Los dos Machado

Bruno Marcos reflexiona sobre la histórica fotografía que ilustra a los dos hermanos a propósito de la obra de teatro que este viernes se representa en el Auditorio

Bruno Marcos
18/11/2022
 Actualizado a 18/11/2022
Los hermanos Antonio y Manuel Machado.
Los hermanos Antonio y Manuel Machado.
Desde la Transición hasta la actualidad ha resultado difícil enterarse de que Antonio Machado tuvo un hermano. Se descubre de forma accidental, casi siempre, al encontrar en la biografía del gran poeta una fotografía vieja de él con otro hombre que se le parece mucho en un despacho con muebles de madera muy tallados. Se trata de Manuel Machado. Iguales en complexión, iguales en vestimenta, con trajes cruzados que el blanco y negro de la instantánea de la época vuelve del mismo color gris. Antonio con camisa de cuello duro desmontable estilo ópera, seguramente para espantar la leyenda de su «torpe aliño indumentario». Manuel, con cierto garbo contenido, fuma y apoya el codo inclinando el cuerpo sobre un pequeño cofre en lo que podría ser una postura tópica de bar. Antonio, sedente, lleva una pluma estilográfica en el bolsillo superior de la chaqueta y permanece en posición tranquila, maternal. El esquema iconográfico responde a las composiciones que se vinieron haciendo desde la invención de la fotografía a los matrimonios. Ambos dirigen la vista al objetivo de la cámara con una mirada semejante. Manuel pudiera estar empezando a ver algo inesperado, o lleno de gracia, y Antonio mira como sabiendo nuestro misterio, con esa mirada de la que diría Rubén Darío que era tan profunda que apenas se podía ver.

Los Machado pertenecieron a una familia ilustrada, krausista, librepensadora. El abuelo, catedrático de ciencias, fue decano de universidad, alcalde y gobernador civil de Sevilla; el padre abogado, periodista y folclorista. Los dos hermanos vivieron los primeros años de sus vidas en un cuento de hadas, alquilados en el sevillano palacio de Dueñas donde en un huerto claro «madura el limonero». Luego se fueron a Madrid y de ahí a ser bohemios en París donde conocieron a grandes autores como Paul Verlaine y Óscar Wilde, mientras hacían algunas traducciones para la editorial Garnier. Después volvieron a la España de principios del siglo XX en la que tuvieron un papel destacado en la cultura.

Los que los conocieron señalaron la diferencia de caracteres como si lo normal entre dos hombres, aunque sean hermanos, fuera ser idénticos. Rafael Cansinos Assens en ‘La novela de un literato’ los compara: «Manuel, efusivo, ligero, chispeante, andaluz pizpireto; Antonio, serio, ensimismado, meditabundo, lacónico como un espartano, descuidado en su atuendo, con manchas de ceniza y alcohol en su traje viejo y raído».

Los dos Machado con el estallido de la guerra civil quedaron en lados contrarios; fueron poetas; compartieron genealogía, familia, infancia, juventud, viajes, sueños, versos e ilusiones; estrenaron obras de teatro hechas conjuntamente y la contienda —nunca mejor llamada fratricida— consumó, con estremecedora nitidez, su separación llevando a la realidad los versos de Antonio: «una de las dos Españas ha de helarte el corazón».
Archivado en
Lo más leído