"Son como unos minutos de aquellas historias de la abuela"

El poeta de Sabero Ángel Fernández presenta hoy en la librería Artemis su primer libro de minirelatos infantiles, ‘Cuentos para leer de un bocado’

Fulgencio Fernández
13/02/2015
 Actualizado a 15/09/2019
Ilustración de María Larín para el cuento 'Saludos para monstruos'.
Ilustración de María Larín para el cuento 'Saludos para monstruos'.
Ángel Fernández Fernández (Sabero, 1963) es una de esas voces maduras que aparece de repente y sorprende. Lo hizo con ‘Las lágrimas del Pato Donald’, su primer libro de poesía, su bautismo público. "Ocurrió que decidí presentarme a un concurso y quedé finalista. Aquello provocó que me encontré con  la palabra escritor al lado de mi nombre y pensé que podría tener interés aquello que escribía".

El camino fue muy curioso. A través de aquel concurso conoció al poeta salmantino Jorge Barco, que es quien le pone en contacto con una editorial de Jerez, Origami. "Les gustó el libro y lo publicaron".

Después vino un segundo libro de poesía, ‘Todo lo que sé del viento’, en al que se asentó aún más la singular voz del leonés. "La poesía de Ángel es muy imaginativa, se deja llevar mucho a la hora de escribir pero siempre mantiene el contacto con la realidad social".  

El buen sabor de boca que dejó ‘Las lágrimas del Pato Donald’ hizo que la editorial le sugiriera hacer una reedición. "Se lo agradecí pero a mí me apetecía más mostrar algo nuevo. Me considero un escritor de literatura infantil y les sugerí un libro de minicuentos, para niños mayores de 8 años. Les di el original, titulado ‘Cuentos para leer de un bocado’,  les gustó y hoy lo presento en Artemis (a las 20 horas), que es el mismo lugar en el que he presentado los dos anteriores".

Señala Ángel Fernández que el libro tiene dos lecturas. "Es cierto que hay una primera lectura, de un cuento muy corto, basado en la tradición oral de aquellos cuentos que nos contaban las abuelas en unos minutos;pero también hay otra lectura adulta, más profunda, en la que planteo temas como el amor, la muerte, el bullying... El niño se queda con la anécdota, con la historia divertida, contada con un lenguaje directo, aunque creo que hace falta más que una historia divertida, tienes que atrapar el mundo del niño; y el adulto puede reflexionar sobre estas pequeñas historias".

Para ilustrar este libro el escritor de Sabero contó con una artista muy especial, María Larín, su hija, estudiante de Bellas Artes, que quiere dedicarse a la ilustración y debuta en este volumen. "Lo primero que hago es una lectura rápida, para captar impresiones, imágenes, y hago un boceto. Después ya profundizo para buscar una ilustración que exprese la idea del relato, el sentimiento de la historia".

Fernández y Larín se pusieron pronto de acuerdo en que lo ideal es que fueran unas ilustraciones muy figurativas, "que le sirvan al niño para completar algunas de las ideas del cuento y eso lo consiguió María de una manera perfecta", señala el escritor mientras la ilustradora matiza "que busqué imágenes que respondieran a los dos planos de lectura que tiene el libro, la infantil y la adulta". Y regala un consejo: "Los adultos deberían leer más literatura infantil y juvenil, les ayuda a ponerse en el lugar de alguien que ellos fueron pero que puede que ya no lo recuerden".
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