La crítica no escatimó elogios. Por un lado, destaca la versatilidad del vestuario y el decorado: elegante y tradicional en el primer acto, gira en el segundo para mostrar «la parte trasera del poder y la iglesia, siempre conectados y no precisamente a favor de la gente». Por otro, la batuta del estadounidense John Fiore, con una lectura compacta y transparente en su debut en las Ramblas. Como protagonista, la rusa Tatiana Serjan, que solo dos años antes se había estrenado en Barcelona como una magnífica Lady Macbeth, el rol emblemático de su carrera. Avalada por su afinación, su personalidad y sus agudos sin estridencias, es una habitual de La Scala, Parma o Múnich, y en el Real brilló con el ‘Réquiem’ de Verdi. Como su amado Cavaradossi, el italiano Roberto Aronica, alumno de Carlo Bergonzi y uno de los tenores más destacados del repertorio pucciniano: en el Liceu triunfó con ‘La Bohème’ en 2012, y en el Metropolitan y la Bastilla, con ‘Turandot’. Completa el trío protagonista el barítono Lucio Gallo, que en la piel de Scarpia ya puso en pie la Royal Opera.

La partitura del compositor de Lucca (1858-1924) demuestra una vez más su instinto teatral. Directa y sin concesiones, conecta las notas con las palabras, de modo que todo lo que sucede en escena se traduce en la música, que guía al espectador. La estructura, un fluir continuo sin números cerrados, permite solo tres arias, las inolvidables ‘Recondita armonia’, ‘Vissi d’arte’ y ‘E lucevan le stelle’. Pero Puccini, genio de las melodías románticas, las despliega en los dúos (‘O dolci mani’), de gran profundidad psicológica, y, atención, en la orquesta: cómo olvidar las dudas de Tosca antes de matar al policía, o su incertidumbre ante el fusilamiento.
El segundo rasgo magistral de ‘Tosca’ tiene que ver con la atmósfera sonora. Su autor viajó a Roma y tomó notas desde el Castel Sant’Angelo de madrugada: quería saber el ritmo, volumen y afinación de las campanas de las iglesias, que luego reflejó en el preludio del tercer acto, cuando la ciudad despierta. También aprendió el dialecto vernáculo del pastor y acudió a distintas misas para buscar la melodía exacta del ‘Te Deum’.
Genio de la caracterización, a la heroína le da un trato exquisito ya desde su entrada, con la voz lejana desde bastidores, como Mimì o Butterfly. Al principio narcisista y superficial, al verse entre la espada y la pared Tosca descubre su valentía y su fuerza interior. No menos memorable resulta Scarpia, con su tétrico y disonante leitmotiv de tres acordes. Cada vez que suenan oscurecen el ambiente. John Williams lo usaría de forma similar con Darth Vader en ‘Star Wars’.