Siempre ha sentido pasión por la música, aunque reconoce que el gran obstáculo con el que se ha encontrado siempre ha sido "la incomprensión". "Parece que ser músico es algo inusual en nuestra sociedad", lamenta, porque "poca gente aprecia el esfuerzo y la dedicación que impone esta disciplina, no está valorado ahora mismo".
Pese a esa falta de valoración en general, su carrera en la música sí ha tenido grandes recompensas, como la de "poder aprender de maestros", afirma, presumiento de Mathias Racz, Stefano Canuti, Enrique Abargues, Yoshi Ishikawa... además de "mis profesores de Conservatorio, especialmente Estela Rodríguez, que me hizo amar la música y este instrumento por encima de todo".
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León tiene "buena" oferta musical según Alberto Amando, pero echa de menos un poco de atención a los interesantes proyectos culturales que se desarollan en la ciudad, celebrando el trabajo que realizan Juventudes Musicales, la Fundación Eutherpe y las escuelas de música.
Si una cosa afirma con rotundidad es que "la música debe hacerte feliz", para lo que trabaja y se forma en el día a día.
La forma "relajada y despreocupada" de Benny Goodman o George Gershwin le llama especialmente la atención, por lo que se reencarnaría en uno de esos músicos.
También tiene un lugar en el que le gustaría poder mostrar su talento con el fagot, el Concertgebouw de Amsterdam, un lugar que conoció en la excursión de ‘fin de carrera’ con el Conservatorio de León que es "verdaderamente bonito y con una acústica impresionante para el repertorio orquestal". Además, reconoce, "Amsterdam me gusta como prototipo de ciudad en la que viviría y sería perfecta para tener una oportunidad como músico".