Un colegio con estilo

Amaya dejó su oscura vida en el colegio de su pequeña comunidad provinciana para irse a la gran ciudad. Sus padres querían un mejor futuro para ella, no querían que siguiera siendo educada en la intransigencia que marcaban las leyes de la época, que conviviera solo con niñas, que la pegasen si no hacía las cuentas en el tiempo asignado; que aprendiese algo más que a ser cortés con sus invitadas y a agradar a su futuro marido, algo más que coser, lavar y llevar una casa. De aquella época apenas recuerda como sus padres siempre le decían que no contase por ahí lo que se hablaba en casa, que era muy peligroso, aunque ella nunca entendió por qué. Solo recuerda que vivía con miedo, que sus padres susurraban para que no se enterase de las cosas, que la vida era oscura, aunque ella era moderadamente feliz en aquella oscuridad.

Una mañana de finales de verano, muy tempranito, sus padres llamaron un taxi que les llevó a la estación donde cogieron un tren que les llevó a otra ciudad, mucho más grande y llena de luz. Amaya estaba triste porque dejaba atrás todo lo conocido, y sobre todo a sus amigas. Se presentaron en la puerta de su nuevo colegio. Le pareció enorme. Sintió miedo, el típico miedo a lo desconocido. Les recibió la directora:

– Buenos Días, Amaya. ¿Qué tal estás? ¿Estás contenta de venir a estudiar aquí?
– Sí… - dijo tímidamente.

Estaba acostumbrada a decir las cosas que no sentía para agradar a los demás. Sin embargo, la voz y el semblante de la directora le transmitieron una paz que nunca había sentido. Lo peor fue cuando tuvo que despedirse de sus padres:

– Aprovecha el tiempo, Amaya. Estamos haciendo un gran esfuerzo para que puedas estudiar aquí, pero creemos que es lo mejor para ti – le dijo su padre.

Después de un interminable abrazo, Amaya se sintió muy pequeñita en aquel nuevo universo, pero enseguida comprendió que había algo más allá de su escuela provinciana. Sus nuevas profesoras, casi todas mujeres, le hablaban de lugares lejanos, le enseñaron otros idiomas, otras formas de ver la vida, le enseñaron que si conseguía un trabajo no tendría que depender de ningún hombre para sobrevivir. Nunca olvidará el primer día que entró en la biblioteca del colegio. Era la primera vez que veía una biblioteca, en realidad. Ante ella se abrió un nuevo mundo del que nunca más ha querido salir, un mundo de luz, pues comprendió que había muchos más libros que la ‘Enciclopedia’ de Álvarez o ‘Periquín y sus amigos’, libros que pusieron el mundo y la vida a sus pies. También hizo muchos amigos y amigas con los que hoy sigue en contacto.

Y volvió a su ciudad, y pensó que nunca podría agradecer a sus padres el esfuerzo que habían hecho por llevarla al colegio ‘Estilo’ en aquellos tiempos de oscuridad. Y que nunca podría agradecerle a su directora, Josefina, el mundo de luz que había abierto para ella en la gran ciudad.

Laura Gutiérrez Garrido tiene de 14 años, (León), cursa 2º de ESO en el IES Lancia y consiguió el primer premio exaequo en la Categoría A (Secundaria) del certamen.

La ilustradora

Iria Aldrey es una joven ilustradora que comparte raíces gallegas con su honda relación leonesa, tierras en las que lleva viviendo varios años. Ha trabajado en el mundo de la publicidad creando contenidos digitales, aunque desde hace prácticamente un par de años se dedica enteramente a la ilustración infantil, sobre todo con cuentos y juegos para niños de edades de entre 0 y 5 años. Presume de aprender cada día y de poder decir orgullosa, al igual que Gabriela (protagonista de ‘Historia de una maestra’), que su trabajo es su vocación desde que era niña. Este año se ha sumado a la nómina de artistas que han querido premia con su obra la creatividad literaria de los más jóvenes.