Los personajes del tío Ful: Juan Reyero, acordeonista

Una vida dedicada a la música, y algún que otro oficio. Un tipo generoso que hoy recibe el homenaje de las nuevas generaciones de acordeonistas, que tanto le deben

Fulgencio Fernández y Laura Pastoriza
30/03/2019
 Actualizado a 14/09/2019
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La larga vida de Juan Reyero es una historia de fidelidad a la música. Y hoy se la reconocen en ‘su pueblo’, Santa María del Páramo, las nuevas generaciones de acordeonistas, instrumento al que tantos años se entregó.

Pero no fueron los de su infancia y juventud tiempos fáciles por lo que tuvo algunos otros oficios, al margen de una complicada enfermedad de la pleura con solo 13 años. «Era una cosa muy jodida y no podía salir de casa. Cada 15 días tenían que llevarme a cuestas al médico, desde el barrios de San Esteban a la Avenida Roma».

Unos años difíciles... y a la vida. Fue pastor efímero de ovejas, «pues marchaba a cortar varas para hacer flautas y una vez me comieron los lobos unas cuantas ovejas y se acabó el pastoreo».

Se le daba, y se le da, bien la electrónica y trabajó en Gijón reparando televisores. En este caso el problema era otro, que habla mucho de la generosidad de este paisano. «Me daba mucha pena cobrar a gente humilde, les pedía lo justo, o nada, y la mujer me reñía, ‘no sirves ni para cobrar’, me decía».

Instaló repetidores en Omaña «y me comían los jabalíes los cables», trabajó en su comarca de Riaño, «tengo raíces en Siero de la Reina»—, trabajó en el teleférico de Fuente Dé «pero lo mío era la música, la acordeón y cantar, sobre todo boleros».

Y la música fue su vida. Estudió por correspondencia por un método de la Academia Mozart, de Barcelona. «Como no tenía acordeón dibujé en un cartón las escalas y practicaba en aquel cartón... Cuando tuve el instrumento ya todo fue más fácil».

También estudió con el maestro Odón Alonso... Y, sobre todo, la vida. «Toqué en un bar de la Plaza san Martín, a veces por el bocadillo; con unos hermanos de Valdesogo, con los Raúles, en un cabaret de Gijón acompañando a los artistas porque leía las partituras» y muchos años de orquestas: Los Reyeros, con su hermano; la Santa María; Ana y la Sexta Flota, con su hija Ana ‘Vitel’; Club Radio... y aún hoy en el Hogar del Jubilado de Santa María».

Y, como remate, le inculcó la pasión a sus 3 hijos, que están al frente de 3 orquestas: Sonido, Clan Zero y Cañón.
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