Pablo Batalla: "El capitalismo se interesó por el deporte como vehículo de propaganda"

El escritor asturiano afincado en León presenta este miércoles su publicación ‘La bandera en la cumbre’ en la librería Sputnik de la capital provincial

23/09/2025
 Actualizado a 23/09/2025
El autor de ‘La bandera en la cumbre. Una historia política del montañismo’, Pablo Batalla Cueto. |  JAVIER VALLADARES
El autor de ‘La bandera en la cumbre. Una historia política del montañismo’, Pablo Batalla Cueto. | JAVIER VALLADARES

La afición de Pablo Batalla Cueto por el montañismo se remonta a su infancia. Siendo un niño, acostumbraba a recorrer los montes adyacentes a su tierra natal, Gijón, junto a su progenitor. Con el tiempo, aunque con diferente compañía, la devoción del autor asturiano afincado en León por esos templos de la naturaleza que son las cumbres no se ha visto reducido ni un sólo ápice.

Quizá por eso son dos las publicaciones que, firmadas por el gijonés, tienen a los montes como contexto protagonista: el primero de ellos, ‘La virtud en la montaña: vindicación de un alpinismo lento, ilustrado y anticapitalista’; el segundo y más reciente, ‘La bandera en la cumbre. Una historia política del montañismo’. «Son libros en los que me fijo en la dimensión política del montañismo porque es un tema que yo, como lector, nunca me había encontrado», asegura: «Soy un montañero que también lee sobre montaña y echaba de menos un libro así».

Su primera incursión en esa mezcolanza literaria entre política y montañismo coincidió con el «auge tremendo de las carreras de montaña, maratones y demás» y, publicada en 2019 de la mano de la Editorial Trea, se presenta como «una reivindicación del montañismo lento, recreativo y paciente frente a ese montañismo competitivo y de correr»; práctica, esta última, que el escritor describe como «la versión montañera del capitalismo neoliberal moderno».

"Soy un montañero que también lee sobre montaña y echaba de menos un libro así"

De ese «turbomontañismo» rehúye Batalla Cueto en ese primer volumen, pero también en la obra que este miércoles, desde las 19:30 horas, será protagonista de la librería Sputnik, donde el autor contará con la presencia de Violeta Serrano, que participará en calidad de presentadora. El encuentro toma como hilo conductor una obra que, editada por Capitán Swing, desentraña «las maneras en que se ha hecho política desde los afilados púlpitos de los picos del mundo, desde los albores del alpinismo». Al menos, así reza una reseña que el asturiano argumenta al otro lado del teléfono. 

«Se ha dicho mucho en los últimos días, debido a lo de La Vuelta y las protestas por Palestina, que hay que sacar la política del deporte», introduce: «Yo siempre digo que, si se saca la política del deporte, no hay deporte. El deporte es política desde el principio. Nació a la vez que el capitalismo moderno, que la Revolución Industrial... Y no es por casualidad; es porque a ese capitalismo, a esa Revolución Industrial, al imperialismo, a los nacionalismos en construcción les interesó utilizar el deporte como un vehículo de propaganda y agarrar, por ejemplo, los juegos de pelota que se hacían en los pueblos y someterlos a reglas, cronometrarlos, meterlos en estadios y convertirlos en un dispositivo de instrucción en los valores de la época que nacía: el individualismo, la competición, la eficiencia, el control del tiempo...».

Con el alpinismo, los reglamentos son más difusos. «Muchas veces pensamos en las montañas como un lugar para la evasión; una especie de cielo en el que podemos escapar de los conflictos y ser ángeles por un momento. En realidad, los mismos conflictos políticos que hemos tenido abajo, en la llanura, también se han dado ahí arriba», considera el autor: «Hay clubes conservadores y clubes socialistas que nacen contra esos clubes conservadores. Los conservadores quieren que la montaña sea un coto privado de burgueses y aristócratas, pero hay un movimiento obrero que también quiere llevar a los obreros a la montaña. Los conservadores reaccionan despreciando a esa muchedumbre, subiendo artificialmente los precios de los refugios para que no puedan permitírselos». 

la bandera en la cumbre

Batalla Cueto menciona además la existencia de clubes judíos y de su contrapartida: «clubes alemanes que, antes del nazismo, meten un párrafo en ario en los estatutos para evitar que los judíos puedan pertenecer» al mismo. También, el «bonito proyecto» de Salvador Allende, que se empeñó en acercar a los niños pobres a los Andes, que «hasta entonces no habían sido para ellos». «La montaña ha sido un espacio de disputa vinculado al liberalismo –a esa épica del individuo que conquista por sus propios medios lo que nadie ha conquistado–, al imperialismo británcio, a los nacionalismos... Al final, todas las ideologías, desde las más evidentes hasta las menos, han practicado el montañismo», añade. En sus palabras, «cada montañero, en función de su ideología, tienen unas gafas de color que hacen que la misma montaña se pueda ver de maneras distintas».

Pone de ejemplo al marqués de Villaviciosa, Pedro Pidal, que, cuando «estaba promoviendo la declaración del Parque Nacional de la Montaña de Covadonga», miraba al monte con sus propias gafas para afirmar: «Aquí la naturaleza es tan viril que habría que decir ‘naturalezo’». Esa mirada, definida por el asturiano como «patriarcal y machista», está presente entre unas páginas que desglosan, a modo de capítulos, 18 ideologías, movimientos sociales y religiones de la historia occidental contemporánea. De algunas –anarquismo, comunismo, fascismo– ya sabía el autor lo que contar; de otras, sin embargo, sus historias no le dejaron de sorprender.

«Hay alpinistas veganos que suben al Everest para demostrar que su alimentación no les debilita», revela: «En cuanto al anticapacitismo, uno puede no imaginarse que hay alpinistas ciegos, pero los hay y han hecho de la montaña una reivindicación: ser ciego no te impide llevar una vida normal». Y, entre todas esas ideas, en las páginas de ‘La bandera en la cumbre’ no están exentas las de su escritor. «Cada capítulo lo cuento desde una ideología, pero la mía se filtra ahí», confiesa: «Soy una persona de izquierdas, partidaria de los movimientos de emancipación, y eso el lector lo notará, pero también notará que, en las ideologías que no son la mía, también sé ver la belleza de sus montañeros: quiero tener la empatía o la sensibilidad para entender a esa persona».

"Si se saca la política del deporte, no hay deporte. El deporte es política desde el principio"

Tampoco es que la forma de percibir y habitar la montaña siga de manera estricta las nociones de un única pensamiento. En ocasiones, se pueden entremezclar. El autor explica que, en Chile, hay montañas e, incluso, glaciares, privados. Hay, también «algunas montañas fronterizas que son privadas por el lado chileno y Parque Nacional por el argentino». «Los clubes de Chile se movilizan contra eso; exigen que se les abra paso a esas montañas», refleja: «Esos clubes están más vinculados a una clase media-alta y tienen gente, por lo tanto, más bien de derechas; gente que puede incluso justificar la dictadura de Pinochet, pero que, en ese momento, está haciendo política de izquierdas exigiendo que lo privado sea público».

Son sólo algunos de los relatos incluidos en la publicación de Pablo Batalla Cueto. Relatos que revelan la historia de la política a través de la del alpisnimo. Lo hacen reflexionando a base de grafemas sobre el pasado y el presente de unas montañas cuyo futuro el escritor vaticina lúgubre. «El Everest está masificado: puede haber unas 170 personas a la vez en la cumbre», resuelve: «La alpinista asturiana Rosa Fernández me contaba hace poco que había estado de campamento base en el K2 y se había sorprendido mucho de ver que ya estaba masificado también. Antes era una montaña mortífera por excelencia y ahora hay agencias de viajes especializadas en subirte poniéndote cuerdas, atiborrándote de oxígeno, arriesgando la vida de los sherpas pero no la tuya». 

La deportista describió el pico como «un botellón en altura», «Y de lujo, además», apunta el asturiano: «Se ven colchones calefactados, ves expediciones VVIP (Very Very Important People) que pagan incluso más de 100.000 dólares para que les pongan un chef privado. Están masificando la montaña de una manera que puede acabar significando una muerte de éxito». Quizá, con apenas ya picos por conquistar, con esa «épica de la modernidad» que, lejos de producir la puesta en valor de los montes, provoca en sus asiduos ínfulas de conquistador, lo único que le quede a las sierras y cordilleras sea la reflexión. Esa que este miércoles iniciará el escritor afincado en León durante su encuentro con los lectores en la capital provincial.

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