Un «espacio de memoria, recuperación y resarcimiento». Así presentaba ayer la Biblioteca Pública de León su director, Jacob Serrano Donaire. Sus palabras cobraban especial sentido durante la inauguración de la exposición ‘Rolando: 2:15-2:45. 50 años de la primera masacre de ETA’, en la que estuvieron presentes el presidente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo en Castilla y León, Sebastián Nogales, la comisionada para las Víctimas de Terrorismo de Castilla y León, Sonsoles Sánchez-Reyes, el decano del Colegio de Periodistas de Castilla y León, Pedro Lechuga, y Florencio Domínguez, director del Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo; entidad impulsora de la propuesta expositiva.
«Es la primera vez que una exposición sobre terrorismo aterriza en el Reino de León», introdujo Sebastián Nogales sobre una muestra que ya ha pasado por más de una treintena de recintos universitarios, cumpliendo con una finalidad, sobre todo, educativa. Y es que, en palabras de Pedro Lechuga, es esencial hablar de «lo que fue y es el terrorismo para que no se vuelva a repetir».
El presidente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo cifró en unas 166 las personas de la comunidad afectadas por este tipo de violencia; 149 de ellas, por la actividad el grupo terrorista nacido en País Vasco. «Esta ha sido la comunidad autónoma con más víctimas mortales del terrorismo de ETA», apuntó: «No han sido perpetrados en esta comunidad, por supuesto, pero las víctimas eran originarias de Castilla y León». Para recordarlas y rendirles homenaje, así como para poner en valor el papel de los periodistas que cubrieron las informaciones y de los docentes que impidieron que cayeran en el olvido, fue fraguándose la exposición sobre el atentado del café madrileño Rolando que acabó tomando forma en 2024, coincidiendo con el 50º aniversario del mismo.
«ETA nació en 1958 y cometió sus primeros atentados en 1959. Desde su fundación hasta el 12 de septiembre de 1974 había cometido 13 asesinatos. Al día siguiente, esa cifra se duplicó por la explosión de una bomba colocada en una cafetería por el mero hecho de estar cerca de lo que entonces era la Dirección General de Seguridad», relató Florencio Domínguez respecto a un atentado que acabó con la vida de 13 personas. Una docena eran civiles. «Entre esas víctimas había tres que estaban vinculadas con Castilla y León. Una de ellas fue el camarero Manuel Llanos Gancedo que, aunque había nacido en Asturias, trabajaba en Villablino hasta que le ofrecieron un trabajo en Madrid, en la cafetería Rolando», continuó el director del Centro Memorial. Entre la nómina de fenecidos estuvieron también la burgalesa María Ángeles Rey y el vallisoletano Luis Martínez.
«Con frecuencia se ha tenido una imagen comprensiva del terrorismo, afirmando que había nacido contra el franquismo, pero ETA cometió el cinco por ciento de sus asesinatos hasta la muerte de Franco y el 95 por ciento después», reflejó el responsable de la entidad organizadora: «Un atentado como el de la cafetería Rolando, que provocó una masacre de civiles, no tiene ninguna disculpa. Tanto es así que la organización terrorista negó la autoría del crimen». Fue más de tres décadas después, en 2018, cuando el grupo reconoció la autoría coincidiendo con su disolución. «Es importante transmitir a las nuevas generaciones, que afortunadamente no han vivido el terrorismo de ETA, lo que fue el fenómeno que probablemente más ha condicionado la vida política de nuestro país durante décadas», consideró Domínguez.
Por eso, durante todo este mes, más de una veintena de paneles lucen en el salón de actos de la Biblioteca Pública parte de la historia de España a través del relato de un atentado que supuso la divisón del grupo terrorista y la continuación de una etapa que hoy definimos «gris».