Vidas divergentes en una España invertebrada

Antonio Toribios analiza el libro de Pedro Menchén 'Ortega y Gasset y Antonio Machado. El dilema de las dos Españas'

Antonio Toribios
22/09/2020
 Actualizado a 22/09/2020
Machado, Marañón, Ortega y Pérez de Ayala en Segovia en 1931.
Machado, Marañón, Ortega y Pérez de Ayala en Segovia en 1931.
‘Ortega y Gasset y Antonio Machado. El dilema de las dos Españas'.  Pedro Menchén. Ars Poética. Oviedo, 2020. 302 Pág.

Muchas obras se han escrito desde Plutarco y sus ‘Vidas paralelas’, tan imitadas ya desde la antigüedad, con la estructura dual que permite al autor comparar biografías. El tomar dos personajes de la historia y entrar a la par en el cúmulo de hechos y pensamientos que conforman una vida es estimulante, tanto para el que escribe como para el lector atento. Y es que una trayectoria vital conlleva conocer las luces y sombras de la sociedad en que está inserta, pero si son dos los caminantes, el espectro se amplia y el contraste enriquece a ambas figuras, que van a trechos con pasos paralelos, pero en otros eligen senderos separados, para converger de nuevo u optar por separarse definitivamente en cualquier encrucijada.

Sobre Ortega y Machado, no había hasta el momento ningún estudio de este tipo, como el mismo Menchén nos advierte en el prólogo. No así sobre otras figuras de la época y coetáneas, como los propios hermanos Machado entre sí, o Antonio con Juan Ramón y Unamuno,  y este último con Ortega. Se enfrenta pues el autor al reto de hallar los puntos de contacto entre dos intelectuales que coinciden en el tiempo (les separan ocho años en edad) y el espacio (Madrid, Segovia), así como en algunas ideas fundamentales (los dos apoyan la República naciente), pero disienten en muchas otras y admiten en todas claroscuros.Esas coincidencias y divergencias se van desgranando paulatinamente, en un trabajo minucioso y metódico, sin que la exigencia vaya en detrimento de la amenidad. El lector curioso asistirá a lo largo de capítulos como ‘El lord descuidado’ o ‘Las zonas oscuras de Ortega’ a un periplo por vidas y obras, pero también por los acontecimientos capitales de una época convulsa como pocas.No  es esta una obra académica que asuste a priori por sus dimensiones desmedidas o un ingente aparato crítico, lo  que no significa que el autor no haya realizado una lectura exhaustiva de las fuentes, tanto de obras completas, como de cartas y artículos, así como de las biografías precedentes. Y esto se demuestra a lo largo del libro, y especialmente en el capítulo ‘Un material muy sensible’, en que Menchén disecciona obras de referencia como las de Gibson, Tuñón de Lara y otros, desmontando razonadamente errores, unas veces de fechas o datos concretos y otras de interpretación de los hechos, demostrando pundonor y arrojo en el empeño.

Este mismo compromiso con la verdad y consigo mismo muestra cuando toca posicionarse ante las personas y sus actos. Si bien se advierte, al menos como lector así lo he percibido, una mayor simpatía hacia Machado, el autor no es por eso más condescendiente, pues no se inhibe ante los defectos humanos del poeta, como su indolencia y su escaso don de gentes. Del mismo modo, reconoce los méritos de Ortega, doctor a los veintiún años, aunque ponga también de relieve su engreimiento y escasa disposición a la empatía.
Estamos ante un libro que combina perfectamente el detallismo del investigador riguroso, con la especulación del divulgador apasionado. Nos encontramos así con datos como el número de veces que aparece el nombre de Ortega en la obra de Machado. Pero también asistimos a una interpretación de indicios, cuando toca hablar de los amores del poeta con Guiomar, que roza la narrativa de ficción, y casi diría de lo detectivesco. Si hubo o no algo más que palabras con la musa, solo ella y Machado lo saben, pero ahí están las cartas a Pilar de Valderrama y sus tan sospechosas tachaduras.

En cualquier caso, la seriedad y el rigor prevalecen en una obra que no debería pasar por alto ningún lector interesado en la historia reciente de España. Sobre todo porque, tanto Gasset como Machado siguen siendo arquetipos de dos formas de entender el mundo.
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