Octubre es el mes de las setas y se suceden las actividades relacionadas con ellas. Especialmente gastronómicas, pero no solo, como la que acaba de realizar la asociación más activa y numerosa, la Asociación Micológica Leonesa ‘San Jorge’ que acaba de elegir la Seta del Año 2025, siguiendo una costumbre que ya va a cumplir treinta años de vida.
Y la seta elegida es... es la Pholiota carbonaria (Fr.) Singer, una especie, explican, «pirófila que crece con frecuencia sobre restos de madera quemada, especialmente de pino, y con esta elección la asociación pretende visibilizar la tragedia ambiental que sufrió la provincia con los incendios y también quiere dar a conocer la importancia que estas especies tienen en la recuperación de los ecosistemas tras los incendios». La selección de esta seta supone, además, que su foto será la imagen de los carteles de la Semana Micológica de León, que este año celebra su edición número 51 del 3 al 9 de noviembre.
Los hongos pirófilos, a los que pertenece la seta elegida, son «los pioneros que surgen de las cenizas. Tras un incendio, el paisaje queda dominado por el negro del carbón y la ausencia de vegetación. Es en este escenario donde entran en juego los hongos pirófilos (del griego pyr, fuego; y philos, amante), que son especies especializadas en colonizar sustratos quemados. Su estrategia se basa en aprovechar un entorno con nula competencia y rico en nutrientes liberados por el fuego», explica Chema Escapa, presidente de la asociación, quien añade que «no solo ‘limpian’ el suelo degradando los restos vegetales quemados, sino que inician la compleja red trófica y preparan el terreno para la llegada de otras formas de vida al transformar estos restos vegetales en nutrientes que pasan al suelo».
Crece en restos de madera quemada, de ahí su elección para visibilizar el drama de los incendios
Pholiota carbonaria (Fr.) Singer suele crecer en grupos que pueden ser muy numerosos y se puede llegar a encontrar hasta bastantes años después de pasado el fuego. Su sombrero va de hemisférico a plano en la madurez, de hasta 7 a 10 cm. De cutícula muy viscosa y mucilaginosa en tiempo húmedo, lisa y brillante cuando está seca; es de color variable, marrón rojizo o pardo rosado. Normalmente aparece cubierta de restos de pinocha y manchada de ceniza. El pie es cilíndrico, blanquecino, con escamas amarillentas excepto en el ápice a partir de una zona anular que puede no aparecer. La carne es blancuzca de olor débil que recuerda al rábano y sabor suave y dulzón.
Se trata de una seta sin ninguna toxicidad pero su único ‘pero’ para los amantes de la buena mesa es que no tiene ningún valor culinario.