Carlos Cobián es un artista al que algún crítico ha dado en denominar «el Sorolla del Norte», debido a su interés por pintar personajes en la playa en diferentes actitudes, aunque no con el contraste y fuerza mediterráneos, sino con la suavidad del tamiz neblinoso del Cantábrico, una de las muchas cosas que les diferencia.
En esta exposición reconoce haber ganado en luminosidad. «Sigo la premisa –comenta– de basarme mucho más en el agua, mucha marina, pero un tema que ha funcionado muy bien es el tema de los reflejos, prolongar la figura en el agua».
En sus cuadros al añadirles más luz para hacerlos más luminosos no solamente vemos el reflejo, sino también las sombras, esas sombras alargadas que tanto gustan al artista.

Sus figuras, que siempre se encuentran de espaldas con unos vestidos que no denotan un tiempo determinado, porque las modas vuelven continuamente y esas faldas que bien pudieran ser del siglo pasado se vuelven a ver en las playas cada cierto tiempo, por lo que la temporalidad de sus modelos se concreta muy poco, dando pie a una atemporalidad muy bien estudiada. Los complementos que siempre añade a sus obras son esas bicicletas. Las cometas, los juguetes de los niños y en otros cuadros las flores, las tumbonas, los paraguas…Sus óleos suelen seguir una pauta muy concreta y clasicista como nos explica: «Me gusta una determinada estética y es un poco lo que busco y en este mundo de la playa y sus habitantes los pinto siempre de espaldas por respeto, pues ellos componen una escena y no quiero interrumpir esa escena. Ahí está la naturalidad, en el momento en que se giran y te ven se pierde el encanto».Los reflejos para él reflejan mucho su forma de pintar y esos reflejos se notan con más fuerza en los últimos cuadros que ha realizado, porque tienen un aire más vivo, más vitalista y son el producto de esa nueva visión más luminosa de su obra.Carlos ha pasado tranquilo el confinamiento, como dice: «he estado mucho en el estudio, lo que me ha dado para pensar, afinar cosas y cuando hemos podido pasear he estado cerca de la playa comprobando formas de pintar, jugando con las luces y viendo cosas nuevas que dibujar. Sin embargo en esa etapa faltaba la gente y eso para mí es fundamental».

Acerca de su predilección por colocar niños en sus obras dice: «Los niños son para mi una forma de volver a mi infancia y me identifico con ellos, son difíciles de dibujar, por esa capacidad que tienen de estar siempre en movimiento, de no estarse nunca quietos, pero una vez que has conseguido esa pose, son los mejores modelos. A lo largo de los años he ido pintando a mis hijos y mis nietos y ha sido muy gratificante».
Carlos Cobián siempre que se acerca a León plasma determinados lugares de la ciudad, cosa que gusta tanto a él como a los leoneses que se acercan a contemplar sus cuadros y por ello en esta ocasión ha traído dos cuadros exquisitos. Por un lado la venta de flores en el mercado de la
Plaza Mayor, en su estilo, una plaza mayor recién regada y llena de reflejos en el suelo. Por otro lado, un cuadro excelente de la
Catedral en un día lluvioso con figuras en ambas piezas, la florista en el primero y unos viandantes con paraguas en el segundo.
Unos cuadros que por su sencillez y su carácter sentimental y poético harán las delicias de aquellos que se acerquen a contemplarlos en la galería de arte
Bernesga de la calle Santa Clara 2 de la ciudad de León hasta el próximo 29 de marzo.