Pinocho y la Enciclopedia Álvarez

Por José Javier Carrasco

11/01/2022
 Actualizado a 11/01/2022
| MAURICIO PEÑA
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En la novela ‘Las aventuras de Pinocho’, de Carlo Collodi, no dejan de ocurrir cosas desde el comienzo, la mayoría de ellas sorprendentes, como ese trozo de madera que tiene la virtud de hablar y al que Geppetto dará la forma de un muñeco, bautizándolo como Pinocho. A esa continua sorpresa en el que el autor sumerge a sus lectores, quizá la única manera de mantener su atención – la obra estaba destinada a un público infantil y aparecía por entregas durante los años 1882-1883 en la primera publicación italiana dirigida a niños, el ‘Giornale per bambini’ –, se añade su carácter moralizador, las repetidas invitaciones a no apartarse del buen camino, en consonancia con la mentalidad bienpensante del tipo de gente que podía permitirse comprar un periódico para entretener a sus hijos. Collodi, quizá aburrido de su creación, decide eliminar a Pinocho en la entrega XV, en la que moría ahorcado en un árbol, como castigo a su conducta disoluta. Solo las quejas de los seguidores de aquella ‘Storia di un burattino’ (‘Historia de un títere’, primer título de la obra), y la sugerencia de los editores de alargar la novela, le animó a proseguir la historia del díscolo muñeco de madera veinte capítulos más.

Desde el principio, Pinocho tiene problemas con la autoridad (no debemos olvidar que su creador, Collodi, defendía las ideas de Mazzini). En el capítulo III es atrapado por un carabinero cuando intenta huir de la casa de Geppetto, en el capitulo XXVII, después de la pelea en la playa con los compañeros de escuela, el muñeco es conducido por otros dos intratables carabineros a prisión, aunque logra huir. Además, en el capítulo XIX, un juez le condena a la cárcel sin ningún motivo. Tal vez pensando solo en ponerle en el buen camino.

Aquel buen camino que la ‘Enciclopedia Álvarez’ nos mostraba a los españolitos en los años sesenta de un modo sintético y práctico. Nuestro único libro de texto se abría con el apartado dedicado a la Religión y se cerraba con los temas de Formación Político Social, que incluían una escueta referencia a un personaje de León, Guzmán el Bueno, y su gesta en Tarifa: «¡Qué grande y hermoso es darlo todo por la Patria! ¡Honor a los héroes!». Por lo demás León, era una región histórica del viejo Reino, situada en la Meseta Central, que producía carbón y aparecía en el mapa político de color naranja, con un círculo para indicar la capital y tres puntos que correspondían a Astorga, Ponferrada y Sahagún. En cuanto a la catedral, se optaba por mostrar una ilustración de la de Burgos al referirse a las catedrales góticas. Un libro que en la pelea que Pinocho mantiene en la playa habría volado sobre la cabeza de los contendientes y terminado en el mar, donde los peces, al intentar comerlo, dirían sin duda, como de los libros que se arrojaban aquellos niños mantuanos: «Este no es un alimento para nosotros. Nosotros estamos acostumbrados a alimentarnos mucho mejor».
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