La restauración de este complejo monumental ha comenzado por la parte más delicada, como es la recuperación de la fuente, de 5,5 metros de diámetro, que presidía el centro de los jardines que en 1928 existían en la Plaza de la Catedral, delante de la fachada principal.


El alcalde José Antonio Diez ha supervisado el inicio de los trabajos y ha comprobado el alto grado de precisión con que las tres profesionales del taller de restauración realizan esta delicada labor, que se prolongará al menos durante seis meses. Diez ha mostrado su satisfacción por la recuperación de estos azulejos, cuyo conjunto «incrementará la calidad y el valor del patrimonio artístico de la ciudad y completará la oferta para los visitantes». El alcalde ha asegurado que los jardines de la Residencia Virgen del Camino estarán abiertos al público para contemplar los bancos y la fuente de Zuloaga.
Para asegurar su protección y conservación, el proyecto incluye la construcción de una pérgola que aliviará a todo el conjunto de las inclemencias climatológicas.
La fuente enterrada
El arquitecto Ramón Cañas ha sido el encargado de redactar el proyecto de recuperación de este complejo monumental, que por suerte no ha estado revestido de la polémica que en su día suscitó la rehabilitación del empedrado de la plaza del Grano. «En el caso de la plaza se mezclaron mil cosas», reconoce Cañas, que en el caso del conjunto de bancos y fuente ornamental de Zuloaga de 1928 sí que ha podido redactar el proyecto en un ambiente bastante más sosegado, incorporándose al mismo hace más de un año a través de un concurso para la recuperación de todos estos elementos, de los que tenía constancia cuando se descubrió de nuevo la fuente con las obras de peatonalización de la catedral, al estar enterrada allí desde 1948, y en el caso de los bancos con motivo de la decisión de trasladarlos a los jardines de la Beneficencia Municipal, hoy Residencia de Mayores Virgen del Camino. «Era un tema que tenía por un lado una vertiente de restauración pura y dura, lo que era el recuperar un poco los elementos materiales, pero hay otra parte que era la puesta en valor y volver a reunir el conjunto, y explicar un poco su periplo y la razón de ser. Aparte, aunque sea un elemento ‘artesanal’, pues no lo elevaron al grado de obra de arte, sí que se trata de un conjunto que tiene cierta singularidad por los escasos restos que quedan de cerámica decorativa en conjuntos urbanos de la época del ‘Art nouveau’ de mano del momento artístico en que se produce».

Preguntado qué es lo que entraña mayor dificultad en las obras de restauración de este complejo monumental que se están llevando a cabo por parte de la empresa leonesa Estudios y obras Campo SL, el arquitecto encargado de redactar el proyecto destaca que la fuente estuvo expuesta a la intemperie desde 1928 hasta 1948, «un tiempo suficiente por su relación con el agua y con el medio para sufrir los rigores del clima de la ciudad. Luego estuvo tapada y en medio hubo una gran lesión porque colocaron una cimentación de una farola, porque desde el momento en que se amortiza esta decoración de ajardinamiento se decide hacer un parterre que entierra la fuente, con la mala fortuna de que la parte central ocupa una cimentación del propio elemento, con lo cual ahí se ha perdido una parte importante, en concreto la estampa de la catedral que sigue el mismo modelo de la que tenían en la pescadería Mar Domingo realizada también por los mismos artífices, por el taller de Zuloaga», comenta Cañas, para quien esa parte de volver a reintegrar o reinterpretar algo para rellenar esa laguna es lo que entraña una mayor dificultad, al igual que el estado en que estaban muchísimas de las piezas del vaso, que se encontraban muy fracturadas, por lo que se está haciendo por parte del equipo de restauración una operación quirúrgica y de pegado de la integración y recuperación de los elementos. «Eso tal vez sea el aspecto más dificultoso y de mayor trabajo especializado, porque luego el tema de los bancos sí que han estado expuestos siempre, lo que pasa es que se fueron reparando, ‘tuneando’ entre comillas, no sé si por la persona que entonces estaba al cargo del mantenimiento de estos elementos, y bueno lleva muchas piezas añadidas, sobre todo en las partes superiores del respaldo y demás, pero son piezas o seriadas o monocolores, con lo cual no tiene tanta problemática el recuperar», argumenta el arquitecto.
La obra estaba planteada en seis meses, pero Ramón Cañas reconoce que el cuello de botella es un poco el trabajo de la cerámica, del ceramista. «La recuperación de piezas completas o seriadas que repiten motivos, que sí que se han encontrado los propios calcos originales en el Museo Zuloaga de Segovia, pues casi hay que hacerlas digamos que en pequeños lotes, y al final el número de piezas que hay que reponer es importante, por lo que casi te ves abocado por la capacidad que pueda tener un taller de este tipo de trabajo que suele ser muy artesanal».