"Por algo se dice que para la fiesta no hay como Orzonaga"

La escuela de música tradicional de Orzonaga es una iniciativa sorprendente en una comarca despoblada y en recesión tras el fin de a minería

Fulgencio Fernández
12/03/2023
 Actualizado a 14/03/2023
Afinando las panderetas y repasando la letras para tocar;y las del grupo de baile en plena faena siguiendo las instrucciones del profe | JESÚS F. SALVADORES
Afinando las panderetas y repasando la letras para tocar;y las del grupo de baile en plena faena siguiendo las instrucciones del profe | JESÚS F. SALVADORES
Orzonaga es otra historia. Sobre todo en lo relativo al ocio, la diversión, la música, las leyendas, tradiciones, coplas, personajes... Allí pueden tener, tienen, unas coplas que recuerdan cuando un elefante andaba por el faedo y un siglo después siguen saliendo a cazarlo y hasta anuncian la instalación de una fábrica de cecina de elefante; allí tienen solución para el complicado regreso del Entierro de Genarín, y es hacer su propio entierro; de allí puede ser el cura Nicanor Brugos, una leyenda de los llamados curas obreros en Asturias o Arsenio, el niño de la guerra en Rusia; allídejaron huella Firme y Taitas, uno de aquellos dúos que amenizó tantas fiestasy dianas; en fin, se dice por la comarca que «para la fiesta no hay como los de Orzonaga». Y cursos de cerámica en Zona Cerámica o miel de El Faedo, pues suhayedo no tiene que envidiar a ninguno...

A Orzonaga puedes llegar un lunes, a la plaza, donde está el bar que tantas historias guarda y del piso superior sale con fuerza la música de panderetas que, curiosamente, ensayan las estrofas de su más famosa copla, El elefante de Orzonaga: «Pobre elefante que mal lo pasas / que te amarraron los de Orzonaga» dice el estribillo de aquella copla que creó El tío Faldas, un minero que apenas sabía escribir pero supo recoger la leyenda en una larga copla que tiene el mérito añadido de recordar a buena parte de los vecinos de este pueblo singular: «Prepara las municiones / el vecino Baldomero / y enseguida pasa aviso / a Lanero y a Cachero». Y así más de veinte estrofas para recordar la presencia del elefante y que se ha convertido en una especie de himno oficioso. «Los sábados, después del ensayo, hacemos el vermú musical en algún pueblo y siempre nos piden ‘el elefante’», recuerda Jose ‘el mielero’, uno delos ‘causantes’ de la existencia de la singular escuela de música tradicional de la que vamos a hablar y que, no podía ser de otra manera, lleva el nombre de ‘Firme y Taitas’, toda una declaración de intenciones.

Y es que nos habíamos quedado en la plaza, donde Taitas hijo y Lombó el de Pardavé esperan para acudir a la siguiente clase, la de tambor, cuando finalice la de pandereta que escuchábamos de fondo.

- Todo empezó cuando un día llego Josín El Taitas al bar y dijo que se había apuntado a clases de dulzaina en León; y había otros que iban a La Robla, pero era un poco lío. Empezamos a decir «¿y si montamos una escuela de música en Orzonaga?». Y se fue liando la madeja.

Lo explica Jose, al que todos ponen de apellido ‘el mielero’, que entonces — «el año antes de la pandemia»—era quien llevaba el bar y que, por otra parte, tiene sentido su cercanía con la aventura pues en la vieja foto que sirve de cartel a la que sería la Escuela de MúsicaFirme y Taitas aparecen estos dos históricos músicos popularesy un niño, casi un bebé, sentado entre ellos y que es, precisamente, Jose.

El caso es que aquella idea de la escuela de música fue cuajando; con el inevitable bajón que también impuso la pandemia, aunque ya estaba en marcha una idea imparable que nació con las clases de dulzaina, gaita, pandereta, tambor y baile y la exigencia (más bien la necesidad) de al menos cinco alumnos para poder contratar a un profesor. «Los inconvenientes propios de la comarca, la despoblación y todas esas cosas que ya sabéis dejaron las especialidades en pandereta, tambor y baile»; con un‘añadido’, y es que Miguel Ángel García, El gaitero de Robles y un habitual del pueblo, sigue «mano a mano»con un alumno en el que tienen puestas muchas esperanzas, tanto el profesor como en la escuela de música tradicional y en toda la comarca, que ven que no corre peligro la tradición musical. El chaval es Sergio, el de la ferretería, un verdadero fenómeno en el deporte, la gaita y, seguramente, lo que se proponga.

- ¿Y la escuela de música tradicional cómo se encuentra?

- En su mejor momento, en la actualidad contamos con 54 alumnos entre todas las especialidades, que no está nada mal, ni mucho menos, para lo que es la comarca.

- ¿Todos de Orzonaga y la zona?

- La mayoría. Hay un número razonable de gente de Orzonaga y la comarca, Matallana, Villalfeide, Pardavé, uno que viene de León, un gallego... la verdad es que ha tenido mejor respuesta incluso de la que esperábamos.

- ¿El más veterano será Paco el gaseosero?

- No sé, viene a baile una hermana de Nena la de Pardavé que allá se andará...

- El baile es en Matallana...

- Sí, en el hogar. Había gente mayor de allí que les resultaba difícil desplazarse y lo hacemos nosotros, la escuela. A ver si nos ceden otro local y vamos mejorando poco a poco.
Llega la hora de que los de tambor se incorporen, suben al piso superior del bar, siguen las pandereteras, susurran estrofas del elefante pues, se quejan: «Es muy larga para aprenderla de memoria».

- Unos iban con cadenas / otros con forcas de hierro / y el que llevaba el azúcar / era el hijo del Pedrero».
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