Siguiendo el rastro de los orniacos

‘El valle del Ornia’ es la novela de Beatriz Abad, que hoy escribe sobre su recorrido desde Pobladura de la Sierra hasta las inmediaciones de La Bañeza

Mercedes G. Rojo
04/07/2023
 Actualizado a 04/07/2023
Fervón de los Diablos en Filiel. | BEATRIZ ABAD
Fervón de los Diablos en Filiel. | BEATRIZ ABAD
Tras el recorrido que iniciamos el pasado verano por nuestra provincia, descubriendo diversos lugares de la misma a través de los ojos de nuestras autoras, continuamos este año con otros recorridos de la mano de sus particulares propuestas. El esquema que seguiremos en estos artículos será el mismo de entonces, lo que nos permitirá tener un primer acercamiento a la zona por ellas escogida, además de un segundo en el que poder conocerlas particularmente a ellas, para concluir con la propuesta de recorrido que personalmente nos hace cada una. Es otra forma de descubrir nuestros rincones, bajo la perspectiva de su mirada literaria, lugares de los que muchas veces les ha surgido la inspiración para su obra. Os invitamos a acompañarnos en estas nuevas rutas que unen el ocio, con lo personal y también con lo literario y tal vez a descubrir algunos de esos rincones, que de otra manera tal vez nos pasaran desapercibidos, desde otras miradas, un recorrido en el que contaremos con las sugerencias de diez escritoras que a menudo se inspiran en nuestra tierra.

Y como me pierden mis debilidades he decidido comenzar estos nuevos recorridos veraniegos por una zona que está muy ligada a mis inicios, tierra de excursiones para pescar y bañarme hasta que mi piel se volvía morada por las frías aguas de los ríos  que se abren ladera abajo por los montes del Teleno, en un paisaje presidido por esta mole siempre mágica y majestuosa, tierra de campamentos infantiles  y no tanto, paisaje que abraza tierras de Maragatería, de Valduerna y Valdería, incluyendo en dicho abrazo también las tierras casi hermanas de Cabrera; en sus confines, por un lado,  la ciudad de Astorga, de pasado tan romano, de otra las tierras bañezanas donde se hermanan las aguas del Duerna, que hoy dará protagonismo a nuestra entrada, con las del Tuerto, apenas unos kilómetros antes de que este abrace al Órbigo al llegar a la propia villa de La Bañeza, antes de continuar en uno en pos del Esla que espera sus aguas en zona mesetaria.

Quienes conocen estas comarcas, quienes las caminan, las disfrutan, las sienten, las viven..., o lo han hecho en algún momento, no pueden evitar sentir una cierta atracción por ellas y por lo que su historia guarda, porque esa historia forma parte también de las circunstancias que han terminado conformando este paisaje. Beatriz Abad, nuestra protagonista de hoy,  es una de esas personas, hasta el punto de tener su refugio en uno de sus muchos enclaves, donde no solo se retira siempre que puede, sino que en muchos casos la recorre dejándose empapar de la historia que fluye a través de sus rincones y que no solo la acompaña sino que la inspira hasta convertirla  en más de una ocasión en el hilo conductor de sus relatos y novelas, con personajes que viven y sienten estos lugares. Por eso, antes de invitaros al recorrido que para hoy nos ha preparado,  hacemos este breve acercamiento a su perfil literario.Atrapada por la historiaBeatriz Abad (León, 1958) se define a sí misma como  enfermera de profesión y escritora de vocación. Reconoce haberse  acostumbrado a llevar consigo, ya desde su más tierna edad, ese lápiz y papel que le permitía ir plasmando las ideas, sensaciones y vivencias que le iban surgiendo al paso para dejarlas plasmadas en las páginas de cualquier libro o cuaderno que tuviera cerca, notas en las que con el tiempo se apoyó para dar luz y forma a sus diferentes publicaciones, que nos han ido llegando, más o menos desde 2020, en varios títulos que combinan los relatos (de carácter más íntimo) con la novela. Y es que, aunque siempre tentada por las letras, Beatriz no termina de culminar su sueño, el de publicar lo que escribe hasta que concluye lo que ella llama «sus mundanas obligaciones del día a día como madre trabajadora». Ahora, ya jubilada de la profesión que la hizo feliz, la de enfermera, está plenamente dedicada  a aquella otra que la hace volar, la de escribir, tarea de la que  disfruta cada momento de su vida (reconociendo que) no sería ella misma si no le acompañaran aquel lápiz y aquel papel que con tan tierna edad empezaron a formar parte de su historia. En su haber tiene ahora mismo ya, además de múltiples publicaciones corales,  varias novelas y algún que otro libro de relatos, relatos que también podremos encontrar tanto en sus redes personales como entre las páginas virtuales de la revista literaria masticadores.com, de la que es colaboradora. Encontraremos otro momento para –con la llegada del otoño- descubrirla más en profundidad. Mientras tanto mencionar y recomendarles una de sus novelas, ‘El valle del Ornia’, una novela de corte histórico protagonizada por la tribu astur de los orniacos, donde podremos encontrarnos con la forma de vida de unas gentes que habitaron mucho antes de que llegaran los romanos, las tierras por las que ella nos lleva en el día de hoy. Son lugares que aún en el presente siguen estando llenos de magia, donde el silencio nos habla desde la historia y el rumor del agua y el rumor del viento acarician a menudo nuestros pasos. Así que les invitamos a descubrir estos lugares de la mano de Beatriz Abad. ¡Qué disfruten!De ruta por el río Duerna«Una suave nube de algodón se posa sobre la cima del pico más alto de los Montes de León, el Teleno. Con mi mochila a la espalda, asciendo las suaves laderas del monte con la intención de llegar al nacimiento del río Duerna, Ornia para la tribu de los orniacos, una de las veintidós tribus astures que habitaron estas tierras hace más de dos mil años. Mis antepasados eran grandes conocedores del valle, un valle fértil por sus productivas tierras, bañadas por las aguas de un río que en invierno se desborda y en verano prácticamente se seca, y que entre sus finas arenas guardaba un impresionante tesoro: oro. No hablamos del oro de los romanos, no. Los orniacos ya trabajaban la extracción de tan preciado metal antes de que ellos llegaran a sus tierras, alertados por la riqueza que se escondía entre sus piedras. Emulando su recorrido, sin caballo como hubieran hecho ellos, pero con decisión, inicio mi recorrido en Pobladura de la Sierra, el lugar de nacimiento del río, en el paraje de Las Cabezadas del Río. Desde allí inicio un suave descenso cruzando prados y choperas que con su sombra hacen las delicias del caminante. El sonido del agua que discurre entre las piedras y el frescor de los árboles me acercan un poco más a mis antepasados y a su historia, antes de que los romanos los convirtieran en esclavos.

Unos kilómetros más abajo, en Molinaferrera, me apoyo en el balaustre del puente para contemplar el discurrir del agua y el pequeño salto que salpica el entorno.  Después de reponer fuerzas llego a Filiel. Busco el castro de La Corona y la Cascada del Fervón, magníficos parajes que guardan mucha historia entre sus piedras milenarias.

Siguiendo el descenso del río en su recorrido hasta su desembocadura en el Tuerto, poco antes de unirse al Órbigo en La Bañeza, me detengo en Priaranza de la Valduerna, en el paraje de Fucochicos, una mina de oro a cielo abierto. Cerrando los ojos por un momento es fácil imaginar la actividad de la explotación, provocada por el desvío del cauce del propio río Duerna, en el entorno de Molinaferrera, mediante un canal de 37 km de trazado, para arrastrar el terreno y depositar el oro, más pesado, en los lavaderos.

Tras un gratificante descanso a la sombra de los chopos que jalonan el curso del río, continúo camino hasta llegar a Castrillo (de la Valduerna), donde existió un castro, de los muchos que existieron a lo largo del río Duerna, habitado por los orniacos. Prueba de ello son los cenizales, restos de huesos y cerámicas encontrados.

Sin dejar el curso del río continúo por Villalís (Intercatia, capital de los orniacos), Posada, Miñambres y, casi al final de la ruta, me detengo en Santiago de la Valduerna, donde los celtas se asentaron formando un gran castro llamado Xaxa Oxa.

Solo me queda llegar a las inmediaciones de La Bañeza y contemplar la unión del río Duerna con el Tuerto, los dos ríos que han marcado mi vida».
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