Pionera con plaza y pito

'La niña con calle', la plaza de su pueblo lleva su nombre, pasa el verano mandando a golpe de silbato

Fulgencio Fernández
01/09/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Es La Niña con Calle de Montejos del Camino. Porque sus éxitos en el deporte llevaron a su ayuntamiento –Valverde de la Virgen– a ponerle una calle. Pero sus éxitos siguieron creciendo y el mismo municipio decidió que, mejor, merecía una plaza. Y la tiene.

Y es que Miriam Marcos, que ella es La Niña con Calle o con Plaza, lo ha ganado todo. Todas las Ligas de lucha leonesa en las que ha participado, todos los provinciales, el Campeón de Campeones en dos categorías; también ha sido la Mejor Luchadora de Europeos de Luchas Celtas, con varias medallas de oro; medalla de Plata de Luchas al Cinto en Ucrania... en fin, no hace falta seguir. Y jugadora de fútbol sala.

Y lo que se le ponga por delante. Incluida una gravísima enfermedad, que la apartó del deporte durante meses, que la amenazó pero ella siempre supo que también iba a ganar y, para celebrarlo, aún no recuperada del todo acudió a un Europeo de Luchas Celtas para dejar el mal trago atrás ¿Y qué hizo? Lo que sabe: ganar.

Pero reconoce que es un punto de inflexión, que ya tiene una edad, que se toma la vida de otra manera... Y encontró la fórmula para irse y quedarse: arbitrar. Y ahí está por los corros de la Liga de Verano, masculina y femenina, arbitrando, sin complejos, como siempre hizo deporte: con su verdad por delante.

En uno de los corros que ha dirigido este verano ocurrió algo que no habíamos visto en muchos años. Su compañero pitó una caída, ella vio claro que no era así, se dirigió al luchador al que habían pitado perdedor y revocó la decisión. Es Miriam. «No se trataba de enmendar la plana a mi compañero, ni mucho menos, simplemente que donde yo estaba se veía mejor la caída, lo tuve muy claro y no es justo dejar marchar a un luchador derrotado por una decisión injusta; yo he estado ahí luchando y se lo que se siente, aunque jamás protesté a un árbitro».

Luchas celtas y el viaje a Togo

Miriam llegó a la lucha por casualidad, pese a que en su familia hubo luchadores, como su abuelo, «pero nunca me habían hablado de ello». Siendo una niña estaba jugando al frontón y se les cayó la pelota lejos. Al ir a recogerla vio a varios chavales del Club de Villabalter entrenando lucha leonesa, con Jesús Oblanca, «y yo supe que quería hacer aquel deporte tan raro... y cuando se me mete una cosa en la cabeza».

Su palmarés evita más comentarios. Y en ese deporte vivió muchos momentos de todo tipo, al margen de títulos, que también. Uno de ellos fue el viaje a Tsadomé (Togo), con Héctor El Divino y Clemente El Junco, para un corro solidario, con el fin de hacer en aquella localidad un campo de fútbol y varios pozos de agua potable. Desde su llegada un niño cogió su mano, no se separó de Miriam en todo el tiempo que permanecieron allí. «Separarme de él, dejarlo allí, fue uno de los momentos más duros de mi vida después de los preciosos días que me había regalado».

Mil historias más, de todos los colores —incluido el verde de su paso por el Ejército—, para esta pionera del deporte femenino leonés, de la lucha leonesa, que primero debía agarrarse con niños, porque no había competición femenina, y después tuvo el privilegio de ganar, en el año 2007, aquella primera Liga Femenina, y volver a hacer historia, junto a otras pioneras como Tamarina. «Cuando luchaba contra los chicos y les ganaba, que era muchas veces, no siempre se lo tomaban bien, aunque la verdad es que de quien tuve que escuchar alguna frase desafortunada fue de sus padres... por suerte, eso parece que se va superando».   

Ahí sigue haciendo historia esta pionera, una niña con calle, plaza y pito. Miriam Marcos, ahora árbitro.


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