Los puentes históricos del alto Curueño

Un recorrido por las viejas reliquias de la mítica calzada de Vegarada

Luis Solera Selvi
03/09/2018
 Actualizado a 19/09/2019
Puente de Lugueros sobre el río Curueño. | LUIS SOLERA SELVI
Puente de Lugueros sobre el río Curueño. | LUIS SOLERA SELVI
Aquellos vestigios camineros por las Hoces de Valdeteja y el Paso de los Puentes todavía se pueden rastrear en la actualidad y este Lobo curioso que persigue con tesón las vetustas obras pontoneras a su paso, también husmea entre lajas de caliza y muretes de mampostería como viejas reliquias de la mítica Calzada de Vegarada que aún son visibles en las cercanías de sus puentes.

Se sabe y se han estudiado con tesón las variadas coladas y sendas que utilizaba la trashumancia en esta zona donde el Curueño abrió su encajonado cauce al valle que abarca, sin duda, la mayor colección de puentes en ruina y que nos hace pensar en la importancia que tenía para el tránsito de ganados, viajeros, buhoneros y trajinantes que por esta ruta, pretendían alcanzar el Cantábrico por Vegarada. Pero este cánido divulgador de puentes no se detiene y continúa su periplo junto a las aguas claras del Curueño hacia los altos portillos, nuevos agostaderos de ganado con pastos ricos que aprovechan las cabezas de ovejas en trashumancia y sobre todo, eternos paisajes que emboban al viajero impenitente que esto escribe y así, en un esfuerzo neuronal, desempolva su memoria y quiere contrastar la belleza de estos parajes, la dificultad de sus calzadas, el viento fugitivo que circula por los cañones y refresca su geta lobuna, siempre sudorosa con el ajetreo que supone saltar entre piedras, bajar al cauce para comprobar las bóvedas de estos puentes, hacer mediciones o cazar la obra plena con sus aparatos de fotografía que mantiene en equilibro para evitar su caída al agua cuando, por necesidades del oficio, hasta mete sus patas en la corriente pues desea captar un detalle, una peculiaridad de la piedra milenaria en cualquier puente. Vagabundo de la carretera y peregrino de obras pontoneras, desempolva, como digo, su memoria y compara estos parajes de simbiosis río-puentes con aquellos que descubrió en Pirineos, ya fuere por el Valle del Cardós, el río Ara, Los Noguera o el potente cauce del río Aragón. La historia se repite y el cánido evalúa las obras del Curueño como soberbias, bellas y plenamente integradas en el paisaje al que pertenecen por derecho e historia.

Puente de Lugueros. Atrás queda el puebluco de Tolibia de Abajo y en este periplo carreteril de empinadas cuestas donde el Curueño encajona al asfalto y lo empequeñece para lucimiento propio nos llegamos a Lugueros, aproximadamente en el PK 34,300 de la carretera provincial LE-321, dentro del término municipal de Valdelugueros y tras cruzar un bello puente decimonónico de 2 ojos con más de un siglo de historia al que da servicio esta calzada, nos encontraremos con la primera joya pontonera de este trayecto. Pese a sus lógicas rehabilitaciones a lo largo de los siglos, todavía mantiene la impronta medieval que le dieron los maestros canteros en aquella época. Dispone de 3 amplios vanos con arcos de medio punto por donde marcha el cauce principal y un par de tajeas o aliviaderos en margen izquierda que también daban agua a ingenieros molineros. Aunque su fábrica en piedra caliza y esquisto es de mampostería rústica y económica, nos encontramos con una de las obras civiles más atractivas de la pontonería rural medieval. Aguas arriba dispone de dos tajamares en cuña que refuerzan la estructura y acentúan su belleza.

Puente del Llano Nevero. Siguiendo el itinerario de la vieja Calzada de Vegarada, hacia el PK 36 de la moderna carretera, nos encontraremos con este solitario puente medieval también conocido como del Llano Lobero lo cual gusta a este cánido por pura asociación mientras mueve el rabo -es un decir- y aúlla ufano al encontrarse estas viejas piedras que rezuman siglos de existencia. Probablemente, al igual que ocurre con otros puentes de Alto Curueño, debió de tener en origen un solo ojo, amplio, de grandes luces pero por ruina o pesadez de la estructura, se habilitaron otros dos, sensiblemente menores pero que ayudan a los desalojos de cauce en épocas de crecidas. Rehabilitado entre los años 2.003 y 2.007, nos muestra su categoría con mayor esplendor. Tablero a dos aguas, fábrica de sillarejo y grandes mampuestos, pretiles soberbios y una nueva albardilla que no desentona con la vetusta obra civil pues cobrará pátina antigua en pocos años. La puente de Abajo de Cerulleda. En este sin vivir de joyas pontoneras que vamos hallando y siguiendo el cauce del Curueño aguas arriba, nos topamos en seguida con este puente, aproximadamente en el PK 38 de esta carretera provincial. Soberbio puentecillo que se asienta firme sobre la roca madre del cauce, dispone de un ojo con geometría de medio círculo, bóveda sólida y fábrica externa en mampuesto menudo de caliza y canto rodado. Los pretiles parecen muy antiguos a base de lajas de esquisto y su tablero genuino medieval es del tipo lomo de asno con rampas muy acentuadas. Se encuentra en buen estado tras su rehabilitación que terminó en el año 2.009.Puente Cimero de Cerulleda. Al norte del pueblo de Cerulleda y siguiendo el cauce del Curueño, nos encontraremos con otro puente singular. Semejante al anterior, aquí todavía se acentúa su apoyo en grandes rocas calizas del propio cauce que acrecientan su firmeza al evitarse posibles descalces en estribos por simple erosión o la fuerza de las aguas en momentos de crecidas. Exhibe un bello vano en forma de arco de medio punto y firmes muros laterales que conforman los estribos. Tablero muy pronunciados a dos aguas y rústica fábrica donde se mezclan grandes cantos rodados con mampostería ordinaria y cabeceras bien abocinadas para facilitar el tránsito ganadero de los rebaños trashumantes. Pontón del Arroyo de Francamuerta. Al norte del pueblo de Redipuertas,siguiendo nuestro periplo por la Calzada de Vegarada, aproximadamente en el PK 41,600 de la carretera convencional y con vistas a la Vega del Coruñón, de donde toma el nombre nuestro río Curueño,nos encontraremos con esta curiosa obra civil tan antigua como la mítica calzada de origen romano-medieval que salva este arroyo a pocos metros de su desagüe en el río Curueño. Aunque excesivamente restaurado en la intervención del año 2.005 todavía se puede observar la calidad de su fábrica, ahora reducida a una soberbia bóveda de cañón a base de dovelas de gran tamaño y bien imbricadas que marcan la curvatura perfecta de la obra. Recientemente se ha construido un paso anejo a base de dos caños de hormigón para el tránsito de vehículos pero este viejo pontón sigue siendo útil para la caminería excursionista que quiere acceder a las fuentes del Curueño.

Pontón Nuevo del Arroyo de Francamuerta. Dejando atrás el viejo pontón de origen romano-medieval y situado en el PK 42 de la carretera LE-321 aparece otra obra curiosa. También debemos rendir homenaje a la ingeniería carreteril que conformó esta calzada convencional de tercer orden y que a finales del siglo XIX -hace más de un siglo- con medios bastante arcaicos ymínima tecnología, pudieron superar los inconvenientes de una geografía agreste con pronunciadas vaguadas y barreras de caliza en cañones estrechos para conseguir o conforman una vía de montaña que sigue siendo útil y da servicio a los modernos vehículos que por ella circulan.

Efectivamente, para salvar vaguadas, el propio río así como los muchos arroyos y regatos, se tuvieron que construir muchos pasos que apenas podemos ver cuando circulamos por esta calzada pero que ahí están y son el resultado final de una vía completa de acuerdo con su proyecto original. Entre tajeas, alcantarillas o pontones, pongo el foco en este discreto paso, desde el que se puede observar su homólogo y milenario puentecillo sobre el Arroyo de Francamuerta.

Es un pontón estrecho pero con gran altura, para desalojar con eficiencia las posibles crecidas de este arroyo montaraz. Aunque en su bóveda predomina la mampostería ciclópea mezclada con el sillar lo que llama la atención son sus boquillas con dovelaje cuidado y de excelente talla que marcan como un compás la perfecta geometría de un medio círculo. Buena mampostería recia en ambas caras y una soberbia imposta de piedra que soporta el pretil original en aguas abajo, conforman este testigo de lo que fue la ingeniería decimonónica que todavía podemos admirar. Bien, ahí queda el asunto y un Lobo relajado, olvidó las vetustas piedras pontoneras y cazó un Clavel de Pastor que medraba junto a las frías aguas de aquel arroyo de nombre inquietante.

Terminados los itinerarios pontoneros que tienen relación con la Cañada Real Leonesa Oriental así como con la Occidental, indagaremos próximamente en la tercera vía pecuaria leonesa, conocida como Cañada de la Vizana o de la Plata. Mientras tanto, atenta lectura, salud y buena ruta.

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