Un volumen para asistir al laboratorio del escritor Franz Kafka

El leonés Alberto Gordo es responsable de la traducción de toda la narrativa breve del autor checo, recopilada en una publicación de Páginas de Espuma con ilustraciones de Arturo Garrido

23/05/2024
 Actualizado a 23/05/2024
El traductor de los cuentos completos de Kafka natural de Sahagún, Alberto Gordo. | CARMEN CORDERO
El traductor de los cuentos completos de Kafka natural de Sahagún, Alberto Gordo. | CARMEN CORDERO

Un vasto acercamiento a la literatura del inolvidable y -también- vastamente conocido Franz Kafka y nueve meses de un concienzudo trabajo de traducción funcionan como semilla fecundada para alumbrar una recopilación sin precedentes de toda su narrativa breve.

El leonés natural de Sahagún, Alberto Gordo, es el encargado de trasladar la obra del narrador desde su alemán materno a un español actual y fiel a los originales. La define como «una traducción cuidada» y si por algo la diferencia de otras es por su criterio cronológico. «Ofrecemos una panorámica cronológica de la obra de Kafka, que es también una de las señas de identidad de Páginas de Espuma», explica el traductor: «Es impresionante ver su evolución artística y toda la originalidad que adquiere más o menos a partir de 1912, cuando escribió ‘La condena’... Se ve cómo, antes de eso, está en ciernes y es casi como asistir al laboratorio del escritor, que se va puliendo; se va puliendo hasta llegar al final de su carrera con una maestría impresionante».

Hace algo más de un año, Gordo hablaba para La Nueva Crónica sobre la importancia de conocer al autor a la hora de traducirlo. En ese momento, se refería al escritor austríaco Stefan Zweig y la traducción de sus cuentos completos de la mano de la misma editorial. 

Pero, tratándose del narrador enrevesado por antonomasia; tratándose del autor de ‘La metamorfosis’ –Gordo la denomina sin dudas ‘La transformación’–, relato tan retorcido como alabado y tan enigmático como clarificador, ¿es posible conocer al genio detrás del escritor? 

El leonés vacila. 

"La obra de Kafka tiene pequeñas finuras del lenguaje que  hacen la traducción más ardua"

«Kafka siempre ha sido un autor que me gusta mucho, le he leído mucho», confiesa: «Al conocerle bien, es más difícil traducirle porque tiene una mayor complejidad; hay que estar muy atento porque tiene pequeñas trampas, pequeñas finuras del lenguaje que hacen la traducción más ardua». Habla de su estilo: personal como pocos. Con interpretaciones tan múltiples como pulsiones guiaban la pluma del checo sobre el papel. «Tengo mi casa llena de libros sobre Kafka; biografías, textos, testimonios de gente que le conoció», explica el traductor: «No es un autor difícil de conocer porque tenemos muchos testimonios sobre él, empezando por Max Brod, su fiel amigo, que en prólogos de varios libros da un retrato de Kafka muy real, muy vivo». 

El hecho no despeja la duda, pues ¿no es habitual que la infinidad de interpretaciones, que la publicación desmedida de datos y extensas biografías desde prismas tan distintos como gentes hay en el mundo, lleve al potencial conocedor de una vida a la equivocación sobre la misma? 

El traductor responde, ahora, menos vacilante. 

«Yo no pretendo haberlo leído todo cuando traduzco», suelta: «Pretendo estar familiarizado, sobre todo, con los escritos del autor y, en el caso de Kafka, creo que no es tan importante estar familiarizado con todas las interpretaciones». Su necesaria investigación ha pasado por perspectivas de todo tipo: algunas, «muy precisas»; otras, «un poco peregrinas»; hasta «esotéricas». «Incluso lo pintan como si fuera una especie de santo laico, una especie de profeta que previó todo lo que nos está pasando ahora», añade: «Son interpretaciones muy interesantes y, para los que somos aficionados a Kafka, no dejan de ser un estímulo». Concluye que, a pesar de encontrar cierto placer sensitivo, ligero acercamiento a la mente y vida del narrador al entrar en contacto con este tipo de explicaciones, «no hay que volverse loco con ellas». «Creo que Kafka, cuando escribía, no tenía en mente todas las interpretaciones», analiza freudiano: «De hecho, muchas de las obras son muy misteriosas y enigmáticas y esa puede ser quizás una razón de que sigamos leyéndolas y de que tanta gente lo interprete, pero no creo que haya que estar al tanto de todas las interpretaciones para hacer una traducción competenete y buena».

 

Prólogo y nota del traductor repiten una misma premisa en este volumen de cuentos completos de Franz Kafka. Tanto Andrés Neuman, prologuista, como el propio Alberto Gordo ponen énfasis en la idea de que «Kafka ha de sonar a Kafka porque ningún otro escritor había sonado ni suena como él». Para explicar la afirmación, el leonés no puede evitar remontarse al pasado del checo. «Escribía en alemán, pero vivía en Praga», introduce: «Formaba parte de la minoría judía de habla alemana de Praga, que era una ciudad en la que también se hablaba checo». Su lengua, desde la perspectiva del traductor, marcó indiscutiblemente sus formas literarias. «Su alemán es peculiar, no deja de ser un alemán periférico con ciertas marcas del alemán dialectal de Praga», continúa: «Aunque él, luego, al expresarse por escrito, lo hace de una forma muy correcta, en un alemán digamos normativo; esa puede ser también una de las razones de que su expresividad sea bastante singular». 

No tarda en comparar la literatura del checo con la del –también traducido– austríaco. «El de Kakfa no es un alemán literario», opina: «Por ejemplo, Zweig tiene elegancia en la prosa, pero Kafka no, Kafka tiene otro tipo de lenguaje y hay que traducirlo; él busca una expresividad a través de ese lenguaje que hay que trasladar de alguna manera».Gordo resume su intención como profesional en su nota previa a la traducción del total de ochenta y siete cuentos del autor de Praga. «El reto, en definitiva, está en saber intuir un punto medio entre originalidad y naturalidad, entre la sutil tirantez del estilo kafkiano y la fluidez debida a una traducción actual», escribe, en vistas a conseguir el deseado «equilibro» entre las páginas del volumen editado por Juan Casamayor para Páginas de Espuma.

"Muchas de sus obras son enigmáticas y esa puede ser una de las razones de que le sigamos leyendo"

La publicación se convierte, a merced de las palabras del leonés, en una obra sin igual en la que no sólo las historias de Kafka juegan un papel fundamental. El diseño de la portada, la contraportada y las ilustraciones a cargo de Arturo Garrido ponen la guinda a una edición del todo especial. «Además, hay imágenes de manuscritos de Kafka que se han pedido a la Biblioteca Nacional de Israel», añade el traductor, detallando alguno de la infinidad de atractivos del ejemplar, que pone de relieve la figura del traductor. «Muchas veces los autores hablan por sí mismos», dice el de Sahagún, pero su nombre puede leerse claro en la portada, junto al del prologuista y el del propio autor, dejando claro que Gordo –en este caso– es quien consigue hablar con la voz de Kafka. Es quien acerca al lector buena parte de su obra literaria en un orden que hace justicia al tiempo y a la evolución del checo. 

El leonés es quien rinde homenaje a las letras de clásicos como Franz Kafka a través de un depurado y estudiado lenguaje que emana de la obra y de la vida del autor. Y no es el primero al que le coge prestada la voz. Y, si algo tiene claro, es que tampoco será el último.

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