Un hogar para curar heridas

La asociación Galgos de León rescató a Ayla abandonada y agonizando cerca de La Bañeza. Junto a Iván, Raquel y otras tres galgas, ha encontrado en Sariegos su segunda oportunidad

C. Centeno
25/11/2018
 Actualizado a 18/09/2019
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Hace casi dos meses que la asociación Galgos de León daba una noticia que ellos mismos tildaban como "muy dura". Las imágenes lo demostraban. Cerca de un pueblo pequeño de la zona de La Bañeza habían rescatado a Ayla abandonada y agonizante, con quemaduras en prácticamente todo el cuerpo y en estado grave.

A pesar de la situación de la galga, no tiraron la toalla y fueron muchos los que se implicaron y contribuyeron a su recuperación, para la que fue necesario casi un mes de ingreso en una clínica veterinaria.

La esperanza de que saliera adelante fue creciendo según iban pasando los días y, finalmente, se ha cumplido. Con el alta, la perra se fue a una casa de acogida hasta que una semana después la llevaron a un encuentro que el grupo organizó en Gijón. Allí la conocieron Iván y Raquel, que ya habían seguido su historia en Facebook y se implicaron en su recuperación cuando la organización hizo un llamamiento para recaudar fondos. Fue amor a primera vista, "la cogí en brazos y tenía que venirse para casa", confiesa Iván González.

La galga, a la que su nueva familia ha bautizado como Gwendoline, ya ha recuperado el pelo y mejora "día a día" Él y su pareja, Raquel, viven en Sariegos. Son dos enamorados de los perros en general y de los galgos en particular. Tienen otras tres galgas adoptadas. "Tuvimos una visión de su recuperación con ellas, porque el galgo es un animal muy de manada y como son tan buenas, pues vimos una recuperación en compañía de sus hermanas", asegura Raquel,convencida de que estar acompañada de Galilea, Valentina y Dorita en su nueva casa está ayudando a que salga adelante antes incluso de lo que ellos pensaban. "Se la veía que era una perrita que necesitaba cariño de hermanos y por eso pensamos que al estar acompañada pues iba a estar mejor», defiende Iván. Poco a poco ha ido cogiendo confianza «aunque sigue teniendo miedos porque yo creo que la han pegado bastante".

La recuperación física de Gwendoline, como han bautizado a la galga Iván y Raquel, es evidente. "Día día vamos viendo una mejoría que es una pasada", celebra Raquel. Ha recuperado por completo el pelo que tenía quemado y con costra cuando apareció, corre con sus compañeras de hogar y es cada vez más cariñosa aunque "todavía no acaba de tener ese punto de tranquilidad y de seguridad", reconocen los adoptantes, aunque solo lleva con ellos un mes. Además, los veterinarios les han advertido que, de tamaño, quedará pequeña, ya que sufrió malnutrición y raquitismo durante el abandono.

La llegada a casa fue "muy bien", confirman ambos. Ya lo intuían porque con las otras tres galgas ha sido así y, ahora, lo pueden demostrar. «La acogieron muy bien porque son muy buenas y muy sociables y tienen muy buen carácter, por lo que ya sabíamos que el recibimiento iba a ser bueno», uno de los motivos que les animó también a aumentar la familia. Viven en una casa y, además, las llevan a una finca grande pero cerrada en la que pueden correr sueltas y jugar todo lo que quieren. Con sus compañeras de hogar de cuatro patas puede copiar comportamientos y costumbres como la hora de comer, de salir o de dormir, una rutina "fundamental" para que haya podido salir adelante más rápido de lo inicialmente previsto. "Aunque teníamos buenas expectativas porque sabíamos que iba a funcionar, la verdad es que nos ha sorprendido y estamos muy contentos", celebra esta familia que dice padecer "galguitis".

"Galguitis"


Adoptaron a la primera de estas tres hermanas que equipan con los colores del parchís hace dos años. Antes tuvieron dos perros de otras razas. Cuando falleció la primera, "una perrita muy especial para nosotros", adoptaron a Valentina, la primera galga de la familia. Era muy pequeña y necesitaba una operación en una pata delantera, "nos enamoramos de ella nada más verla". Luego llegó Gali, después Dorita –que también necesitó una operación delicada de cervicales, un proceso "duro" que logró superar– y, por último, Gwendoline. "La verdad es que nos sorprendió el carácter tan bueno que tienen los galgos", asegura Iván. "Son unos perros hogareños, extremadamente cariñosos, caseros, tranquilos, que no necesitan mucha energía y en casa son muy buenos", confiesa Iván, por lo que animan a todo el mundo "a que ponga un galgo en su vida, que conozca la raza, la más castigada en España, y que les den una segunda oportunidad" porque "no te puedes imaginar lo que es transformar esa vida tan horrible que han tenido en una vida digna" ya que «todo el cariño que les das te lo devuelven multiplicado por mil", defienden.

Gracias a esta ‘galguitis’ que dice sufrir esta familia, que da hogar a cuatro perras rescatadas, y al trabajo de asociaciones como Galgos de León – que lleva cerca de 70 rescates en lo que va de año–, animales como Gwendoline pueden disfrutar de una segunda vida rodeados de cariño. Por eso, Iván y Raquel celebran que cada vez más los galgos entren a formar parte de la vida de nuevas familias leonesas pero aseguran que es necesario hacer de la prevención del maltrato y el abandono animal "una labor de todos". "La solución está en la educación de las nuevas generaciones, en controlar la tenencia de animales y endurecer las penas", defiende Raquel, que asegura que hoy por hoy no puede ver las duras fotos en las que se mostraba el estado de su Gwendoline cuando apareció. "No debería ser fácil poder deshacerse de un animal cuando ya no es útil", remata.
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