Sacrificio y recompensa

Luis Jiménez lleva más de 40 años practicando Kung Fu y es un maestro en este arte marcial. Su "pasión" por esta disciplina se la ha trasladado a su familia. Es su estilo de vida y lo que les ha llevado a realizar sus proezas

Patricia Ferrero
11/12/2016
 Actualizado a 18/09/2019
Luis Jiménez y su familia durante una de las clases de Kung Fu en el colegio La Salle de Astorga. | P.F.
Luis Jiménez y su familia durante una de las clases de Kung Fu en el colegio La Salle de Astorga. | P.F.
Luis Jiménez ha dedicado la mayor parte de su vida a las artes marciales. Desde bien joven, ya en los años 70, se interesó por elfísicoculturismo y no pasó mucho tiempo hasta que empezó a practicar Kung Fu. Desde entonces fue un no parar, a pesar de que por aquel entonces no estaba muy extendida la práctica de esta arte marcial, por lo que no era fácil encontrar maestros que impartieran estas enseñanzas milenarias, y menos en una localidad como Astorga, de donde es originaria esta saga, conocida sobre todo por sus proezas sobrehumanas.

Con esfuerzo y dedicación Luis empezó a ‘coleccionar’ cinturones negrosprimero, segundo, tercero, cuarto, quinto y hasta sexto dan, que es el que tiene en la actualidad, ya que no volvió a examinarse para más, explica su hijo Bili, quien como el resto de su familia lleva también la «pasión» del Kung Fu en las venas.

El patriarca de los Jiméneztuvo influencias de importantes maestros del Kung Fu. Incluso perfeccionó su técnica con dos monjes del Templo Shaolin. Todo ello para poder se un maestro de esta disciplina, basada en unos principios filosóficos de origen extremoriental.

De esta manera, Luis quiso extender sus conocimientos de este arte marcial no sólo a sus descendientes, sino que durante más de 30 años, y siguiendo, ha ido llevando esta disciplina a diferentes gimnasios e instalaciones de toda la provincia, sobre todo en el Bierzo, donde empezó a impartir clases en los años 90, y en su ciudad natal, Astorga. También ha dado nociones de defensa personal y de preparación a diferentes cuerpos de seguridad durante su carrera.

No sólo para Luis, sino para toda la familia Jiménez el Kung Fu ha sido el guía que les ha llevado a realizar cosas impensables casi para el resto de los mortales como arrastrar un autobús con el pelo o un camión de 12 toneladas con el cuello, por ejemplo. Desafíos que superan en sus exhibiciones por todo el territorio nacional. Porque, como afirma Bili, «no sólo se trabaja el cuerpo, sino que también es una importante preparación mental». Pero no todo es oro lo que reluce. Y es que, llegar a ser un maestro del Kung Fu requiere importantes sacrificios y renunciar a muchos placeres desde muy pequeños. Una vida sana, constancia y dedicación son las claves para llegar a desarrollar todo el potencial, y aunque para los Jiménez, como para el resto de la gente, no ha sido fácil, «a la larga las recompensas son muy grandes». Es por eso que tanto Luis, a sus 63 años, como el resto de los Jiménez, sobre todo Bili, han querido seguir difundiendo este arte marcial a mayores y pequeños, no sólo como una disciplina deportiva, sino como un estilo de vida.
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