En Prioro las tradiciones son una religión. Si de algo presumen sus habitantes es de conservar la gran mayoría de las que les han ido legando sus antepasados. También presumen de cantar bien, que es algo que se deriva de lo anterior pues la mayoría de sus ritos llevan música. Y canciones.
Una de esas religiones es la lucha leonesa. Su pradera del corro es conocida como El Maracaná de la lucha y este deporte es el primero del lugar. Lo cuento porque un año, en el corro de Prioro iba en los puestos altos de la clasificación general un luchador local, Agustín Escanciano, y no apareció en el corro. Extrañaba pero dijeron: «Este año es quinto y tiene otras obligaciones. Que lucha hay todos los años y quinto sólo se es una vez en la vida». Allí entendí la dimensión de las tradiciones en Prioro, las obligaciones que acarrean, cómo lo sienten en el pueblo, como presumen de ellas.
Son muchas: la lucha leonesa (los luches, que dicen ellos), pedir los quesos con su ronda, las canciones de boda, levantar el mayo en los hechos singulares, las canciones del ramo... o la fiesta de los quintos, con sus ritos y sus cánticos.
La tradición de los quintos tiene dos fechas especiales. Una fue el domingo, día de Santiago, que es cuando en las casas de las mozas aparecen los ramos, generalmente en los aleros pero si alguna casa fuera muy alta y no llega la escalera, como ocurría este año, pues se deja en la ventana.
Se entiende la importancia de la tradición de los quintos, pues muchos de los mozos era la primera vez que salían del pueblo, por varios años, abandonando a la familia, la novia...Después se ven los quintos (mozos y mozas) vestidos de gala en la iglesia para la misa del apóstol, participan en ella y posteriormente se hacen las fotos de rigor, que son las que permanecerán en las casas y darán fe de quiénes son quintos de cada año. Este año eran 26 —qué suerte de pueblo manejarse en estos números— aunque ‘solo’ 18 pudieron acudir a esta cita por diferentes motivos. Ya la noche anterior (la del día 24) habían comenzado los ritos cuando el habitual carro recorrió el pueblo con los ramos y los ‘quintos’ los fueron colocando en las casas de las mozas de su mismo año, las que al día siguiente se sumaron a los actos. No faltaron las canciones, nunca faltan en Prioro, uno de los pocos pueblos que cuentan con cancionero propio, escrito ya hace años por su vecino y músico Marcelino Díez Martínez, quien explica la trascendencia de esta fiesta tal vez más difícil de entender en estos tiempos en los que ya no hay ni servicio militar obligatorio.
Recuerda Marcelino Díez que «en épocas pasadas, para los mozos que no hubieran ido de pastores a Extremadura (los ‘jadetos’ se llamaba) ir a la mili representaba la primera salida del pueblo; dejando a la familia y a la novia; a veces implicaba ir a las guerras de Ultramar o de Marruecos... y, en todo caso, se iba para una mili que duraba varios años».Así se entiende mejor que sean numerosos los cantos de despedida de los quintos, pues era un hecho que «conmovía la vida tranquila del pueblo; el día del sorteo se vivía en tensa espera hasta la llegada del telegrama con los destinos, que provocaban efusivas felicitaciones o sentidas condolencias, según hubiera sido la suerte de cada sorteado». Y concluye el estudioso que «pasada aquella primera impresión los sentimientos personales se ahogaban en animadas rondas, canciones que mezclan idealismo, bravuconearía y hasta secretos dramas personales».
Recogió 15 cantos diferentes, coplas que aún se siguen cantando en esta celebración que tiene su segundo día grande coincidiendo con las fiestas de la Virgen de agosto, patrona de esta localidad.
Marchaban los mozos y les cantaban las despedidas: «Se van los quintos, se van, se van, se van, se van. / Se van al campo / donde peleaban / y era mi morena / la que me miraba». En ‘17 de febrero’ , por ejemplo, cantaba la amada: «La puerta y el cuarterón / si se cierran no se abren / que soy doncellita honrada / en la casa de mis padres; / que soy doncellita honrada y el honor es lo que vale».
No faltan las coplas que hablan de aquellos que se iban a Ultramar: «Y se van a marear / los quintos que van a Cuba, / y si no te vuelvo a ver, / adiós, ramo de hermosura».
Los Quintos del 41 divulgaron en Prioro una canción que recrea todo el proceso: «A la una fui yo quinto / a las dos me van a tallar, / a las tres me meto en la talla / son las cuatro y talladito ya. / A las cinco me meto en el barco / a las seis voy por alta mar / a las siete llego a Puerto Rico, / son las ocho y llego a Portugal, / A las nueve mandan hacer fuego / a las diez mandan disparar, / a las once paso por tu puerta, / son las doce y no te pude hablar».
En fin, enorme variedad, como lo es de tradiciones en este pueblo. Como lo es la de pedir los quesos, que se celebra cada 14 de agosto, la víspera de la fiesta de Nuestra Señora, en la que los mozos recorren las calles del pueblo ‘pidiendo los quesos’ de casa en casa. Señala Marcelino Díez que «seguramente esta sea la más antigua y también más vigente de la s tradiciones de Prioro», que ya es mucho decir.
Otra muy arraigada es la de levantar el mayo, que también existe en otros lugares de la provincia e, incluso, provincias limítrofes pero que en Prioro se sigue haciendo «cuando algún hijo del pueblo es ordenado sacerdote y viene al pueblo a cantar misa (cantamisano)». Buscan un gran tronco, de unos 25 metros de altura, lo levantan con gran pericia adquirida con la práctica y después de la misa nueva los mozos competirán por subirlo «enguilando» hasta la copa, en cuyo extremo está el trofeo por el que ha competido.
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27/07/2021
Actualizado a
12/02/2025

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