Rosita, el cadáver 112

Una mujer muere en Madrid, nadie la reclama, es enterrada sin identificar en el nicho 112 del cementerio de Madrid. Un programa de televisión se interesa por esta historia y llega hasta Santa María del Páramo, donde había nacido la fallecida, Rosa Pérez Lema, actriz de circo, teatro y cine, torera con el nombre artístico de Rosita Lerma

Fulgencio Fernández
06/06/2016
 Actualizado a 19/09/2019
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Fue uno de los programas de la tele que más impactó causó en los años 90 (en 1991). Ganó un premio Ondas y optó a los Emy el capítulo de Documentos TV titulado ‘El caso 112’, el número que aparecía en el nicho donde fue enterrada como única identificación. Los periodistas Ramón Gutiérrez, Chema Giné y Luis Fernández, contaban cómo les llamó la atención la historia de la mendiga a la que nadie reclamaba, enterrada sin identificar y fueron siguiendo su rastro.

Acudieron a Callao y comenzaron a preguntar a todo el mundo, fundamentalmente mendigos, que rehuían las cámaras en su mayoría. Hasta que una mujer afirmó: «Esta es Rosa, ¿verdad de que es esta? Se sentaba ahí solita, creo que se ha caído en el Metro y se ha muerto. Estaba en el Niño del Remedio pidiendo, no quería cuentas con nadie, más que con un mendigo que le dicen Pepe». Y el citado les dio nuevas pistas: «Sí señor, es ella, Rosa Pérez Lema, seguro».

- ¿La conoce usted?

- He estado dos años con ella.

- ¿Tiene familia?

- Sí, por aquí han venido al menos una hija y un hijo, pero creo que tenía dos hijos más de su matrimonio.

Y en ese momento se produce la sorpresa. Los hijos de la mendiga se ponen en contacto con el programa de televisión, viajan a Madrid desde Valencia, donde viven, y acuden al cementerio con ellos, pues son los únicos que saben que su madre está en el nicho 112. Se producen las habituales escenas de dolor y una hija escribe con lápiz de labios: «Rosa Pérez Lema. Te queremos. Tus hijos no te olvidan».

- Nosotros no abandonamos a nuestra madre, fue ella la que decidió abandonarnos para seguir su vida; explica el hijo pequeño, sin ningún reproche para su madre, de la que afirma que fue «una gran señora, hasta en la misma calle lo fue, según nos han contado otros mendigos». Y ahí comienzan a tejer la historia de su madre. Es entonces cuando viajan hasta una localidad leonesa.

Con las imágenes de la Iglesia y la plaza del pueblo el locutor dice: «Corre el año 1937, en plena Guerra Civil un pequeño circo de gira por provincias llega a la localidad leonesa de Santa María del Páramo. Junto a la iglesia del pueblo levanta su carpa, uno de los números que integran esta troupe circense se llaman los Henry, ellos son Angelita Pérez, su hermano Enrique y su mujer Carolina Lema, que está embarazada. El 12 de octubre tienen una hija a la que ponen por nombre Rosa. El circo se deshace por los avatares de la guerra y la familia permanece durante un tiempo en el pueblo». La niña es la anónima fallecida.

Hablan de ella las gentes del circo. «La incorporaron al número de sus padres siendo muy joven, era bellísima y recorren todo el país». Y del circo salta la leonesa a otro mundo que la apasiona, el teatro, concretamente a la compañía Lope de Vega, que dirigía José Tamayo. Representan ‘La vida es sueño’ y Rosa se incorpora, junto a Paco Rabal, que la recuerda. «Claro que sí. Decía que también era rejoneadora, que conocía a Ángel Peralta, era muy bella,» tanto que llegó a hacer de doble en las escenas a caballo de Brigitte Bardot y Claudia Cardinale en la película ‘Las petroleras’.

Y en 1960 llega al cine, otro sueño, trabajando en ‘Ursus’, con Luis Prendes y María Luisa Merlo. Sólo tiene una frase, pero le abría las puertas y se multiplican sus presencias en corridas de rejones (con gente como El Cordobés) y cuenta el narrador: «Rosa se sumerge en el torbellino del espectáculo y la farándula. Tiene dos hijas, que la retienen en Valencia, hasta que las deja con la abuela, como le sucedió a ella». E inicia un declive hacia una enferma crónica, que bebía desde por la mañana, no hacia carrera de sí misma, dice una compañera. Se dijo de ella que era novia de Rafael Peralta, aunque él lo niega.

Se casa con José María, un camarero embarcado en oscuros negocios, que se ausentaba y desaparecía. LLega el declive «y ella empieza a beber», dice una vecina, Generosa, que añade: «se volvió agresiva, faltaba al respeto ala gente». Se va con sus hijos a Corcubión, donde tiene familia, pero no encuentra buena acogida. Regresa a Madrid, más alcohol, enferma de tuberculosis, sola, vagabunda. Se junta con otro mendigo, Pepe, con el que está dos años, acaban durmiendo debajo de un puente. Y un día el telediario dijo que «en la madrugada una mujer fue hallada gravemente herida...».
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