En un lugar privilegiado del Museo de León puede leerse: “Entre las numerosas y mal conocidas villas romanas de tierras leonesas, la de Quintana del Marco destaca por la riqueza y mala fortuna de sus hallazgos”. Las palabras hacen gala de un sentido pertinente ubicadas junto al busto romano que antaño permaneciera incrustado en la espadaña de la iglesia de San Pedro de la afortunada y desafortunada villa y que desde este viernes puede visitarse en el edificio Pallarés.
"Gracias a un robo hemos sido capaces de recuperarla, restaurarla y que se pueda exponer para todos los ciudadanos en el Museo de León", expresó el delegado territorial de la Junta de Castilla y León, Eduardo Diego, en un acto de presentación que contó con la jefa del Servicio Territorial de Cultura, Amelia Biaín, la acaldesa de Quintana del Marco, Andreína Elisa Candel Gómez, y el director del centro, Luis Grau Lobo, y que fue celebrado en el marco del Día Internacional de los Museos. "Como bien sabéis, es una sustracción que tuvo lugar hace un tiempo y que, gracias a las pistas que dejaron, en este caso, los depredadores del patrimonio, posibilitó que a los cinco meses la Guardia Civil pudiera recuperarla", añadió el delegado.
La recuperación se produjo hace más de una década en Andalucía y, tras un tiempo sin determinar el depósito definitivo de la misma, el juzgado dictaminó su propiedad pública instalando el busto en el museo hace apenas tres años. Toda una odisea para hacer llegar a la capital provincial una pieza que, fechada en el siglo II y con más de 70 kilogramos de peso, ha experimentado un viaje sumamente accidentado durante los últimos años, llegando incluso a perder la cabeza. Y es que, en palabras de Grau, "una de las mayores complicaciones ha sido la falta de un área, una superficie, un punto siquiera de contacto entre la cabeza y el busto".
"Ha habido que ubicarlo de una forma hipotética a partir de distintos retratos de la misma época", añadió. Posteriormente se ha procedido a "un sinfín de análisis", así como labores de limpieza con procedimientos "como puede ser el agua jabonosa o el láser" efectuados en taller de restauración del museo. A cargo de una restauración que se ha prolongado durante varios meses ha estado Arantxa Álvarez Villalibre, que ha conseguido recuperar el estado de un vestigio romano de gran valor histórico y artístico.
Pero que aún no se sabe -y quizá no se sepa nunca- es a quién retrata esta pieza patrimonial. "Se trata de un personaje privado que, como ocurre en los retratos que hemos encontrado en distintas villas de la meseta, se peina y se deja una barba a la moda de Marco Aurelio", explicó el director del centro: "Los romanos tenían a gala retratarse a la moda del emperador, que es quien imponía el gusto, sobre todo en el peinado y en la barba". Luis Grau está seguro de que no se trata de un busto del emperador. "No hace falta más que buscar en Google la foto de Marco Aurelio, que hay muchísimos retratos, para darse cuenta que no es él", zanjó divertido: "Pero sí que es un personaje de la época, del tercer cuarto del siglo II".
Lo que está claro es que, a pesar de tener unos 1.800 años, el anónimo romano se conserva a la perfección en el Museo de León.