba de conceder Página Siete hacen desde el periódico boliviano un repaso de algunas de las numerosas causas defendidas por «madrecita Amparo», que así la llamaban, especialmente los indígenas: En 1976 (aún monja) ya estuvo  al frente de las movilizaciones que demandaron respeto a los derechos humanos de los presos políticos; con los discapacitados que pedían al gobierno un subsidio;  con la expresidenta Jeanine Añez puedan defenderse en libertad para lo que se apostó a la puerta del penal; con la XI Marcha Indígena de los pueblos originarios de tierras bajas, que recorrió el trayecto entre Trinidad y Santa Cruz de la Sierra en demanda de respeto a su territorio; estuvo cercada por cocaleros por unirse a los indígenas que se oponían a la construcción de una carretera; acompañó al médico Jhiery Fernández que fue condenado por un delito que nunca cometió  y también al dirigente cocalero de los Yungas Franclin Gutiérrez, encarcelado sin pruebas durante 15 meses... En definitiva, una larga lista ‘sin más color que la Justicia’, lo que  le provocó ataques desde diversos gobiernos, que la acusaban de estar al servicio de intereses «de los rivales» pero ella siempre se ha mantenido firme en lo que, afirma, es su único compromiso: «Los derechos humanos, que la gente pueda defenderse en libertad, contra los abusos de poder. Me da igual que me amenacen, voy a seguir trabajando».

Y a los periodistas que le entregaban el premio les regaló un consejo: «Vayan siempre al fondo de la noticia, porque siempre hay una causa para todo
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