El Royal Ballet hace justicia al gran clásico de Chaikovski

Cines Van Gogh retransmite ‘El lago de los cisnes’ en directo desde Londres. Matthew Ball y Yasmine Naghdi protagonizan el montaje de Liam Scarlett

Javier Heras
24/04/2024
 Actualizado a 24/04/2024
Yasmine Naghdi y Matthew Ball en 'El lago de los cisnes'. | BILL COOPER
Yasmine Naghdi y Matthew Ball en 'El lago de los cisnes'. | BILL COOPER

Título fundamental del repertorio del Royal Ballet ya desde la propia fundación de la compañía en los años 30, ‘El lago de los cisnes’ le ha dado recientemente algún dolor de cabeza a la casa londinense. La nueva –y costosa– producción de Liam Scarlett de 2018 (que sustituía a la de Anthony Dowell, inamovible desde 1987) fue un éxito, pero no pudo rentabilizarse: la pandemia obligó a cancelar más de 20 funciones de su primera reposición, en 2020. Y lo que es peor: ese mismo año, el coreógrafo residente fue apartado de sus responsabilidades por acusaciones de acoso sexual. El episodio desembocó en su suicidio meses más tarde. Covent Garden retiró ipso facto todos sus ballets, incluidos los aplaudidos ‘Frankenstein’, ‘Asphodel Meadows’ o ‘Viscera’. Con una excepción: la obra maestra de Chaikovski.


Este miércoles, Cines Van Gogh retransmite en directo desde Londres un ‘Lago de los cisnes’ que –pese a las dificultades– está llamado a perdurar en el tiempo. En vez de buscar revoluciones –como John Neumeier o Matthew Bourne–, Scarlett recuperó la esencia, el esquema de los míticos Lev Ivanov y Marius Petipa para San Petersburgo. En 1895, revisaron en profundidad el original de Julius Reisinger, que había fracasado en Moscú en 1877 (sí, se estrelló a pesar de la impresionante partitura). Fueron los coreógrafos rusos –a su vez autores de ‘El cascanueces’– quienes decidieron que una sola bailarina encarnase a los dos cisnes, el blanco y el negro (la vulnerable Odette y la malvada Odile). Las siguientes versiones incorporaron el efecto del batir de alas y los terroríficos 32 fouettés seguidos (vueltas sobre una punta).


Scarlett, de gusto neoclásico, se limitó a enriquecer algunos personajes, a incluir pasajes de la versión de su admirado Frederick Ashton (como la Danza Napolitana) y a resolver algunas incoherencias narrativas. Por ejemplo, no resultaba verosímil que el villano, Rothbart, irrumpiera en el tercer acto. Ahora, el mago aparece desde el principio: forma parte de la corte como un consejero en la sombra.


Otro punto fuerte reside en la nueva escenografía del prestigioso John Macfarlane. El escocés, ganador de dos Olivier y un Benois de la Danse, recrea por un lado los opulentos salones de la corte –con todo lujo de detalles y un inteligente uso de la profundidad– y, por otro, el estanque iluminado por la luna, que parece un lienzo de Turner. Además, ha descartado los polémicos vestidos de falda larga de Dowell y ha regresado al tutú corto clásico. Los decorados son tan impresionantes que en algunas funciones el público aplaude espontáneamente al alzarse el telón.


En cuanto a los protagonistas, serán dos jóvenes de la cantera. A Matthew Ball (1993, Liverpool) se lo asociará siempre a su gesta de marzo de 2018, cuando sustituyó al protagonista de ‘Giselle’, lesionado en medio de la función. Él solo había bailado el papel de Albrecht una vez, pero el público y la crítica lo ovacionaron por su elegancia, fuerza y presencia. Pocos meses después, el Royal Ballet lo ascendió a bailarín principal. Conoce bien la obra de Chaikovski: aparte del príncipe, también ha encarnado al cisne (en la versión masculina de Matthew Bourne). 


Su química con Yasmine Naghdi (1992) está asegurada: ya protagonizaron en mayo del año pasado una eléctrica ‘Bella durmiente’. La bailarina londinense (1992) se formó en la escuela del Royal Ballet, y como estudiante fue reconocida como Young British Dancer de 2009. De técnica impecable, poco a poco ha ido ascendiendo hasta la categoría más alta de la compañía, donde ha interpretado a todas las princesas del repertorio clásico: Aurora, Julieta, Tatiana, Giselle, Cenicienta, Kitri… También ha colaborado con creadores contemporáneos para obras nuevas de Wayne McGregor o Christopher Wheeldon. En 2018 aspiró al premio de la crítica a mejor bailarina, y en 2015 logró el premio de la Academia de las Artes.


La orquesta la lidera el búlgaro Martin Georgiev, un habitual de este teatro desde hace una década. Especializado en danza, colabora frecuentemente con compañías como el NDT holandés, los ballets de Australia, Birmingham, Varna o Roma. En su vertiente sinfónica, ha dirigido a las filarmónicas de Heidelberg, Bruselas, la Radio Nacional de Bulgaria o la BBC. Aquí abordará la partitura más conocida de todo el repertorio, llena de melodías memorables (el leitmotiv de oboe, la danza de los pequeños cisnes, el ‘Vals’ del primer acto, el ‘Adagio’) y ejemplo perfecto del don de Chaikovski (1840-1893) para la instrumentación más sofisticada.

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