- ¡Ay hijo!, la gente está muy vaga, sólo tenemos dos, uno donde el alfar y otro donde se coge el autobús.


En otros lugares cercanos, como Castrocontrigo o Torneros de la Valdería, también mantiene esta tradición, pero no apuestan por el número sino por trabajar uno a conciencia.
En Castrocontrigo se han volcado en ello los de la activa asociación El Castro de El Campillo y su apuesta ha sido representar y documentar la historia de lo más cotidiano, el proceso del pan y la historia de las panaderías en la localidad. Así recuerdan que la panadería Marcos, hoy Justel,está en manos ya de la cuarta generación de panaderos: «A finales del XIX la regentaban Marcos y su mujer, Petra Carnicero; pasó a su sobrina Adela, a la que acogieron como su propia hija y pasó a llamarse Toribio Castaño, su marido, hasta que se incendió en 1958. La reconstruyeron y en ella trabajaron sus cuatro hijos: Petra, Lucía, Ignacio y Lupe para quedársela definitivamente Lupe. Ya son cuatro generaciones».
Y de la misma manera documentan la panadería de Ricardo y Petra y completan esta cercana lección de historiacon un texto sobre «el proceso del pan», de Luis Crespo o el recuerdo de historias del lugar: «En Castrocontrigo el pan se hacía con el cereal que se producía en la zona: el trigo. En casi todas las casas había horno y una vez sacado se guardaba en arcas o arcones para su mejor conservación. Era habitual la torta temprana, que se hacía con masa más fina y barnizada con aceite y azúcar y se metía al horno con las hogazas pero se sacaba antes».
En Torneros apostaron una historia más genérica: el otoño, «cuando volvíamos de la escuela y tu madre te mandaba ir por aquellos sacos de otoño para echarle de cenar a las vacas»; y es quepadre y los hermanos mayores «iban temprano a segar para el Escobal, Ribarroya, las Bortonas, los Adiles... y los más pequeños les íbamos a llevar la merienda».
Las pequeñas historias y los recuerdos escritos en los mayos.