¿Y si Oliver Twist vive en la puerta de al lado?

Niños abandonados. La aparición de un nuevo caso en Mansilla pone de actualidad una realidad que siempre ha tocado la fibra sensible la sociedad

Fulgencio Fernández
10/04/2016
 Actualizado a 12/09/2019
Edificio del viejo hospicio de León, ubicado en Santa Nonia y ya derribado. | L.N.C.
Edificio del viejo hospicio de León, ubicado en Santa Nonia y ya derribado. | L.N.C.
En la naturaleza no hay nada gratuito, incluso la sonrisa de un niño tiene su función. Son raros los niños que son abandonados. Habitualmente el encanto del hijo seduce totalmente a sus padres que hacen lo indecible por él, sólo cuando algo falla en el niño o cuando la situación es demasiado difícil para sus progenitores el delicado equilibrio interior de una persona puede romperse y ocurren casos como el actual. En el fondo nadie tiene la culpa. Es muy fácil buscar culpables pero más fácil aún equivocarse».

Son palabras del psicólogo leonés Miguel Ángel González Castañón escritas hace treinta años, en octubre de 1986, pero perfectamente válidashoy pues el hecho que las provocaba era el mismo. Entonces la noticia era 'Dejan a un bebé abandonado en el Hospital de Ponferrada' la de esta semana es 'Abandonan a un bebé en un portal de Mansilla, al lado del centro de salud'.

En los treinta años que separan la primera de la segunda noticia se repitió varias veces, en un portal de una céntrica calle de León (en 1992) y lo encuentra el repartidor de la prensa; cerca de un contenedor (1997); en un céntrico bar...

Siempre los mismos elementos: el abandono, un bebé, la ternura que provoca, la incredulidad, las especulaciones sobre los motivos, el morbo...Siempre los mismos elementos: el abandono, un bebé, la ternura que provoca, la incredulidad, las especulaciones sobre los motivos, el morbo y la «necesidad» de encontrar culpables. «Es muy fácil buscar culpables pero más fácil aún equivocarse», a ello me acojo, no hablaremos de culpas sino de realidades, de la vieja historia de los niños abandonados, en tiempos mucho más numerosas, tanto que los hospicios existían en casi todas las ciudades, habilitados con un torno para que la madre ‘desesperada’ dejará allí al niño, también los dejaban a veces en conventos y hasta había apellidos para los niños abandonados:Expósito; y, en León, Blanco, para aquellos que eran depositados bajo la imagen de la Virgen Blanca de la Catedral. Blanco Blanco eran los apellidos del famoso Genarín (Jenaro Blanco).

He elegido precisamente como caso singular inicial el del niño abandonados en el Hospital del Bierzo, por tener prácticamente todos los elementos de los que hablaba el psicólogo. La publicación en prensa de la foto del niño, al que las enfermeras llamaron Toñín, muchas familias se ofrecieron para apadrinarlo (también ha ocurrido con el de Mansilla), Toñín paso a ser «el bebé del Bierzo»...

Pero toda esta fase «entrañable» desemboca en otra más cruda y real cuando aparece la madre, una mujer de 31 años, y se desvela una historia de una vida muy complicada, con vejaciones y malos tratos en unos tiempos en los que eran menos perseguidos e, incluso, la posibilidad de que no hubiera sido la madre quien abandonó a Toñín sino otra pareja posterior de su madre, que no era el padre del niño y tampoco parecía ser el hombre ideal para olvidar los malos tragos anteriores.

¿Culpables?


Ha vuelto a pasar. Vuelve a haber muchos elementos que añaden complejidad al abandono del niño en Mansilla, como el hecho de que la madre ni siquiera hubiera cogido la baja para dar a luz, que no faltara ni un día a trabajar.

Son fugaces y, por suerte, cada día más esporádicos regresos a una vieja realidad, los abandonos, los hospicios, los Blanco, los Expósito... En León había una evidencia de esta situación, el viejo hospicio, ya derribado, que ocupaba buena parte de la parcela de Santa Nonia, que iba desde la calle del mismo nombre hasta Independencia, Puerta de la Reina y el Jardín de San Francisco (ver foto en esta página). También había hospicio en Astorga y Casa Cuna en Ponferrada.

Son fugaces y, por suerte, cada día más esporádicos regresos a una vieja realidad, los abandonos, los hospicios, los Blanco, los Expósito...  Lo atendían las monjas de la caridad y ese gran coleccionista de recuerdos que es Pepe Muñiz también habla de otros antecedentes, como el Arca de Misericordia, la Obra Pía de Nuestra Señora la Blanca o la Casa de Niños Expósitos. Como se ve en sus nombres aparecen las explicaciones de los apellidos Blanco y Expósito.

El Hospicio de León se levantó fundamentalmente con «legados caritativos»y el impulso del Obispo Cuadrillero. Se iniciaron las obras en 1786 y se acabaron siete años más tarde, curiosamente pronto se quedó pequeño y el Rey debió financiar un impuesto especial para financiarlo. Ya en el siglo XX, en la primera década, la Diputación abordó una importantes obras: un lavadero mecánico, una planchadora de vapor, cuartos de aseo, calefacción en los talleres y habitaciones de las monjas, dormitorios para las nodrizas...».

Y es que una de las características de la vida en el hospicio que más llamaba la atención era, por ejemplo, que «se alquilaban nodrizas para que les diera de mamar a los niños abandonados en aquella institución». También llama la atención que a veces los hospicianos fueran contratados para los entierros, «para hacer bulto».

Era tan ‘tristemente habitual’ que las madres tuvieran que abandonar a sus bebés que el propio hospicio tenía un torno, era una ventana cerrada con verja, en la que había un hueco con un cajón basculante en el que la madre depositaba al bebé, sin ser vista desde el interior, preservando así tanto su intimidad como su anonimato». Completaba el cuadro una campana, que la madre tocaba al irse para que el bebé no estuviera allí mucho tiempo y aliviar, si cabe, el que era el momento más duro en la vida de cualquier madre, seguro ¿Culpables?
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