– Le he escuchado alguna vez decir en sus redes sociales que «Soy David Verderón y soy un tío muy polémico». ¿Por qué se pone usted esa fama?
– Dicen por ahí: «Si al hablar no se ofende nadie, eso es que no has dicho nada». Intento siempre decir algo en mis letras. A veces mucho, a veces poco, pero nunca nada. Supongo también que a veces me paso con el maquillaje y los fuegos artificiales y entiendo que el mensaje se diluye hasta la inutilidad, como la homeopatía. Pero bueno, sé que el maquillaje en exceso también ofende, así que pa’lante.
– El primer disco de su grupo empieza diciendo que buscaban a un cantante a medio camino entre David Lee Roth y David Bowie. ¿El resultado es usted?
– Ni en mi mayor delirio de grandeza soñaría yo con ser una uña del pie de Bowie o Lee Roth. Pero bien es cierto que uno es el resultado de todo lo que escucha, entre otras cosas, y yo me crié con el rap de los 90, que era muy vacilón y chulesco, y por supuesto a mí me presta colar algo de vacile y chulería en todo lo que hago. Sé que, como público, es algo muy divertido de presenciar, y más cuando es injustificado.
– ¿De dónde sale Catalina Grande Piñón Pequeño? No vale responder sólo que de Benavides de Órbigo…
– Supongo que surge de una necesidad personal. La desbrozadora me da de comer, pero Catalina me da de vivir. Estuve 8 o 9 años en otro grupo, Barrigada, en el que solo tocábamos versiones, y la gente lo pasaba muy bien con nosotros. Así que me propuse crear mis propias historias, dar contendido sin olvidar el continente, y como yo de música no tengo ni idea, aparecieron mis compadres Richard y Adrián, que saben todo lo que yo desconozco y algo más, y crean esas superestructuras musicales que funcionan como un reloj.
– ¿Y cómo se explica un nombre tan original para el grupo?
– Catalina grande piñón pequeño es la posición de velocidades de la bicicleta en la que más esfuerzo hay por parte del ciclista, y ésta, a cambio, te ofrece la mayor potencia posible por su parte. Sudor igual a resultados. Yo no me fío de un cantante que no sude. Y tú no deberías hacerlo.

– Somos a la música lo que los Globetrotters al baloncesto. Espectáculo en la cancha. Suplo con teatro mis carencias musicales. Respeto el purismo en la música, pero no lo comparto. Un buen amigo mío solía decirme que había que escuchar de todo, que, si un estilo no te gustaba, es porque aún no habías dado con la banda adecuada. Yo escucho a Violadores del Verso con el mismo placer que escucho a Juan Luis Guerra, a The Darkness o a Oveja Modorra. Cada uno me aporta algo que el otro no puede.
– ¿Es la nueva «canción protesta»? (ya sabe que los periodistas somos mucho de poner etiquetas a todo lo que podemos).
– Hay que protestar, hay que quejarse, hay que ponerse desagradable si es necesario. La libertad de expresión es mi escudo y el BIC cristal mi espada. Y escribo con el mismo odio al banquero que pretende que un anciano utilice aplicaciones informáticas para gestionar su dinero como al humanoide súper azucarado que llama «bambis» a los ciervos. Es un asco irracional sin fundamento, en algunos casos, pero está ahí, y lo alimento, y de paso nos reímos todos.
– Lo pregunto porque, en la última manifestación por el futuro de León, muchos fotógrafos se quedaron con el detalle de las camisetas de algunos de los manifestantes que decía: «Lo mejor de Madrid es cuando vuelvo pa León». ¿Le suena?
– Me suena me suena… Recuerdo cuando escribí ‘Los de la Capi’ y le enseñé la letra a Richard, me dijo: Hay que quitar la frase de «Lo mejor de Madrid es cuando vuelvo para León». Le dije: «¡Qué va, amigo mío!» Esa frase no es solo el núcleo de esta canción. Es la columna vertebral de todo el disco. Se queda. Y vaya si se quedó.
– ¿Cómo ve pues el futuro de esta tierra?
– Pues mal, sinceramente. Hay un grupo de aquí, Zoketes, que ha bautizado a León como «Ciudad Olvidada», y con gran acierto he de decir. Cualquier ciudad pequeña de este país es masticada por el centralismo salvaje que reina. Pero es que León, por pertenecer a la comunidad a la que pertenece, es un obrero con dos ‘encargaos’. No sé si me explico. Pintan bastos.
– Catalina Grande Piñón Pequeño es, por sus características, un grupo para disfrutar en directo, supongo, para disfrutar tanto el grupo como el público ¿Cómo se presenta en cuanto a bolos?
– Pues la verdad es que bien, y vistos los humildes objetivos que nos proponemos, quizá podríamos decir que muy bien incluso. Tenemos un verano por delante con unas cuantas fechas. Y sí, somos los primeros que alumbramos nuestros fallos y errores para que los vea todo el mundo, no nos importa. Pero sin duda, el directo es nuestra mayor virtud, de largo, y también sacamos pecho ahí y lo decimos sin miedo. Catalina en directo luce muchísimo. Estás invitado siempre que quieras a nuestros conciertos, y ya me dices ahí en qué proporción te he mentido.
Hay varias oportunidades de disfrutar de su rocambolesco directo y comprobar, como dicen en 'La deuda’, que meten ellos más letra en un minuto treinta «que tú en todo tu puto disco de mierda»: el 24 de junio en el parque San Francisco de León, 1 de julio en San Pedro de Bercianos, el 9 de julio en Santa Marina del Rey, el 15 de julio en Robledo de la Valdoncina, el 30 de julio en Benavides, el 12 de agosto en Valparaíso (Zamora) y el 20 de agosto en Astorga. Y, como ellos mismos dirían, «que el punk fandango os acompañe».