Puentes históricos en la Cañada Real de La Vizana

De los pastos y portillos montañeses hacia el Órbigo y La Ribera

Luis Solera Selvi
11/09/2018
 Actualizado a 18/09/2019
Puente del Arroyo de La Chanada. Caboalles de Abajo. | LUIS SOLERA SELVI
Puente del Arroyo de La Chanada. Caboalles de Abajo. | LUIS SOLERA SELVI
El último itinerario pontonero que vamos a tratar es el que sigue el curso de la Cañada Real de La Vizana, también conocida como de La Plata, por seguir en parte, el trazado de la antiquísima calzada romana conocida por ese nombre. Su nacimiento en la montaña leonesa es doble, con una traza en forma de Y cuyo vértice de confluencia sería La Bañeza y su final territorial leonés se produce al sur de Alija del Infantado. Por el W y desde los puertos montañosos de praderías ricas y abundantes desciende la Colada de Ferreras a través de Villamejil, San Justo de la Vega, Astorga, Valderrey y Palacios de la Valduerna. Por el E y desde Las Omañas, Llanos de la Ribera, Villadangos del Páramo o Santa María del Páramo los ganados trashumantes utilizan las coladas de Rodenas y La Bañeza, precisamente para llegar a esta ciudad donde, unidos todos los rebaños de merinas en buena armonía , se dirigen hacia el sur utilizando la depresión que forma el río Órbigo y pasando por Cebrones del Río y La Nora del Río donde se localiza la Vereda Vizana hasta llegar a Alija del Infantado junto a la raya con Zamora.

En estos tiempos lo cierto es que apenas de mueven unos pocos miles de cabezas de ganado en la trashumancia pero entre los siglos XIV y XVIII, periodo de mayor esplendor ganadero, se habla de varios millones los animales que se movían entre las montañas leoneses y sus invernadas en Extremadura. Es conocido el relato de que estas praderías, debido al clima y a sus aguas, producían pastos excelentes que consumidos por las ovejas merinas, se traducían en una producción de lana abundante, fina, blanca, sedosa y de gran calidad, muy cotizada en los mercados europeos precisamente con el marchamo de «lana leonesa». Fueron siglos de prosperidad en la zona pues si bien es cierto que los dueños de los ganados eran nobles, monasterios o terratenientes de lejanas tierras, estos concejos obtenían beneficios por el arriendo de pastos o puertos, como se les llama aún, además de la creación de empleo local como el de pastores, utileros y zagales o incluso rabadanes o mayorales, que eran los jefes de estas expediciones, cuyos sueldos también generaban consumo y riqueza en estos núcleos.

Cuando desaparece el Honrado Concejo de la Mesta en 1836 se formó como sustitución la Asociación General de Ganaderos del Reino, que ciertamente seguía teniendo sus derechos y prerrogativas en el uso y disfrute de las cañadas ganaderas, pero ya no fue igual y el trasiego ganadero por tierras leonesas menguó ostensiblemente pues de los millones de cabezas de antaño se pasó a contabilizar 135.000 cabezas de merinas trashumantes a finales del siglo XIX y a poco más de 10.000 al terminar el siglo XX. Bien es cierto, que la trasterminancia, raro palabro que se refiere a movimiento de ganado en periplos cortos que no sobrepasan los 80/100 kilómetros, sigue teniendo vigencia y que en lo que nos atañe, mueve entre los portillos de la montaña leonesa y las vegas del río Órbigo alrededor de 80.000 cabezas cada año.

Como desde el N estos movimientos pecuarios tienen su origen en la zona de Babia, Luna, Omaña o Laciana, buscaremos algunos pasos pontoneros que tradicionalmente utilizaba el ganado en sus movimientos.

Puentes de Caboalles de Abajo

Es el punto de encuentro de viejas veredas ganaderas cuyos rebaños, tras permanecer en los altos majadales o agostaderos de los puertos de Cerredo o Leitariegos iniciaban su regreso utilizando los pasos de este puebluco. Se puede considerar este cruce fluvial como el de mayor dificultad para el paso de ganados o trasporte de arriería ya que la serie de arroyadas que allí confluyen y su propia erosión a lo largo de millones de años, ha creado un zócalo profundo por donde se canalizan las aguas del Arroyo de La Chanada. Tiene un bellísimo puente de tres ojos que se construyó a principios del siglo XX y con pilas verdaderamente altas para salvar la profundidad de esta barranca aunque su intervención para adosarle viales peatonales en cantos, ha sido poco acertada. También son interesantes el Puente del Carreirón, de impronta medieval, semejante a los que ya he descrito en el cauce del río Curueño o el llamado Puente de Arriba, con cuidada y primorosa fábrica de mampostería.

Puente de San Justo de la Vega

Siguiendo ese discurrir por la traza de la Y mencionada y camino del sur, los ganados trashumantes preferían acogerse a las vegas del río Tuerto por un sector de la cañada real llamada «La Coruñesa», en las cercanías de la ciudad de Astorga. El impetuoso cauce de este río obligaba a la necesidad de puentes y probablemente tuvo varios efímeros de madera hasta que en el período isabelino, mediado el siglo XIX se proyecta un rotundo puente de fábrica en piedra con 4 ojos de directriz escarzana. Lo importante de este diseño ingenieril es que, dado que esta amplia terraza que conforma en este punto el río Tuerto se solía encharcar durante muchos meses en períodos de avenidas por lluvias o deshielos en las montañas donde nace, fue necesario la construcción de variadas tajeas y alcantarillas en el propio camino real y que sirvieran para drenar estas lagunas dejando expedita una calzada tan importante. Son pequeñas estructuras pontoneras en piedra, realizadas con esmero y calidad y todavía se pueden observar algunas de ellas, que siguen dando servicio a la carretera nacional N-120.

Puentes de Astorga


En los arranques del páramo maragato se entremezclan cauces de cierta importancia como son los ríos Jerga, Turienzo o el Tuerto junto al Arroyo de la Moldera y que se salvaban por medio de variados puentes y pontones, algunos de ellos dieron servicio a la mítica Vía de la Plata de origen romano. Quizás, el más histórico es el conocido como Puente de la Molinera sobre el Arroyo de la Moldera. Es una estructura viejísima, probablemente medieval, de tablero alomado y con tres ojos de trayectoria curva aunque abierta que recientemente se ha restaurado y da servicio a vehículos de esta barriada y a los peregrinos que siguen el Camino de Santiago. Cerca del lugar y sobre el mismo arroyo existe un puentecillo precioso de huella clasicista con tres ojos y que también tiene interés. En la propia Astorga aunque extramuros y junto al viejo camino real –ahora carretera nacional N-VI– podemos admirar el firme y potente Pontón de San Roque, de traza barroca construido con sillería muy cuidada y que pese a la ampliación de su tablero en una intervención reciente poco afortunada, todavía mantiene su soberbio porte imperial.

Puente de Castrillo de las Piedras

Salva el río Turienzo, en las cercanías de este lugar perteneciente al término municipio de Valderrey y es visible desde la propia carretera radial N-VI junto a su PK 318. Es una estructura bella y muy antigua, probablemente de origen romano, modificada en el Medievo y en ruina durante los últimos siglos aunque se ha rehabilitado recientemente y presta servicio a los cientos de miles de peregrinos que viajan hacia Santiago de Compostela todos los años. Es amplio y dispone de 4 ojos de buena factura. Aunque es conocido como Puente de Valimbre, ciertamente el auténtico puente así llamado es el que ahora está bajo la nacional N-VI en ese punto. Debido a la continua ruina de aquél, a finales del siglo XIX se construyó otro bello puente de piedra que su proyectista, Francisco de Rivas denominó Puente de Valimbre y que en los años 50 del siglo XX sufrió una drástica transformación emparedando sus muros de piedra con otros de hormigón, dejándolo «niquelao» aunque en una actuación grosera y poco respetuosa con obras civiles históricas.

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