Salas, salitas y salones

El salón y la sala de estar son palabras que desancadenan un chorro de recuerdos, de muchas horas de reunión, de aquellos primeros muebles, la mesa camilla con el brasero, la máquina de coser Singer... Ahora le llaman vintage

Toño Morala
19/12/2016
 Actualizado a 18/09/2019
Ahora le llaman Vintage… bueno, está bien, pero que no olviden el olor a nostalgia. | L.N.C.
Ahora le llaman Vintage… bueno, está bien, pero que no olviden el olor a nostalgia. | L.N.C.
¿A que les viene a la memoria aquellas primeras salitas tan llenas de vacío…? Acaso una mesa camilla vestida y debajo el brasero, unas sillas… quizás a un lado un pequeño mueble sin florituras en donde se ponía la radio o las primeras televisiones en blanco y negro… y la Singer o la Alfa, donde las abuelas y madres pasaban horas haciendo todo tipo de vestidos, pantalones, camisas… aprovechando telas viejas… sacándole provecho a todo lo que sirviera en aquellos años de pobreza inusitada en la mayoría de las casas. Lo del salón ya vino mucho más para acá. Las alacenas que guardaban las joyas de cristalería y vajillas para fiestas de guardar o alguna celebración importante familiar como era la boda de los hijos, primeras comuniones y poco más, que las perras no daban para tanto. En realidad la salita o salón, la sala de estar, en aquellos años era la propia cocina con el escaño, un par de estanterías al uso para platos, y unos colgadores para sartenes y poco más; eso sí, el hogar, el humero, era el gran centro de la familia; alrededor de él, se fraguaron las decisiones importantes, pero y sobre todo, se cerraban las cosas con el respeto debido a los mayores y su gran experiencia. Más tarde se fueron arreglando las casas, y se hicieron los huecos aquellos para salitas o pequeños salones, donde ya se vestían los suelos con terrazos y azulejos de colores y puertas con cerradura y llave grande.

Y ahí, en esos lugares casi de rito y leyenda, se fueron complementando con cuatro sillas, una alacena heredada por alguna de las partes, unos retratos familiares solitarios y llenos de morriña en la emigración, y silencio, mucho silencio hasta que las radios hablaban el lenguaje interesado de los que gobernaban; así también ocurrió conla primeras televisiones de los años sesenta. Se tardaron años en usar estas salitas o pequeños salones; la vida se hacía en la cocina, para más tarde, en muchos casos, vaciar esos salones, y hacerlos habitaciones para los abuelos que ya no podían subir las escaleras al final de sus trabajadas vidas. Y así pasaron años de celebraciones y fiestas populares en aquellas salitas-salones, aquellas risas de los amigos y familiares, aquellas primeras presentaciones de novios; aquellas vergüenzas cuando las cosas eran lo que eran, y había que casarse sí o sí… y las lágrimas afloraban en las caras de los abuelos… pero luego se celebraban los banquetes familiares y casi todo olvidado. Lo peor era cuando los mozos tomaban la decisión de marcharse a la emigración; ahí las salitas se tornaban grises, y entre más lágrimas y ánimos de los más animados, se cerraban las puertas, y en una madrugada sin mirar hacia atrás, se cogían los trenes en las estaciones del silencio, y quedaban los retratos en las salitas para mejores años.

Y un grato recuerdo para aquellas casas que acogían a los músicos el día de la fiesta, y cómo no, era en las salitas y salones comedor donde sentaban a la mesa a aquellos músicos que llenaban un día de alegría en aquellos veranos de gran trabajo, pero se encontraba un hueco para la fiesta patronal… Imaginan lo que sería hoy en día sin estas piezas clave en los hogares actuales; aunque uno se da cuenta que siguesiendo la cocina, y sobre todo en los pueblos, la gran acogedora de las familias y amigos. Y cuando llegaba el médico o el veterinario, primero a ver al enfermo e ir al lavabo a lavarse las manos, y si no había, la palangana con toalla y jabón de olor, que esas ocasiones lo requerían y luego, pues se les pasaba a la salita a tomar una copina de aquel vino Sansón, y una pasta de horno de manteca de cerdo y huevos y harina fina de molino bien trabajado. Y siempre, o casi siempre, encima de algún mueble bajo, los retratos de los emigrados estaban en la memoria de los de la casa, y casi siempre, si venían de vacaciones en verano con aquellos modernos coches grandes y de marcas de renombre, pues también traían cosas y regalos para llenar las casi vacías salitas o salones…las salitas de estar y, entonces uno encontraba un corta fiambre dentro de una caja con letras en extranjero que no entendíani dios, pero además, era un regalo que casi nunca se usaba. El cuarto de estar, sala de estar, salón o “living” (del inglés living room) es una habitación dedicada a recibir visitas, leer, escuchar aquellas radios, y más para acá, ver la televisión o realizar otras actividades. En los hogares, pisos, casas, apartamentos modernos, el cuarto de estar ha sustituido al viejo salón. El término marca el esfuerzo de los arquitectos y constructores del siglo XX por sacar al salón de sus connotaciones formales y convertirlo en una habitación confortable además de acogedora.

Aquellas casas que acogían a los músicos en la fiesta, en el salón, por supuestoEl cuarto de estar concentra ahora la actividad familiar al tratarse de un espacio amplio que reúne comodidades tanto físicas como de entretenimiento. Por lo general, un cuarto de estar suele estar equipado con uno o varios sofás, sillas, mesas, quizás un televisor o un equipo de música, estanterías, así como otros muebles. A principios del siglo XVII la entrada era el lugar de reunión de la familia. Ahí comían, cuidaban de los niños, leían, charlaban… Era un espacio preparado para todas estas actividades y, a la vez, donde recibían a las visitas.

El incendio que devastó Londres en 1666 supuso un cambio en el uso de las habitaciones. En las nuevas viviendas, el centro de la vida familiar se trasladó de la entrada a una sala de estar. La vida familiar seguía girando en torno a la sala de estar. Lo que cambió en el XVIII respecto al siglo anterior, fueron los muebles y un nuevo elemento que se introdujo en las reuniones sociales: la cortesía. La conversación, la postura, el modo de comportarse, la forma de servir el té… Todo estaba envuelto ahora en un nuevo código que, bien usado, elevaba a la elegancia o, ignorado, arrastraba hasta la vulgaridad. Oriente seguía de moda. Muchas casas optaban por adornos de Oriente Medio y ponían alfombras turcas bajo sus pies. El hogar dejó de ser un refugio. La sala principal de reunión de la familia empezó a mirar a la calle. En el salónabrieron grandes ventanas hasta el suelo o pequeños balcones. Las cortinas decidían cuándo el espacio era privado y cuándo se asomaba al exterior.

Un siglo después esta costumbre se impuso también entre las clases medias y ese espacio, además, adoptó una nueva función. Las mujeres pasaban allí gran parte de su tiempo dedicado a leer, coser, pintar o tocar algún instrumento de música. En esa época se utilizó por primera vez la expresión ‘decoración interior’ y se acentuó el interés porque hubiera una armonía entre todos los elementos de la estancia. Muchos de sus muebles eran de producción industrial y otros, hechos a mano. La decoración, a menudo era artesanal. Especialmente los elementos de tela y croché que acompañaban a las mesas y asientos. A finales del XIX la belleza por la belleza se impone. El gusto por el arte y diseño entra en los hogares, y se produce una reacción contra el gusto generalizado de la época anterior. Es entonces, en la época victoriana, cuando surge el movimiento artístico que antepone la estética a cualquier argumento político o social. La electricidad entra en casa. A partir de entonces a cualquier hora habrá luz. No solo artificial. En la construcción se aseguran de que el sol entre en casa a través de ventanas francesas, con acceso directo al jardín. Los techos bajan y predomina el gusto por el Art Nouveau. Ya no es un lugar decorado para recibir a las visitas. Ahora es un espacio amable y relajado para descansar. En Londres empieza a crecer la población urbana y a escasear el suelo. Los apartamentos sustituyen a las casas y en ellas viven, sobre todo, personas solteras o parejas sin hijos. Los pisos son pequeños pero están muy bien equipados. En la década de los años 30 disponían ya de agua caliente, calefacción central y electrodomésticos. Las ventanas son amplias en busca de luz natural.

Desaparece el papel pintado y ahora, en su lugar, se pinta la pared. Los tonos son claros, para acentuar la luminosidad, y desaparecen muchos muebles para dar sensación de amplitud de la habitación. En el mobiliario también suelen optar por tonos claros: verdes, naranjas y beige pálidos. La televisión destrona a la chimenea. La sala de estar de la casa gira ahora en torno a la pantalla. Y ahora, a todas estas formas antiguas de ir tirando por la vida…sobre muebles antiguos, decoraciones años cincuenta y sesenta, ese tumulto de imágenes que salen por todas partes, le llaman ‘Vintage’… ¡Bueno, está bien, pero hay que acordarse de las salas de estar con olor a nostalgia y a aquella cera con la que se daba brilloa los pocos muebles que en ellas habitaban, lo demás son modas!
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