Veranos sin tiempo libre

Durante estos meses muchos jóvenes cambian sus vacaciones por el trabajo en campamentos para hacerse cargo de decenas de niños. La leonesa María Natal, que tras ocho años como monitora es ahora coordinadora, asegura que "es más duro de lo que parece"

C.Centeno
07/07/2019
 Actualizado a 19/09/2019
María lleva trabajando con niños desde que apenas tenía 17 años, cuando participó en su primer campamento en Guardo | L.N.C
María lleva trabajando con niños desde que apenas tenía 17 años, cuando participó en su primer campamento en Guardo | L.N.C
Son muchos los jóvenes que durante estos meses de verano deciden cambiar sus vacaciones por trabajo: el de cuidar a niños en los diferentes campamentos que se celebran a lo largo y ancho de toda la provincia en julio y agosto. Son monitores de tiempo libre, una profesión que tiene en la época estival su mayor carga de trabajo.

María Natal es una de ellas. Durante ocho veranos esta leonesa fue monitora de tiempo libre y este año sigue ligada profesionalmente a los campamentos, pero como coordinadora. No había cumplido todavía la mayoría de edad cuando realizó este trabajo por primera vez y la gustó tanto que se formó para seguir. Fue en el colegio en el que hacía Bachillerato, Maristas Champagnat, donde la propusieron ir a Guardo para trabajar con niños en riesgo de exclusión social junto con otra compañera. "Era el tipo de campamentos que se hacía de aquella y la verdad es que me empezó a gustar", asegura, por eso después hizo el curso de monitor de tiempo libre y se formó como Técnico Superior en Animación de Actividades Físicas y Deportivas (Tafad). "Empecé a ir a más campamentos y a querer saber más", explica. Y así, fue pasando veranos enteros de campamento en campamento. "Muchos de ellos empezabas el 1 de julio y acababas el 31 de agosto", comenta.

Eso sí, reconoce que "para los niños es ‘guay’ y normalmente los campamentos eran como un premio cuando ellos se portaban bien", pero no todo es diversión para los monitores de tiempo libre, que tienen "muchas responsabilidades" y conviven 24 horas tanto con los menores como con el resto de monitores, a los que en muchas ocasiones no conocen de nada. Para ellos "es como una especie de Gran Hermano", explica María, "porque no conoces a nadie, llegas allí de nuevo y convives con ocho o diez personas continuamente". Por lo que "pasas de no conocerte a convivir como hermanos y lo que al principio es un poco raro, al final acabas llorando en las despedidas porque les vas a echar de menos", comenta. Esa es su "mejor anécdota" como monitora, confiesa. Además está el "cariño" que coges a los niños. Los niños se dividen en pequeños grupos y cada uno de ellos tiene a un monitor de referencia "que tiene que estar pendiente de si come, de si ha ido al baño o de si ha hablado con sus padres", asegura.

Por eso cree que es una profesión que "muchas veces no está valorada". María asegura que el sentir general de las personas que no saben qué es un campamento es que el monitor va a divertirse, pero la realidad es que "tienes una responsabilidad muy grande porque tienes niños a tu cargo". "Si el niño se pone malo tú eres su mamá, si se cae tienes que curarle como si fueras la mamá o el papá, si de repente ha hecho algo bien viene corriendo y te lo cuenta como si fuera increíble", ejemplifica para asegurar que, al final, forman "una pequeña gran familia".

Después de participar en alrededor de una decena de campamentos –algunos de los cuales se alargaban durante todo el verano– como monitora, ayer llegó a Páramo del Sil para hacer el primero de la temporada como coordinadora. Un trabajo diferente al de los últimos veranos que ya empezó el año pasado. "La diferencia principal es que como coordinadora tienes más responsabilidad aún porque tus ‘niños’ son los monitores", explica, jóvenes que suelen rondar los 20 años y que en muchas ocasiones trabajan en campamentos durante el verano para sacarse algo de dinero, ya que el resto del año estudian. "Para ellos no todo es felicidad, porque están quince días fuera de casa, en un campamento en el que igual el día ocho ya están hasta arriba y se derrumban", comenta, por lo que su labor como coordinadora es "tenerles motivados" a parte de organizar su trabajo.

"Para mí ser coordinadora es más calmado y tranquilo, pero a la vez tienes mucha más responsabilidad", asegura. Ahora tiene 31 años y, en este puesto, no descarta seguir así más veranos. "Veía el final cuando no era coordinadora, porque como monitora pues si estás trabajando durante el resto del año acabas un poco agotado, pero ahora sí me planteo estar algún año más así", confiesa. Lo hará mientras no le salga un trabajo estable durante todo el año, aunque "los trabajos relacionados con lo mío suelen ser durante el curso", explica.

A las nuevas generaciones de monitores de tiempo libre les recuerda que no solo es "dinero fácil", una motivación por la que ahora algunos jóvenes se sacan la titulación. "Para trabajar con niños tienes que tener vocación, no es una fiesta", asegura confirmando que algunos de ellos llegan a abandonar los campamentos. "No es una profesión de riesgo pero tienes que saber y te tiene que gustar, porque tienes que estar con ellos durante 24 horas durante los siete días de la semana", confirma.

Monitores como ella son los responsables de que todo salga bien en campamentos que son el momento más esperado del año para muchos menores.
Archivado en
Lo más leído