Ayer, el expresidente Carande recordaba esta historia y hacia osos a los grandes favoritos: Víctor Llamazares, Moisés Vega, Tomasuco y Liquete, más líder ante las ausencias de Jesús Quiñones y Roberto Gutiérrez.
- ¿Hay valientes para estos osos?; se preguntaba.
Los hubo. No para todos pero fue un corro cargado de sorpresas, bien es cierto que algunas relativas.
No los hubo para Víctor Llamazares. Sigue siendo Víctor mucho oso en ligeros. Casi ni lo intentó el bueno de Jesús, al lado de su casa, pero cuando escucha el nombre del líder sonríe y baja la guardia, no se siente con fuerzas para ello.
Entonces los ojos se pusieron en otro del Curueño, Busi el de Valverde, para el que también era un día especial pues, al fin, su abuelo Nano se había decidido a ir a verlo en un corro. Ni con esas.
Ya sólo quedaba una opción, Dani del Blanco, en la final. El maestro de Taranilla está haciendo buena temporada, tiene clase, ganas... pero es mucho oso, y el falseo de mediana que le hizo en la primera caída es de los que te quitan las ganas de muchas aventuras.
Rubo y ‘el bueno’
Medios empezó con homenaje, un reconocimiento a lo que el año pasado hizo en este mismo corro Rubén Fierro, Rubo el de Valdorria. Por ello, el alcalde le entregó un trofeo por «ser el primer luchador del municipio que gana este corro desde que hay Liga».Y sus paisanos esperaban que lo refrendara ganando de nuevo. Pero había oso en el peso: Moisés, que llegaba invicto y que se pegó una soba tremenda en el primer combate con Flechina, que se le adelantó además. Una de las caídas fue de las más vibrantes de la temporada, llegaron a estar los dos de rodillas, se levantaron y Moisés metió su cadera. Seguía.
Rubo, por su parte, se las tuvo que ver con el tercero en discordia, Adri, y lo solventó con soltura, animado por los suyos, en especial por su abuela paterna, a la que los nervios llevaban de un lado para otro.
La final estaba servida. Moisés-Rubo. La abuela va a ver al chaval y le pregunta si ya está en la final:«Sí abuela, con el bueno».
Nada que añadir a su definición. Se agarraron. Rubo atacó rápido y logró una entera, Moisés respondió con otra y una bella dedilla de Rubo parecía camino de ser la definitiva pero Moisés se dio la vuelta. «Ahí perdió la oportunidad», lamentaban los suyos pero no era cierto, el mejor Rubo salió y remató. Ganó.
- Entonces ahora el mejor eres tú; decía la abuela tirando de la lógica de las abuelas. Ayer sí, seguro.
A Arce lo que es de Arce
La lucha, por suerte, tiene todo tipo de practicantes. Diego Arce, El Balilla, que camina para los cuarenta, es el último de aquella raza de indómitos tipo El Terrible de Valdealiso. Sin ninguna concesión. A lo suyo. Este año subió de peso, a semipesados, parecía un hándicap pero ayer puso sobre la hierba algo incuestionable, que nadie tiene más fe en Diego Arce que Diego Arce.
El oso al que hay que enfrentarse en semis es Tomasuco (y más después de vencer éste a Rodri) y el Junquillo valiente para hacerlo era El Balilla de Moscas del Páramo. Un agarre eterno, peleando el pecho como si les fuera la vida en ello —que les va— fue un aviso que estaba allí el Arce del hacha de guerra. Tremenda la final, con nervios de acero del paramés porque sabía que él no se jugaba nada.
Esperó, estuvo atento, estuvo listo y ese pecho que había ganado en el agarre le permitió meterle la cadera a Tomasuco cuando éste lanzaba sus ataques y dos veces seguidas le enganchó a la contra, no aflojó ni un milímetro en el aire y sumó dos enteras. Golpeó con el brazo al aire, apuntó al cielo primero, a alguien muy especial de la grada después y por un momento pareció esbozar una sonrisa este tipo duro que en cada corro cumple con el rito de ponerse esparadrapo en cada uno de los dedos, proteger como un gladiador sus rodillas rotas en mil batallas... y a la batalla, que lo suyo es eso, una batalla abierta.
En pesados, Chus Quiñones y Guti, los primeros ganadores de corros en esta categoría siguen de vacaciones, como si en sus cálculos iniciales no entrara verse en lo más alto. Caberín estaba ante el altar (bueno, ya estaría en el banquete) por lo que el oso ‘presente’ era el líder y ganador de los dos últimos corros: Omar Liquete, el nervioso luchador del Ferral que iba y venía, miraba los sorteos, tal vez de reojo a Alejandro... pero éste cayó ante el otro Quiñones, Álvaro.
¿El Junquillo valiente? Tal vez muchos no se dieran cuenta en la presentación que estaba un chaval de semipesados, muy callado, de Boñar, Cristian González... un chaval que prometía mucho y no acababa de ganar el corro que le diera alas.
¿Y en pesados? Pues se mostró como es, poderoso. Ganó a Héctor Redondo sin pensar en los 30 kilos que le saca, a Álvaro Quiñones con dos rodillines de bella factura... y le esperaba Liquete.
También solventó la final sin recibir ni media caída. Como es él, con poco ruido y mucha lucha.
Los amigos llamaban a Grandoso. Al viejo minero Hilarino, el abuelo, que no estaba en el día de gloria del nieto pero seguro que disfrutó a lo grande ese día que los valientes cazaron a los osos.