Pepe te cuenta que ya tiene 97 años y ya no trabaja, pero matiza. «Hasta los 95 estuve al pie del cañón; pero lo tuve que dejar, fíjate qué curioso para un herrero, no fue por las manos o la vista, que por ellas podría, fue por una infección en un pie que tengo un dedo destrozado, tengo que andar con estas zapatillas tan grandes, no sabes lo que he pasado con este dedo».

- ¿Qué dice?
- Que estás un poco sordo.
- Un poco sí, pero por la sordera no habría dejado de trabajar, fue esto del pie; insiste, ya sentado en un banco de piedra enfrente de su casa mientras te va explicando: «¿Ves ese picaporte con forma de cabeza?, ¿y la chapa para la cerradura y hasta la llave? Pues todo eso es obra mía, que no solo hacía navajas, las navajas tenían mucha fama pero yo era herrero para lo que hiciera falta, que lo de las navajas ya fue a última hora, antes a la gente había que hacerle cosas para las faenas del campo o herrajes para baúles con cuenta de que no se estropeen... de todo ».
Recuerda que son muchos años en la herrería —«¿entonces no quieren que vayamos a verla? está como entonces»— pues con catorce años ya empezó a trabajar y no lo dejó hasta los 95, «la cuenta es fácil de sacar... y si no fuera esto del pie».
Pepe y Visita tuvieron tres hijos pero no eligieron su oficio, «bueno, uno de ellos un poco sí. Los otros están en Madrid y Vigo y no les llama lo de la herrería».
- ¿Y cómo es eso de que a uno un poco sí?
- A ver. Él lleva muchos años trabajando en las canteras de La Baña y entre el trabajo y el ir y venir pues no le queda tiempo, pero los sábados y algún domingo va para allá y algo trabaja, se le da bien.
- ¿Le pega bien al fuelle?
- Tuvo que poner otro, el mío era tan viejo que ya estaba muy estropeado. Pero digo yo que si cambió el fuelle es que algo le llama.
Pepe sigue hablando, recordando la cantidad de reportajes que le hicieron, de periódicos, televisiones; las visitas, las navajas que le vendieron en El Somoza cuando el entrecuesto... «No hay navajas como las mías para el entrecuesto», dice, y tras una pausa añade: «Bueno, y para todo».