Versos para una tragedia

El accidente de un autobús escolar el 10 de abril de 1979 en el que perdieron la vida 45 niños y 4 adultos en aguas del Órbigo inspiró los poemas ‘Romancillo al río Órbigo’ de Manuela López García y ‘Voz de niño, voz de río’ de Felisa Rodríguez

Mercedes G. Rojo
30/04/2024
 Actualizado a 30/04/2024
Publicaciones de Felisa Rodríguez que contienen los poemas.
Publicaciones de Felisa Rodríguez que contienen los poemas.

Corría el 10 de abril de 1979, cuando un autobús escolar que volvía de un viaje cultural a su localidad de origen se precipitaba a las aguas del río Órbigo en tierras de Sta. Cristina de la Polvorosa (junto a Benavente). En el accidente perdían la vida 45 niños y 4 adultos. La tragedia resultó de tal calibre y conmocionó tanto a la opinión pública que, a día de hoy, cuarenta y cinco años después de aquella tragedia, el recordatorio de la misma sigue saltando por las mismas fechas a las páginas de diversos medios informativos tanto en Galicia (lugar de donde procedían las víctimas) como en Zamora, provincia donde se sitúa el lugar de los hechos, como recordatorio de una circunstancia que conmocionó a España entera. También el pasado día 15, en este mismo periódico, Fulgencio Fernández se hacía eco de tal accidente acercándonos a lo que ocurrió entonces a través de la visión que en su momento dejaría para la prensa Fernando Rubio, corresponsal desplazado en la zona por El País. 

 

Imagen 1. Tragedia Río Órbigo
Portada de un periódico de la época haciéndose eco de la tragedia.

La lectura de este artículo, a la que les invito para ponerse en situación, me llevó inmediatamente, y una vez más, al recuerdo de dos de las poetas que en los últimos años hemos ido recordando tanto en las páginas de esta sección como a través de sendos libros homenajes con los que hemos querido acercarlas al conocimiento de la población leonesa. Se trata de Manuela López García (Cacabelos 1910-2005) y de Felisa Rodríguez (Noceda del Bierzo, 1912-1998), bercianas ambas, nacidas en la década de los diez del pasado siglo, maestras las dos y con una profunda sensibilidad para los temas sociales, dos poetas de muy diferentes características pero que coincidían en una especial inclinación por recoger en sus versos los sentimientos que las inundaban frente a momentos de tragedia que les impactaron especialmente, con poemas en los que la fuente de inspiración se centraba en la infancia y en las negativas circunstancias que a la misma afectaba. Así que en ese profundo amor por esa etapa que a ambas unía, y a la que tantos años y desvelos dedicaron, cantando y/o denunciando las injusticias que la misma sufría, ya fueran provocadas por la propia humanidad o por la naturaleza, ¿cómo no sentirse afectadas por un suceso como el acaecido en las aguas del río Órbigo?, una tragedia de la que se hicieron eco todos los medios informativos del momento y que fue aún más dura si cabe, por todo el tiempo que se tardó en recuperar los cuerpos de las víctimas. 

 

Imagen 2. Fragmento poema Manuela López
Fragmento poema Manuela López.

No tengo constancia exacta de la datación de los poemas que una y otra dedicaron al suceso, especialmente en el caso de Manuela López, pues el poema (hoy rescatado en su poemario ‘Soñando infancias’. Ediciones del Lobo Sapiens, León, 2022) lo encontré archivado entre su obra inédita, aunque si es de prever que el impacto sufrido por el conocimiento del caso tuvo que ser más que considerable si tenemos en cuenta que su último destino docente había sido en Coiro, localidad situada casi frente por frente a Vigo (donde estaba el colegio de los escolares fallecidos), justo en la otra orilla de su ría. Inspirada en la tradición oral que tan presente se hace a veces en su obra, con ecos de la historia de la zona en la que el suceso acaeció flotando en la composición y acudiendo una y otra vez a esa comparativa de la infancia con las flores, Manuela dedica a las víctimas del terrible accidente lo que ella denomina «romancillo» y que transcribimos aquí, dedicatoria incluida. 

'Romancillo al río Órbigo'
(Dedicado al trágico accidente en el que perdieron la vida gran número de personas, principalmente niños de un Grupo Escolar de Vigo, que realizaban un viaje escolar, una excursión de fin de curso). 

«Río Órbigo, río Órbigo, 
cargado de verde aroma, 
que recoge tus latidos
tierra de romance y sombras,
río que sembraba paz
y dulcedumbre de auroras; 
río yuntero de luces, 
cosechero de palomas: 
¿quién irguió tus garfios, di, 
para herir las caracolas?, 
¿quién te hizo escupir cuchillos
para apuñalar las rosas?

¡Alma de Bellido Dolfos,
con la mentira en la boca
paridora de traiciones,
se esconde tras de las rocas
al acecho de los lirios
para hundirlos en su fosa!
¡Ay, qué duras tus canciones, 
cuando el reloj dio una hora!
Rozando un mismo minuto 
hay muchos ojos que lloran. 

¡Ay, cuánta lluvia de pétalos
que en el alba se desploman…!
Voces roncas y agrietadas
contra tus aguas sollozan
y piden que les devuelvas,
desde tu arteria sonora,
los lirios inmaculados 
que entre tu fango reposan 
¡los lirios que son su vida!
¡los lirios que tú les robas! 

Al nacer la primavera
España entera solloza. 
Los corazones heridos 
un mismo dolor tremolan. 
¡Cómo se unieron las almas
en una tristeza sola…!
Pero hay unos nuevos ángeles
que baten sus alas rosas
al dulce son de la gaita
en las celestiales costas…

-¿Qué hiciste, di, río Órbigo, 
mancillador de la aurora? 
¡Tú, como Bellido Dolfos, 
serás maldito en la Historia!

¡Río Órbigo, río Órbigo, 
llora tu pecado, llora!»
 
    (Manuela López García)

En el caso de Felisa Rodríguez no serán uno sino dos los poemas dedicados a dicha terrible circunstancia, en ambos casos publicados en sendos poemarios suyos. En primer lugar dedicará a los protagonistas del aciago suceso un largo poema con el que finaliza su poemario ‘Romances y leyendas’ (1980). Y lo titula así: ‘Niños pescadores’, recurriendo a una metáfora que, curiosamente, también utilizará Manuela López en algunas de sus composiciones dedicadas a la infancia. La composición la hará en forma de sucesión de coplas que dan lugar a un falso romance de sesenta versos, dividido en dos partes que a su vez introduce con un breve texto que tituló ‘Imprevista tragedia’ y sobre el que posteriormente, un par de años más tarde, asentará un nuevo poema. 


Del que cierra ‘Romances y leyendas’ rescato parte de los últimos versos, para hacernos una idea de la impresión que tal circunstancia dejó en nuestra protagonista: 
«(...) No se conformaba el Órbigo
con ser un río truchero,
quiso llevarse los niños
en sus ondas traicionero. 
De lágrimas y lamentos
la tarde se hizo morada, 
márgenes que se estremecen 
de espera, desesperada. 
Paisaje tímidas rosas
que el vendaval debastó,
al hombro se lleva el río
cruces de hiriente dolor. 
Desde el Órbigo al Atlántico
todo líquido cristal, 
donde los niños vigueses 
se quedaron a pescar…»

(Fragmento de ‘Niños pescadores’, en ‘Romances y leyendas’. 1980).

Felisa volverá sobre el desgraciado accidente en un nuevo poemario, ‘El hombre de los aguzos’ (1983), con el poema ‘Voz de niño, voz de río’. En su primera parte versifica –de forma libre- sobre la «atmosfera» que va a dar lugar a la tragedia, utilizando para ello las líneas que utilizó de introducción en su primer acercamiento; y tras dichos versos completará su texto con una nueva secuenciación de coplas que en esta ocasión se centran, principalmente, en las consecuencias del accidente, en lo que queda a quienes los recuerdan, más que en la tragedia en sí misma. 

Voz de niño, voz de río

«Rezaba Abril la excelsa plegaria de primavera,
ungiendo la vida que estalla audaz y fecunda
en toda la Naturaleza. 
Mojada de trinos y perfumes, 
se adentraba la atmósfera por los poros
haciendo sonreír mi corazón. 
En la lejanía, horizontes blancos de nieve, 
azules de espacios, cobrizos de peñascales. 
Caravana fuga de grises y plomo, 
nubla la hora anunciando lluvia. 
Canción infantil peligrosa y explosiva,
jugando a descubrir patética tragedia. 
Fue en el río Órbigo
siempre escoltado por silencios pescadores, 
donde en aquel día primaveral
medio centenar de vidas preciosas 
se hicieron ofrenda y plegaria mojada. 
 
.........
En los espejos del río
nacieron rosas de carne,
el trigal llora amapolas
sobre el cobre de la tarde. 
Medio centenar de estrellas 
navegan en caracolas, 
aves de espuma fugaz
rizan la piel de las olas. 
Por senderos de cristal 
candorosa romería, 
a mundos de otras galaxias
los lleva la fantasía. 
Borra el llanto la ecuación
de un destino transparente, 
embrujo de las sirenas
los arrastró la corriente. 
Colegio de dioses buenos
arrecifes de corales, 
divina sabiduría 
inundó a los escolares. 
Enmudeció el ruiseñor, 
el aire viste de añil, 
cuando murmullos del Órbigo
suenan a voz infantil». 
(Felisa Rodríguez) 
 
No es esta la única tragedia infantil a la que los versos de una y otra hacen alusión a lo largo del desarrollo de su obra, y tal vez tampoco sean los de mayor calidad en su conjunto total, pero sí son una buena muestra de que eran dos escritoras atentas a lo que sucedía a su alrededor, a su impacto social y, especialmente, a todo aquello que estaba relacionado con la población infantil y su bienestar a todos los niveles. 


Y es que la poesía, en cierta medida social, es necesaria en todos los tiempos porque es herramienta imprescindible para remover conciencias. 

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