
Los bosques de hayas de la cordillera cantábrica se visten de gala. Los cursos altos de los ríos como el Porma, Curueño, Luna, Esla son un verdadero tapiz de color. Fresnos, cerezos, servales, compiten por los colores mas vivos y llamativos. En el Bierzo, por su parte, los viñedos nos muestran sus mejores colores, así como los castaños, cuyas hojas y erizos tapizan el suelo. Los robles, más tardíos, empezarán a amarillear un poquito mas tarde, cuando los demás árboles han perdido gran parte de su hoja.
Los arroyos muestran ya su bravura, perdida a finales de la primavera, e incluso alguna nevada temprana puede darnos una sorpresa y encontrarnos con un contraste de blanco y colores de otoño.
Es la época de la berrea del ciervo, y de febril actividad animal ante la llegada del frío, recopilando comida o grasas para el largo invierno leonés. Y cómo no, es la época de las setas, por excelencia. En los pueblos las chimeneas comienzan a dejar escapar los humos de las cocinas y el olor a madera quemada inunda las calles.