Pombriego volvió a ser un nombre tristemente asociado a los fuegos. La localidad cabreiresa ya sufrió uno tremendo hace un par de décadas y en los fuegos recientes de este verano ha vuelto a ser golpeado, cuando aún en sus montes se notaban las cicatrices del anterior.
Pero además de sus frondosos y golpeados montes, la localidad cabreiresa tiene (tenía) en el pueblo dos ejemplares singulares, muy apreciados por los vecinos; por suerte, libres de los fuegos pues están en el interior del pueblo que ha podido permanecer a salvo de las amenazas.
Son un espectacular ciprés, situado en las cercanías de la Ferraría de Pombriego —reconvertido en hotel rural pero cerrado en la actualidad—, al que se le calculan alrededor de 270 años de antigüedad y que ha sufrido los ‘ataques’ de varias enfermedades que han hecho temer por su supervivencia. Los cuidados de los dueños de la Ferraría —Avelina y Marzán—, la colaboración de la asociación A Morteira y de diversos especialistas han logrado que siga en pie, herido pero aún con vida y hasta esperanzas de futuro.
Peor suerte ha corrido el que era más ‘exótico’ y singular, el llamado árbol del amor, del que se mostraban orgullosos sus vecinos de él pues están documentados muy pocos en la provincia de estos ejemplares originarios del sur de Europa y Asia occidental. Se da la circunstancia de que otro de los más conocidos, el de Busdongo, también murió a principios de siglo, derribado por un terrible vendaval que le azotó en la pradera cercana a la carretera del Puerto.
El de Pombriego se fue secando mientras luchaban sin éxito por su futuro.