Los personajes del tío Ful: ‘Tolo’ Cardeñoso, dulzainero

No hay fiesta que se precie sin pasacalles y dulzaineros, como no hay romería, no hay procesión, no hay boda... y en esta tierra la dulzaina se llama Tolo

Fulgencio Fernández y Laura Pastoriza
28/07/2018
 Actualizado a 18/09/2019
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Te sonará la cara de Tolo. Antolín Cardeñoso. En cualquier romería que hayas estado Tolo podía ser el dulzainero, incluso has podido ser alumno suyo en la Escuela de Música. Habrás visto a Tolo en cualquier diana de fiesta, en el pasacalles, en las danzas de paloteo, en las fiestas del Corpus, en la tantáriga o tantárida de Sahagún pasando el puente por San Jorge en San Esteban de Nogales, en Joarilla, en las Candelas de Villanueva del Árbol, incluso en las Cantaderas leonesas, en las romerías y bodas —«que entonces duraban dos y tres días y se contrataba a los dulzaineros a tiempo completo, siendo un signo de distinción»—... y en tantas otras fiestas «pues la dulzaina tiene un sonido muy alegre y de gran sonoridad, lo que la convierte en un instrumento ideal para cualquier tipo de celebración al aire libre»... La dulzaina siempre. «Incluso para amenizar la recogida de la leña para una hoguera y se celebraba con ella».

¡Como para no conocer a Antolín ‘Tolo’ Cardeñoso!

La dulzaina actualmente en León lleva grabado un nombre, Tolo, que es quien ha cogido el testigo de sus maestros y se ha empeñado en trasmitirlo a las siguientes generaciones. «Creo que el futuro está asegurado, en la escuela hay chavales que lo hacen muy bien».

Sabe Tolo que lleva a sus espaldas la herencia de tantos maestros que tuvo. «Es cierto, yo siempre había tenido el gusanillo de la dulzaina —gaita, pipa, zuzaina, según las comarcas— pero a la vuelta de la mili, escuchando a De la Riva me dije, es lo mío, éste es mi instrumento». Y tiene ahora el noble oficio de hacer que no se olviden aquellos temas que crearon o interpretaron Los Clarines, de Valencia de Don Juan, o Los Pataritas de San Esteban de Nogales o... «no nos faltan referentes, no nos faltan maestros a los que honrar», a aquellas gentes que guardaban como oro en paño sus dulzainas de fresno o encina.
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